Las dos hermanas. Jean Honoré-Fragonard, 1770
Es curioso, pero no es habitual ver plasmado en un cuadro, en soledad, a dos hermanos. El rococó Fragonard, tan dado a la picaresca, dejó en esta imagen un grato ejemplo de fraternidad.
Más curiosidades del artista: entrenó sus manos en una notaría, donde desempeñó labores de escribano a la mocosa edad de seis años. Esto es: no fue un niño yuntero, sino un niño plumilla. No es, desde luego, el aprendizaje más recomendable, si bien en su caso le sirvió para desarrollar una destreza inusual. Miren los vuelos de los vestidos representados y cómo están plagados de detalles. Y qué decir de esas melenas pluscuamperfectas de rizos verídicos. Tan sumamente ciertos que apetece peinarlos.