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Educación Médica

Print version ISSN 1575-1813

Educ. méd. vol.15 n.1  Mar. 2012

 

EFEMÉRIDES

 

Cincuenta años de la publicación de "Medical Education in Spain", de Antonio Gallego

Fifty years since Antonio Gallego´s "Medical Education in Spain" was published

 

 

Albert Oriol-Bosch

Presidente de la Fundación Educación Médica.

Dirección para correspondencia

 

 

En septiembre de este año 2012 se cumplirán cincuenta años de la publicación en Journal of Medical Education, hoy día Academic Medicine, del trabajo de Antonio Gallego "Medical Education in Spain" [1].

Antonio Gallego recién había accedido en 1961 a la cátedra de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid, hoy Universidad Complutense, por concurso-oposición desde la Facultad de Medicina de Cádiz. Representaba el renacer de la maltrecha universidad por la depuración política tras la sangrienta guerra civil española con la que se derrocó la Segunda República (1936-1939). Antonio Gallego, hombre de carácter fuerte y mente liberal, fue uno de los pocos pilares en que se sostuvo la esperanza durante la dictadura. Fue presidente de la Sociedad Española de Ciencias Fisiológicas durante muchos años y creador de la Sociedad Española de Educación Médica, que cofundó la AMEE (Association of Medical Education in Europe) conjuntamente con la británica ASME y la Federación Escandinava de Educación Médica en 1971. Se le reconoce como el padre de la educación médica en España.

Enmarca su análisis crítico en la situación demográfica poblacional. España tenía una población entonces de 36 millones de habitantes, 35.685 médicos colegiados, la asistencia pública ofrecía en conjunto 24.978 puestos de trabajo y los salarios en ningún caso superaban los 2.000 dólares anuales y en algunos casos podían ser tan marginales como 80 dólares.

Para la formación básica, España disponía entonces de diez facultades de medicina públicas y una privada (Navarra) que todavía estaba en fase de desarrollo. La descripción del currículo oficial y único para todas ellas muestra que correspondía al clásico currículo por materias y con seis años de duración, sin apenas modificaciones del modelo flexneriano, ya con más de cincuenta años de antigüedad. El análisis de los requisitos de admisión -estar en posesión del título de bachiller, que se alcanzaba al finalizar la enseñanza secundaria- muestra que muchos alumnos llegaban con fuertes déficits en áreas científicas que se consideraban necesarias como base para el estudio de algunas materias como bioquímica o fisiología.

La no existencia de numerus clausus estaba dando lugar al inicio de un proceso de masificación que alcanzó su cenit a finales de la década siguiente y de cuyos riesgos Gallego advertía seriamente. Los datos disponibles eran los del curso 1958-1959, cuando figuraban un total de 15.899 alumnos de medicina de nuevo ingreso y una fuerte masculinización del colectivo (menos de 1.000 mujeres). La tendencia al aumento del número de alumnos matriculados comenzaba a ser alarmante, hasta alcanzar la cifra de 22.000 nuevos admitidos en 1977, lo que demostraba que las advertencias de Gallego cayeron en saco roto. Sólo a título comparativo, aquel mismo año había en las 120 facultades de medicina estadounidenses un total de 16.000 estudiantes de primer año.

Gallego describe el sistema de acceso al profesorado, la ridiculez de los emolumentos que percibían y su falta de dedicación consecuente, la insuficiente disponibilidad de camas hospitalarias para la docencia, el numero de licenciados y la elevada mortalidad estudiantil (cerca del 50%), el escaso número de doctores, puesto que sólo dos universidades estaban autorizadas a impartir el título de doctor, así como la formación de especialistas, poniendo de relieve sus deficiencias.

Describe Gallego el desasosiego existente entre el profesorado y los responsables colegiales por los déficits en la formación de los médicos, señalando que si bien los conocimientos teóricos eran satisfactorios, las carencias mostraban déficits en habilidades prácticas y señalaba la urgencia en resolver dicha situación.

Antonio Gallego señalaba que, entre el inicio de la guerra civil y el final de la segunda guerra mundial, la universidad española quedó aislada internacionalmente, no dispuso de los contactos personales entre profesores ni de las publicaciones científicas internacionales, careció de acceso a reactivos y equipamientos sofisticados, y padeció los destrozos causados por la guerra y la emigración forzada de las mejores mentes por razones políticas.

A comienzos de los años cincuenta empezó a surgir una nueva generación que, en 1960, pudo organizar, en el marco de la Real Academia de Medicina primero y con el apoyo de la Asociación Cultural Hispano-USA (Fullbright) después, actividades relacionadas con los problemas de la educación médica.

Gallego proponía modificar el proceso de selección natural estudiantil (fracaso escolar) por la implantación de un sistema de selección previa, modernizar el proceso de acceso al profesorado y su absentismo implantando un sistema de dedicación a tiempo completo correctamente remunerado, dotar adecuadamente de los recursos necesarios incluyendo los recursos clínicos asistenciales a disposición de la docencia, modernizar un currículo de más de medio siglo de antigüedad y coordinar la precisa colaboración entre las facultades de medicina, los colegios de médicos y el sistema asistencial público.

Sin duda alguna, mucho ha cambiado en España en este medio siglo. Para empezar, el sistema político, que ha dejado de ser una autocracia totalitaria para convertirse en una democracia integrada en la Unión Europea. La población ha superado los 46 millones de habitantes y con el proceso de Bolonia hemos alcanzado la cifra de 39 facultades de medicina (siete de ellas privadas), pero con la introducción del principio de numerus clausus y de su proceso selectivo, el número de estudiantes admitidos en el primer año no supera los 7.000, evitándose con ello la masificación que tanto deterioro del sistema educativo causó en la década de los años setenta y ochenta. Sin embargo, mucho queda todavía por cambiar. A pesar del proceso de Bolonia, no se han superado aún las consecuencias de una concepción "mosaicista" del currículo, que se ha incardinado en las estructuras departamentales de las universidades y en las que reside el poder institucional, enquistado en intereses vegetativos propios.

 

Bibliografía

1. Gallego A. Medical Education in Spain. J Med Educ 1962; 37: 892-905.         [ Links ]

 

 

Dirección para correspondencia:
Albert Oriol Bosch.
Departamento de Ciencias Fisiológicas.
Facultad de Medicina.
Universitat de Barcelona.
Barcelona, España.
E-mail: aoriolb@terra.es

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