INTRODUCCIÓN
La incapacidad laboral de carácter temporal constituye un indicador sensible para monitorizar la compleja relación entre el trabajo y la salud1. Ello es así porque la incapacidad es el resultado de la interacción entre un problema de salud, sea o no de origen laboral, y unas condiciones de trabajo y empleo determinadas2. Una situación que está cubierta económicamente por nuestro sistema de protección social, a fin de proteger los ingresos del trabajador mientras se encuentra recibiendo atención sanitaria. La gestión de ésta atención asistencial se corresponde al Sistema Público de Salud cuando el origen de la incapacidad laboral es por enfermedad o accidente no laboral. Si la enfermedad o accidente es de origen laboral, la atención asistencial le corresponde a las Mutuas colaboradas con la Seguridad Social (conocidas simplemente como Mutuas)3.
En España, y sólo en el 2014, unos 14,5 millones de trabajadores asalariados estaban protegidos frente a la incapacidad temporal por contingencia común (ITcc), cuando el problema de salud que causa la incapacidad no es de origen laboral, lo que represento un coste de aproximadamente 5,2 millones de euros del presupuesto de la Seguridad Social, únicamente en subsidio salarial4. La ITcc tiene una alta importancia social, además de económica y sanitaria, pues su objetivo es salvaguardar simultáneamente la salud y los ingresos de los trabajadores, protegiéndolos de las reglas de la oferta y la demanda del mercado mientras están enfermos5.
En los últimos años se han adoptado diversas iniciativas políticas y administrativas a fin de, por un lado, garantizar este derecho social y, por otro lado, asegurar la sostenibilidad del sistema. En concreto, estas iniciativas se han centrado en reducir la duración del episodio de la ITcc6, dando un mayor protagonismo a las Mutuas, que ya pueden iniciar el control y seguimiento del episodio desde el primer día de la baja, o reafirmando la capacidad del Instituto Nacional de la Seguridad Social, y sus Equipos de Valoración de la Incapacidad, para otorgar o no la prorroga una vez superado el año de baja7. Sin embargo, en estas políticas está ausente la mejora de la gestión de la ITcc en relación a su incidencia. Esto es, se deja de lado lo que se puede hacer desde las empresas sobre los factores de riesgo a los que los trabajadores están expuestos en su lugar de trabajo, pues estos factores de riesgos siempre interactúan con el problema de salud, independiente del origen laboral o no de dicho problema de salud, provocando el inicio de la incapacidad para trabajar.
El objetivo de este trabajo es estimar la tasa de incidencia por ITcc según las diversas ramas de actividad económica de la empresa, a fin de ayudar a orientar la gestión de la ITcc hacia la prevención.
MÉTODOS
Este estudio está basado en el conjunto de datos anonimizados de la Muestra Continua de Vidas Laborales (MCVL)8, correspondiente a 2009, para el que hay disponible excepcionalmente un cruce con los datos de ITcc para los afiliados del régimen general incluidos en ese año en la MCVL. La población de estudio corresponde a 646.337 afiliados al Régimen General de la Seguridad Social (RGSS), representativos del conjunto de asalariados afiliados al RGSS en ese año. En 2009 se registraron 133.812 primeros episodios de ITcc iniciados entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2009, 62.356 episodios en los hombres y 71.456 en las mujeres.
Dado que dispusimos de la información sobre la vida laboral de cada persona incluida en la MCVL, fue posible calcular el tiempo real a riesgo para cada uno de ellos mientras estuvo afiliado ese año. Restringimos el análisis al primer episodio de ITcc, y así, para las personas que habían registrado más de un episodio, el tiempo a riesgo se contabilizó sólo hasta la fecha del inicio del primer episodio. El total de personas-años fue de 449.551 (252.433 en hombres y 197.119 en mujeres).
La tasa de incidencia del primer episodio de ITcc y su intervalo de confianza al 95% (IC95%) fueron calculados mediante el cociente entre el total de primeros episodios de ITcc y las personas-años multiplicada por 100, para hombres y mujeres por separado. Además, se calcularon valores específicos según el grupo de edad (menos de 26 años, entre 26 y 45 y más de 45 años), el tamaño de la empresa (menos de 11, entre 11 y 49 y 50 o más trabajadores), la categoría ocupacional (a partir de la categoría profesional que reconoce el empresario agrupada en manuales no cualificado, manuales cualificado, no manuales no cualificado y no manuales cualificado) y la actividad económica al inicio del episodio según la Clasificación Nacional de Actividades Económicas, revisión de 20099. Clasificamos la actividad económica primero en 21 secciones (letras A-U) y después según las divisiones (dos dígitos) y grupos (tres dígitos) siempre que hubiera registrado al menos 100 episodios de ITcc.
Las tasas de incidencia, y sus IC95%, fueron calculadas mediante modelos de regresión de Poisson y se presentan tanto crudas como ajustadas por edad, tamaño de la empresa y categoría ocupacional, separadamente para hombres y mujeres. Para los análisis estadísticos se emplearon los paquetes estadísticos SPSS 20© y Stata13©.
RESULTADOS
El 20,7% del total de personas afiliadas e incluidas en la MCVL en 2009 tuvo un primer episodio de ITcc durante ese año. En segundo lugar, la tasa de incidencia fue de 29,8 por 100 personas-años, 24,7 (IC95%: 24,5-24,9) en los hombres y de 36,3 (36,0-36,5) en las mujeres (Tabla 1). Por grupos de edad, en los hombres se observan valores inferiores según se incrementa la edad: desde 36,1 en los menores de 26 años a 22,9 en los mayores de 45 años. Sin embargo en las mujeres no se observa este patrón sino valores similares entre 38,0 y 37,4. En relación al tamaño de la empresa, la incidencia se incrementa desde los centros más pequeños de menos de 11 trabajadores (20,2 en hombres y 24,6 en mujeres) a los de más de 49 (28,2 y 44,6 respectivamente). En cuanto a la categoría ocupacional, en hombres se observa una mayor incidencia en las ocupaciones manuales no cualificados (31,3) y menor en las ocupaciones no manuales cualificadas (15,9). Por contra, en mujeres tanto las ocupaciones manuales como no manuales muestran valores de incidencia similares.
Tabla 1 Tasas de incidencia de la incapacidad temporal (por 100 personas-años) por contingencia común en hombres y mujeres según variables socio-demográficas y laborales en trabajadores incluidos en la Muestra Continua de Vidas Laborales afiliados al Régimen General de la Seguridad Social. España, 2009.

En cuanto a la actividad económica, para las grandes categorías agrupadas en las secciones, observamos que de acuerdo con la tasa de incidencia cruda (Tabla 1), los valores más elevados en los hombres se encuentran en “Suministro de agua, saneamiento y residuos” (35,4) y “Actividades sanitarias” (33,9), mientras que en las mujeres correspondieron “Actividades sanitarias” (48,3), “Administración pública” (41,2) y “Transporte y almacenamiento” (41,0). Por el contrario, los valores más bajos se observaron en los hombres en “Actividades financieras y seguros” (14,8) y “Actividades inmobiliarias” (15,9) mientras que en las mujeres fue en “Industrias extractivas” (18,3) y “Actividades de los hogares” (20,4). Estas diferencias observadas se modifican tras ajustar la tasa de incidencia por edad, tamaño de la empresa y categoría ocupacional (Figura 1). En hombres junto con “Suministro de agua, saneamiento y residuos” (33,4), “Construcción” (29,1) pasó a tener la tasa de incidencia más elevada; y en mujeres “Actividades sanitarias” (40,8), seguido de “Hostelería” (38,7), “Actividades administrativas” (38,6). De forma similar, los valores más bajos de incidencia en hombres y mujeres correspondieron a “Actividades financieras y seguros” (11,7 y 22,3, respectivamente).

Figura 1 Tasa de incidencia de la incapacidad temporal por contingencia común por 100 trabajadores-año según los grandes grupos de la Clasificación Nacional de Actividades Económicas (CNAE, versión 2009) para hombres y mujeres ajustadas por edad, tamaño de la empresa y categoría ocupacional. Muestra Continua de Vidas Laborales, 2009.
En el Anexo 1 se presentan las tasas de incidencia de ITcc por división (2 dígitos) y grupos (3 dígitos) de actividades económicas para hombres y mujeres ajustadas por edad, tamaño de la empresa y categoría ocupacional, siempre que hubiera más de 100 episodios de ITcc. Entre ellos, se puede destacar la elevada incidencia en hombres como mujeres en “Actividades de los centros de llamadas (grupo 822)” con tasas de 56,8 y 78,1 respectivamente; seguido de “Comercio al por menor no realizado ni en establecimientos, ni en puestos de venta ni en mercadillos (grupo 479)” con tasas de 41,8 y 53,7 respectivamente. Asimismo, la tasa de incidencia en hombres destacó en “Reparación de efectos personales y artículos de uso doméstico” con una tasa de 41,1 y en mujeres en “Depósito y almacenamiento (grupo 521)” con una tasa de 52,6 por cada 100 personas-año.
DISCUSIÓN
Los resultados presentados en este trabajo ofrecen, por primera vez hasta donde conocemos, una oportunidad para que las empresas puedan comparar su incidencia de ITcc con los valores medios en las empresas de su rama de actividad. De esta manera podrán estimar los casos que esperarían tener en su empresa y compararlos con sus casos observados. Una comparación que pueden hacer según la tasa de incidencia cruda, o ajustada por edad, tamaño de la empresa y categoría ocupacional, y tanto para hombres como mujeres separadamente.
No obstante, estos valores de incidencia son orientativos y deben ser interpretados como señales para cuando la incidencia en la empresa se sitúa por encima del límite superior de referencia iniciar una investigación que explique esa elevada incidencia. Un estudio reciente realizado en España ha mostrado que una elevada exposición a riesgos psicosociales está asociada a un aumento en las ITcc, indicando que el bajo control sobre el contenido de trabajo, la baja calidad de liderazgo o el bajo apoyo social incrementan la probabilidad de presentar un episodio de ITcc10.
En España, como en la mayoría de los países de nuestro entorno11, se dispone de valores de referencia para las duraciones, elaborados por el INSS12 y algunas comunidades autónomas como Andalucía13, que como señalábamos han ocupado de manera casi exclusiva el esfuerzo por mejorar la gestión de la ITcc. Sin embargo, la duración no deja de ser una variable complementaria de la incidencia, ya que los factores que incluyen sobre la duración solo actúan si se han iniciado el episodio. En este sentido, centrar la gestión de la ITcc en la prevención de la incidencia supondría un giro importante, no excluyente, en la actividad que hasta ahora han realizado las empresas y las Mutuas, y posiblemente incrementaría su efectividad. A falta de poder comprobar esta hipótesis en futuros estudios, hemos de señalar también que la planificación y evaluación de las actividades de gestión de la ITcc basadas en la incidencia mejoraría, además de reducir los costes en ITcc, las condiciones de trabajo en las empresas, lo que puede ayudar a mejorar a su vez el bienestar laboral14.
La interpretación de los resultados presentados tiene, sin duda, limitaciones que deben ser tenidas en cuenta. La primera es que los valores de incidencia mostrados en este trabajo, correspondientes a 2009, pueden diferir de los resultados que obtendríamos en la actualidad como consecuencia de cambios normativos a nivel de reforma laboral o en la gestión de la incapacidad laboral7,15. De hecho, según los datos del INSS16, la incidencia media mensual ha descendido un 25% entre 2009 (27,4 por 1000 afiliados) y 2015 (20,5). Sin embargo, los valores obtenidos son útiles, entre otras razones por ser únicos, ya que 2009 es el único año disponible con datos de la MCVL e ITcc. Por ello, para superar esta limitación sería necesario que la Seguridad Social actualizara el cruce de estos datos y los volviera a poner a disposición de los investigadores. Una segunda limitación es que la tasa de incidencia está basada en el primer episodio de todos los ocurridos en 2009, pero posiblemente el valor obtenido no es muy distinto si hubiéramos incluido todos los episodios, pues el numerador aumentaría, un 5,6% de los afiliados tiene dos o más episodios, pero también lo haría el denominador que incrementaría la cantidad de personas-años, pues incrementamos el tiempo de seguimiento de los afiliados que vuelve a estar de alta antes de tener un segundo o tercer episodio, y de aquellos que no vuelven a tener más episodios durante el seguimiento, que son la mayoría. En tercer lugar, señalar que se han dejado fuera de este estudio aquellas actividades que no acumularon casos suficientes de acuerdo al criterio de 100 casos establecido. Una limitación que garantiza que las incidencias que se presenta tengan un reducido error aleatorio. A pesar de ello ofrecemos valores de incidencia para 143 categorías de la CNAE a nivel de 3 dígitos. Una forma de solventarla sería si el cruce realizado para 2009 se repite cada año, permitiendo de esta forma, además de incrementar el número de casos, actualizar periódicamente los valores de incidencia. Por último, otra limitación a señalar es que la MCVL no incluye a los funcionarios de las clases pasivas (MUFACE, o Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado), militares y administración de justicia, por lo que las incidencias de las actividades que incluyen a estos trabajadores estarán subestimadas.
Por el contrario, entre las fortalezas del estudio hay que subrayar que, al incorporar la tasa incidencia al seguimiento y vigilancia de la ITcc, se está subrayando la importancia de monitorizar los efectos del trabajo sobre la salud, ayudando a evaluar las intervenciones en el ámbito de la empresa. Por ejemplo, se puede evaluar el efecto que sobre la incidencia de ITcc por trastornos musculo-esqueléticos puede tener un programa de ergonomía participativa en una empresa determinada17. Pero posiblemente la principal fortaleza de este estudio es que el cálculo de la tasa de incidencia se ha basado en la MCVL, lo que ha permitido conocer el tiempo exacto en que los asalariados están a riesgo de padecer una ITcc. Así, de los 646.337 afiliados al régimen general en 2009 incluidos en la MCVL, se han calculado 449.551 personas- años, lo que se explica porque una parte importante de estos afiliados no están el año completo, sea por finalización de su relación laboral, sufrir una contingencia laboral o, más raramente, por fallecimiento. En caso de haber tenido en cuenta solo el total de afiliados, la incidencia hubiera sido de 20,7 por 100 personas frente al 29,8 por 100 personas-años tras calcular el denominador de manera exacta. Además, en este trabajo se han presentado las incidencias de ITcc sin diferenciar por los diagnósticos asociados a cada episodio de ITcc. En futuros estudios se podrían calcular los valores de referencia para grupos de enfermedades específicas, como las musculoesqueléticas o mentales, por mencionar las más frecuentes. (18
En conclusión, creemos que este trabajo ofrece unos resultados útiles para complementar las actuales políticas de gestión de la ITcc, centradas en el control de la duración del episodio de incapacidad laboral, sugiriendo que la incidencia puede y debe ser objeto también de actuaciones que en este caso corresponde fundamentalmente a las empresas.