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Cuadernos de Psicología del Deporte

versión On-line ISSN 1989-5879versión impresa ISSN 1578-8423

CPD vol.15 no.2 Murcia may. 2015

https://dx.doi.org/10.4321/S1578-84232015000200007 

 

 

Factores situacionales y disposicionales como predictores de la ansiedad y autoconfianza precompetitiva en deportistas universitarios

Situational and dispositional factors as predictors of pre-competitive anxiety and self-confidence in college athletes

Fatores situacionais e disposicionais como preditores de ansiedade pré-competitiva e auto-confiança em atletas universitários

 

 

Antonio Pineda-Espejel1,2, Jeanette López-Walle1 e Inés Tomás3

1 Universidad Autónoma de Nuevo León, Facultad de Organización Deportiva
2 Universidad Autónoma de Baja California, Facultad de Deportes y
3 Universitat de València

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Apoyados en la teoría de la autodeterminación y la teoría de las metas de logro, el objetivo del presente estudio fue poner a prueba dos modelos que examinan secuencialmente las relaciones entre factores situacionales (clima motivacional creado por el entrenador), factores disposicionales (orientaciones de meta y regulaciones motivacionales), y consecuencias de ansiedad y autoconfianza precompetitivas (considerando sus dimensiones de intensidad y dirección). También se analizó el papel mediador de las orientaciones de meta y de las regulaciones motivacionales, en la relación entre el clima motivacional y la ansiedad y autoconfianza precompetitivas. Se utilizó un diseño transversal de recogida de datos; y para probar los modelos hipotetizados se utilizaron modelos de ecuaciones estructurales. 211 deportistas universitarios de ambos géneros (M = 19.97 años de edad; DT = 2.01) respondieron al PMCSQ-2, al TEOSQ, a la SMS y al CSAI-2R con escala de dirección. Los resultados apoyaron parcialmente los modelos propuestos. También constataron el papel mediador de la orientación a la tarea y de la no motivación con respecto a la relación entre el clima de implicación en la tarea y la ansiedad somática; mientras que la orientación a la tarea y la motivación autónoma mediaron parcialmente la relación entre el clima de implicación en la tarea y dirección de autoconfianza. Los resultados son analizados y discutidos en línea con los marcos teóricos de referencia.

Palabras clave: clima motivacional, orientaciones de meta, regulaciones motivacionales, ansiedad cognitiva, ansiedad somática.


ABSTRACT

Based on the self-determination theory and the theory of achievement goal, the main of this study was to test two models that sequentially examining the relationship between situational factors (motivational climate created by the coach), dispositional factors (goal orientations and motivational regulations), and consequences of pre-competitive anxiety and self-confidence (considering its dimensions of intensity and direction). Also was analyzed the mediating role of goal orientations and motivational regulations, in the relationship between motivational climate and precompetitive anxiety and self-confidence. A cross-sectional design was used for the data collection; and to test the hypothesized model structural equation models were used. 211 college athletes of both genders (M = 19.97 years, SD = 2.01) responded to PMCSQ-2, the TEOSQ, the SMS and the CSAI-2R with direction scale. The results partially supported the proposed models. They also noted the mediating role of task orientation and no motivation regarding the relationship between climate of involvement in the task and somatic anxiety; while task orientation and autonomous motivation partially mediated the relationship between climate of involvement in the task and the direction of self-confidence. The results are analyzed and discussed in line with theoretical frameworks.

Key words: motivational climate, goal orientations, motivational regulations, cognitive anxiety, somatic anxiety.


RESUMO

Com base na teoria da autodeterminação e da teoria de metas de realização, objetivo deste estudo foi testar dois modelos que pesquisar a relação entre fatores situacionais (clima motivacional criado pelo treinador), fatores disposicionais (orientações de meta e regulamentos motivacionais), e consequências de pré-competitivos de ansiedade e auto-confiança (considerando seu intensidade e direção). O papel mediador de orientações de meta e regulamentos motivacionais sobre a relação entre clima motivacional e ansiedade pré-competitiva e auto-confiança também foi analisada. Um desenho transversal foi usada a coleta de dados; e para testar o modelo hipotético foram utilizados modelos de equações estruturais. 211 atletas universitários de ambos os sexos (M = 19,97 anos, DP = 2,01) respondeu a PMCSQ-2, o TEOSQ, o SMS e CSAI-2R com escala direção. Os resultados suportada parcialmente os modelos propostos. Também descobriram que orientação para a tarefa e desmotivação tem um papel mediador sobre a relação entre o clima de envolvimento na tarefa e ansiedade somática; enquanto orientação para a tarefa e motivação autônoma parcialmente mediar a relação entre o clima de envolvimento na tarefa e direção de auto-confiança. Os resultados são analisados e discutidos de acordo com referenciais teóricos.estudo foi.

Palavras-chave: clima motivacional, orientação motivacional, regulação motivacional, ansiedade cognitiva, ansiedade somática.


 

Introducción

Tanto la motivación como la ansiedad en el deporte influyen en las situaciones de competición, siendo un obstáculo o un estímulo para el rendimiento de los deportistas. Desde dos de las actuales teorías más relevantes de la motivación, la teoría de las metas de logro (Ames, 1992; Dweck, 1999; Nicholls, 1989) y la teoría de la autodeterminación (Deci y Ryan, 1985, 2000, 2008), se sostiene que el contexto social que rodea a la persona, y en particular la conducta de la figura jerárquica, pueden intervenir en la conducta, cogniciones y emociones que experimenta la persona dentro del entorno (e.g. el deportivo).

La teoría de las metas de logro (TML; Ames, 1992; Dweck, 1999; Nicholls, 1989) parte de un supuesto central de que la forma en la que las personas juzgan su competencia y definen el éxito de sus logros influye en sus patrones motivacionales en el curso de una actividad determinada. Postula asimismo que las variaciones que se puedan dar en el significado del logro están en función de las metas de logro que se enfatizan y que se adoptan en ese ambiente (Ames, 1992, Dweck, 1986; Nicholls, 1984, 1989). Por lo que sus dos constructos centrales son el clima motivacional y las orientaciones de meta.

El primero refiere al conjunto de señales sociales y contextuales, implícitas y/o explícitas, creadas por los otros significativos para la persona. En el contexto deportivo los entrenadores representarían la figura jerárquica de referencia (Wylleman y Lavallee, 2004), y como líder del grupo deportivo el entrenador cumple un papel destacado en el proceso de socialización deportiva debido a la proximidad para juzgar y proporcionar recompensas o castigos a los deportistas (Giwin, 2001). Desde la TML se distingue un clima de implicación en la tarea, que hace referencia a la percepción individual con respecto a las estructuras situacionales que enfatizan un reconocimiento privado, basado en el propio progreso y una evaluación fundada en la mejora individual, considerando el error como parte natural del proceso de mejora; y un clima de implicación en el ego, que alude a la percepción individual con respecto a las estructuras situacionales que enfatizan el reconocimiento público, apoyado en la comparación social por medio del triunfo, y considerando el error como algo a evitar (Ames, 1992).

Se estima que la percepción del deportista del clima motivacional puede intervenir en las orientaciones de meta (forma en que los deportistas definen su competencia o habilidad), que puede ser de una orientación a la tarea, en la que el criterio para juzgar la competencia es basado en el nivel de dominio de la tarea que se está desempeñando, ignorando en este caso la comparación social como fuente de competencia; o una orientación al ego, en la que el criterio para juzgar la competencia está basado en la comparación social con los demás, de forma que se siente éxito cuando se muestra más habilidad que los otros (Nicholls, 1989). Se defiende que estas orientaciones de meta son ortogonales (Nicholls, 1984).

En el ámbito deportivo se ha confirmado la relación entre los climas motivacionales creados por el entrenador y las orientaciones de meta, de manera que el clima de implicación en el ego predice una orientación al ego, y el clima de implicación en la tarea lo hace con una orientación a la tarea (e.g. Balaguer, Castillo, Duda y García-Merita, 2011; Cecchini, González, Carmona y Contreras, 2004; Cecchini, González, López-Prado y Brustad, 2005; Cervelló, Santos-Rosa, Jiménez, Nerea y García, 2002; Holgado, Navas y López-Núñez, 2010; Moreno, Cervelló y González-Cutré, 2010; Reyes, 2009; Smith, Balaguer y Duda, 2006; Smith, Cumming y Smoll, 2008, Smith, Smoll y Cumming, 2009).

Por su parte, la teoría de la autodeterminación (TAD; Deci y Ryan 1985, 2000, 2008) se centra, no sólo en la calidad, si no en los tipos de motivación, poniendo particular atención a la motivación autónoma, motivación controlada y no motivación como predictoras de consecuencias psicológicas. La motivación autónoma se percibe como una conducta causada por valores e intereses del propio individuo, y combina las regulaciones identificada (conducta juzgada como importante, y aunque la actividad se realiza todavía por motivos extrínsecos, la conducta es internamente regulada y autodeterminada), integrada (cuando la motivación es coherente con otros valores y necesidades del individuo) y motivación intrínseca (conducta generada por el interés, curiosidad, satisfacción y el placer inherente a la propia actividad). Por su parte, la motivación controlada envuelve sentimientos de coerción o presión de fuerzas inter o intrapersonales para comportarse de una forma específica, la cual combina las regulaciones externa (aquellas conductas que son controladas por fuentes externas, tales como refuerzos materiales u obligaciones impuestas por otros) e introyectada (internalización de las presiones externas, pero no asimiladas como algo de uno mismo). Finalmente la no motivación hace referencia a la ausencia de motivación y cierta falta de intencionalidad en la participación en una actividad concreta. Estas regulaciones motivacionales en el nivel contextual pueden ser ortogonales (Vallerand y Fortier, 1998).

Desde este enfoque, para el clima motivacional y las orientaciones de meta se ha determinado que las dimensiones tarea se relacionan con patrones conductuales y afectivos más adaptativos como la motivación autónoma (Deci y Ryan, 1985; Reeve, 1989), al tiempo que se ha evidenciado su relación con la autoconfianza precompetitiva (e.g. Vosloo, Ostrow y Watson, 2009); mientras que para las dimensiones ego se ha sugerido su asociación con patrones menos adaptativos tales como la motivación controlada (Ryan, 1982), y se ha mostrado su relación con la ansiedad precompetitiva (e.g. Cecchini et al., 2004; Cervelló et al., 2002; Quinlan, 2010).

En el ámbito deportivo se ha ofrecido apoyo a la asociación positiva de la orientación a la tarea con la motivación autónoma (e.g. Ntoumanis, 2001; Standage, Duda y Ntoumanis, 2003) y negativa con la no motivación (e.g. Balaguer et al., 2011; Moreno, Cervelló y González-Cutré, 2007; Standage et al., 2003). Por otra parte, la evidencia empírica ha indicado relaciones positivas de la orientación al ego y el clima de implicación en el ego con la motivación controlada (e.g. Balaguer et al., 2011; Brunel, 1999; Moreno et al., 2007; Ntoumanis, 2001) y con la no motivación (e.g. Brunel, 1999; Moreno et al., 2007). No obstante, la relación entre orientación al ego y los diferentes tipos de motivación extrínseca es poco clara (Deci y Ryan, 2000). En suma, Nicholls (1989) apuntó que la orientación al ego puede relacionarse con respuestas menos adaptativas, especialmente si la percepción de competencia o habilidad es baja comparada con otros, pero si la percepción de habilidad es alta dichas conductas pueden emerger con menor intensidad.

Por otra parte, se asume que los tipos de motivación (autónoma, controlada y no motivación) tendrán diferentes efectos afectivos, cognitivos y conductuales sobre el individuo dependiendo de la naturaleza de su implicación en la actividad, y por tanto, diferentes consecuencias (Deci y Ryan 2000), como las emociones negativas (Ryan y Deci, 2001). A este respecto, Biddle, Wang, Kavussanu y Spray (2003) señalaron que las emociones negativas han sido definidas operacionalmente como ansiedad en la mayoría de los casos.

La ansiedad estado competitiva es un estado emocional inmediato caracterizado por sentimientos de aprehensión, tensión y nerviosismo asociados con la elevación de la actividad del sistema nervioso, en el que la situación específica que genera la ansiedad es la competición deportiva (Martens, 1977). La ansiedad que sucede antes o en anticipación a la competición se conoce como ansiedad precompetitiva (Cox, 2009). Desde la teoría multidimensional de la ansiedad (Martens, Vealey y Burton, 1990) se han identificado tres componentes: ansiedad somática (elementos fisiológicos y afectivos de la aparición de ansiedad por el grado de activación del sistema nervioso autónomo), ansiedad cognitiva (autoevaluación y expectativas negativas sobre el rendimiento deportivo), y también se ha incluido el constructo de autoconfianza (grado de seguridad que poseen los individuos sobre su capacidad para tener éxito en el deporte) que si bien no es una medida directa de ansiedad, su ausencia puede conllevar a más ansiedad cognitiva.

Otro aporte teórico a la ansiedad es cómo los deportistas perciben o interpretan sus síntomas de ansiedad precompetitiva, los cuales no siempre son negativos (Jones, 1995). De modo que la ansiedad precompetitiva también es multidimensional en el sentido que se diferencia entre intensidad y dirección (Jones, 1991; Jones y Hanton, 2001; Jones, Swain y Hardy, 1993). La intensidad alude al nivel experimentado de los síntomas de ansiedad precompetitiva. Mientras que la dirección refiere a la medida en la que los individuos interpretan la intensidad de los síntomas asociados con la ansiedad precompetitiva, ya sea para facilitar o debilitar sus resultados (Jones, 1995).

Martens y colaboradores (1990) señalaron que las mujeres manifiestan mayor ansiedad cognitiva y menor autoconfianza que los hombres. Estudios que incluyen análisis diferenciales de la ansiedad precompetitiva han apoyado dichas diferencias en los niveles de ansiedad cognitiva y/o autoconfianza con respecto al género (e.g. Jones, Swain y Cale, 1991; Ruiz-Juan y Zarauz, 2013; Vosloo et al., 2009; Zarauz y Ruiz-Juan, 2014), mientras que en otros estudios no se constatan dichas diferencias (e.g. Mellalieu, Hanton y Jones, 2003). Ello sugiere que existen factores externos que intervienen en la valoración de la ansiedad precompetitiva. Por tanto, además de abordarse desde una visión multidimensional, se estudia como un fenómeno secuencial resultado de una serie de antecedentes; por lo que la ansiedad precompetitiva se ha estudiado como variable dependiente de variables situacionales y disposicionales de la motivación (Martens et al., 1990).

En este sentido, se espera que las emociones negativas se asocien en sentido inverso a las formas de motivación más autodeterminadas, y positivamente con los tipos menos autodeterminados de motivación (Vallerand y Losier, 1999). Un ejemplo de emoción negativa sería la ansiedad (Levesque, Copeland, Pattie y Deci, 2010), por lo que diversos estudios han evaluado la relación entre las regulaciones motivacionales y la ansiedad estado competitiva o con la ansiedad precompetitiva. Para la ansiedad estado competitiva López (2011) mostró que los niveles de ansiedad se relacionaban con la motivación extrínseca en un grupo de animación deportiva de elite, pero no halló ninguna relación significativa para el grupo en formación. Kolayis (2012) demostró que la no motivación predice positivamente la ansiedad. Respecto a la ansiedad precompetitiva Quinlan (2010) no halló relación entre las regulaciones motivacionales y la autoconfianza precompetitiva. Por su parte Amado y colaboradores (2012) mostraron relación positiva entre la no motivación y la ansiedad somática precompetitiva, mientras que la motivación intrínseca no lo hizo ni con la ansiedad ni con la autoconfianza. Contrariamente Amado, Sánchez-Miguel, Leo, Sánchez-Oliva y García-Calvo (2013) con modelos de ecuaciones estructurales identificaron que la motivación intrínseca y la no motivación predicen positivamente la ansiedad precompetitiva (agrupando tanto la somática como la cognitiva). Montero-Carretero, Moreno-Murcia, González-Cutré y Cervelló-Gimeno (2013) mostraron que la motivación autodeterminada (medida a través de un índice) predice la dirección de autoconfianza. Finalmente Zarauz y Ruiz-Juan (2014) constataron que la no motivación predice positivamente la ansiedad somática y cognitiva precompetitivas.

Si bien diversas investigaciones han abordado el estudio de covariables de la ansiedad precompetitiva (e.g. Amado et al., 2012; Amado et al., 2013; Montero-Carretero et al., 2013; Quinlan, 2010; Zarauz y Ruiz-Juan, 2014) ofreciendo apoyo empírico para algunas de las relaciones incluidas en el modelo que aquí se propone, pocas lo han hecho desde la unión de la TAD y la TML, y/o evaluando las relaciones de manera secuencial dentro de un modelo de ecuaciones estructurales.

Basados en la secuencia propuesta por Vallerand (1997) y en los supuestos teóricos de Deci y Ryan (1987), el objetivo general del presente estudio fue poner a prueba dos modelos que examinan de forma secuencial las relaciones entre la percepción del clima motivacional creado por el entrenador (clima de implicación en la tarea y clima de implicación en el ego), las orientaciones de meta (orientación a la tarea y orientación al ego), las regulaciones motivacionales (motivación autónoma, motivación controlada y no motivación), y las consecuencias de ansiedad y autoconfianza precompetitivas, tanto en la dimensión de intensidad (modelo 1, Figura 1) como en la dimensión de dirección (modelo 2, Figura 2). Además, como objetivo específico se tiene evaluar el papel mediador de las orientaciones de meta y de las regulaciones motivacionales, entre la percepción del clima motivacional creado por el entrenador y las consecuencias de ansiedad y autoconfianza precompetitivas de ambos modelos puestos a prueba (Figuras 1 y 2).

Concretamente se hipotetiza que: 1) La percepción de un clima de implicación en la tarea actuará como un predictor positivo de la orientación a la tarea. 2) La percepción de un clima de implicación en el ego actuará como un predictor positivo de la orientación al ego. 3) La orientación a la tarea será un predictor positivo de la motivación autónoma, y negativo de la no motivación. 4) La orientación al ego será un predictor positivo de las formas de motivación menos autodeterminadas (motivación controlada y no motivación). 5) La motivación autónoma será un predictor positivo de la intensidad de autoconfianza precompetitiva (modelo 1, Figura 1), y de la dirección de autoconfianza precompetitiva (modelo 2, Figura 2). 6) La motivación controlada predecirá positivamente la intensidad de ansiedad cognitiva precompetitiva (modelo 1), y negativamente la dirección de autoconfianza precompetitiva (modelo 2). 7) Finalmente, la no motivación hacia la práctica deportiva predecirá positivamente tanto la intensidad de ansiedad precompetitiva (somática y cognitiva) (modelo 1), como la dirección de ansiedad (modelo 2).

 

Método

Participantes

La muestra del estudio estuvo compuesta por un total de 211 deportistas universitarios de ambos géneros (54.7% mujeres y 45.3% hombres) de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Su edad cronológica osciló entre 17 y 28 años (M = 19.97 años, DT = 2.01). Todos ellos eran practicantes de diferentes modalidades deportivas tales como atletismo (n = 19), baloncesto (n = 37), balonmano (n = 8), béisbol (n = 17), futbol soccer (n = 67), halterofilia (n = 10), natación (n = 16), softbol (n = 12), tochito (n = 25), con una experiencia previa de práctica en su deporte de 6.3 años en promedio (DT = 5.1).

Instrumentos

Para medir la percepción de los deportistas del clima motivacional que genera el entrenador en su contexto deportivo se utilizó el Cuestionario de Clima Motivacional Percibido en el Deporte (Perceived Motivational Climate in Sport Questionnaire, PMCSQ-2; Newton, Duda y Yin, 2000) en su versión traducida al español y adaptada al contexto mexicano (López-Walle, Balaguer, Castillo y Tristán, 2011). Está compuesto por 24 ítems, 11 de ellos miden la percepción del clima de implicación en la tarea (e.g. "Los deportistas se ayudan entre sí para aprender"), y 13 miden la percepción del clima de implicación en el ego (e.g. "El entrenador/a sólo felicita a los deportistas cuando destacan unos de otros"). La forma de responderlo es mediante una escala tipo Likert de cinco puntos que oscila desde nunca (1) a siempre (5). La validez del cuestionario en este estudio a través de la muestra analizada ha sido satisfactoria con valores de Χ2/gl = 1.97; RMSEA = .07; NFI = .90; CFI = .94; así como la fiabilidad de las subescalas las cuales ofrecieron alfas de Cronbach mayores de .83.

Para medir las tendencias individuales sobre la orientación de meta en el deporte se utilizó el Cuestionario de Orientación al Ego y a la Tarea en el Deporte (Task and Ego Orientation in Sport Questionnaire, TEOSQ; Duda, 1989) en su versión traducida al español, y adaptada al contexto mexicano (López-Walle, Balaguer, Meliá, Castillo y Tristán, 2011). El cuestionario está compuesto por 13 ítems, y se divide en dos escalas que miden la orientación a la tarea (e.g. "Me siento con más éxito en mi deporte cuando aprendo un nuevo ejercicio y me impulsa a practicar más") y la orientación al ego (e.g. "Me siento con más éxito en mi deporte cuando soy el único que puede hacer los ejercicios o técnicas en cuestión"). Las respuestas se hallan en una escala tipo Likert de cinco puntos que oscila desde muy en desacuerdo (1) a muy de acuerdo (5). La validez del cuestionario en este estudio a través de la muestra analizada ha sido satisfactoria con valores de Χ2/gl = 1.72; RMSEA = .06; NFI = .94; CFI = .97; así como la fiabilidad de las subescalas puesto que los valores de alfa de Cronbach se situaron por encima de .82.

Las regulaciones motivacionales hacia la práctica deportiva se evaluaron mediante la Escala de Motivación en el Deporte (Sport Motivation Scale, SMS; Pelletier, Fortier, Vallerand, Tuson, Brière y Blais, 1995) en su versión traducida al español (Balaguer, Castillo y Duda, 2007). Está compuesta por 28 ítems que, en línea con la TAD (Deci y Ryan, 2000) y con estudios previos (e.g. Vansteenkiste, Zhou, Lens y Soenens, 2005), se pueden agrupar en tres factores. Así se evaluó la motivación autónoma pidiendo a los deportistas que indicaran si practicaban su deporte por razones intrínsecas (e.g. "Por el placer de aprender nuevas técnicas de entrenamiento") o razones identificadas (e.g. "Porque es una de las mejores formas que tengo para desarrollar otros aspectos de mí mismo"); la motivación controlada pidiendo que indicaran si practicaban su deporte por razones externas (e.g. "Por el prestigio de ser un deportista") o introyectadas (e.g. "Porque necesito hacer deporte para sentirme bien conmigo mismo"); y la no motivación (e.g. "Ya no lo sé, siento que soy incapaz de tener éxito en este deporte"). Las respuestas se recogen en una escala tipo Likert de siete puntos que oscila desde no se corresponde en absoluto (1) hasta se corresponde totalmente (7). Para la presente investigación se creó la motivación autónoma compuesta por el promedio de motivación intrínseca y regulación identificada; y la motivación controlada compuesta por el promedio de regulación externa e introyectada. La validez de la escala en este estudio a través de la muestra analizada ha sido satisfactoria con valores de Χ2/gl = 1.81; RMSEA = .07; NFI = .91; CFI = .95; así como la fiabilidad de los factores puesto que los valores de alfa de Cronbach se situaron por encima de .71.

Para evaluar la intensidad de los síntomas de ansiedad precompetitiva se empleó el Inventario de Ansiedad Estado Competitiva-2 Revisado (Revised Competitive State Anxiety Inventory-2, CSAI-2R; Cox, Martens y Rusell, 2003) en su versión traducida al español, y adaptada al contexto mexicano (Pineda-Espejel, López-Walle y Tomás, 2014). Consta de 17 ítems agrupados en tres factores: ansiedad somática (e.g. "Estoy muy inquieto"), ansiedad cognitiva (e.g. "Me preocupa perder") y autoconfianza (e.g. "Tengo confianza de hacerlo bien"). Las respuestas se recogen en una escala tipo Likert de cuatro puntos que oscila desde nada (1) a mucho (4). La validez del inventario en este estudio a través de la muestra analizada fue satisfactoria con valores de Χ2/gl = 1.49; RMSEA = .05; NFI = .96; CFI = .98; así como la fiabilidad de las subescalas la cual fue mayor de .79.

Por último, para medir el grado en que la intensidad experimentada de cada síntoma de ansiedad precompetitiva es interpretado como facilitador (favorece) o debilitador (perjudica) para su rendimiento deportivo, se utilizó la escala de dirección (Jones y Swain, 1992) traducida al español y adaptada al contexto mexicano (Pineda-Espejel et al., 2014) incluida para los ítems del CSAI-2R. En dicha adaptación los factores de interpretación de ansiedad cognitiva y ansiedad somática se agrupan en un sólo factor, por lo que el inventario está compuesto de dos dimensiones (interpretación de ansiedad e interpretación de autoconfianza). Las respuestas se recogen en una escala que va de -3 (muy perjudicial) a +3 (muy benéfica). La puntuación negativa denota un estado poco facilitador, la puntuación positiva advierte un estado facilitador, y la puntuación cero indica que la intensidad no tiene importancia para el rendimiento. La validez de la escala de dirección del inventario en este estudio a través de la muestra analizada ha sido satisfactoria con valores de Χ2/gl = 1.58; RMSEA = .05; NFI = .95; CFI = .98; así como la fiabilidad de los dos factores con valores alfa de Cronbach mayores de .84.

Procedimiento

Previo a la recolección de los datos se contactó con los coordinadores de deportes para solicitar el permiso, conocer los calendarios de competición y seleccionar a los equipos que participarían en el estudio resultando 21 equipos de un total de nueve modalidades deportivas. Tras explicar los objetivos del proyecto y al contar con su aprobación, se contactó con los entrenadores de dichos equipos con la finalidad de informarles del proyecto y programar las fechas para aplicar los instrumentos en cada una de las modalidades deportivas dentro de la temporada agosto-diciembre 2012.

El protocolo de actuación para la obtención de datos fue similar en todos los participantes implicados en la investigación. Siguiendo los hallazgos de Martens y colaboradores (1990), Wiggins (1998), Kais y Raudsepp (2005), y Cox (2009), los deportistas fueron convocados a contestar los cuestionarios durante las 24 horas previas a una competición según el horario señalado por el entrenador. El investigador principal estuvo presente en el momento de la aplicación para proporcionar las instrucciones y poder responder las dudas que pudieran surgir por parte de los deportistas. Se informó a los deportistas respecto a la confidencialidad de las respuestas a nivel individual, así como de la necesidad de responder con honestidad. Igualmente se les explicó que responder a los cuestionarios suponía aceptar la participación voluntaria en la investigación.

Análisis de datos

En primer lugar, se realizaron análisis preliminares para evaluar la validez (estructura factorial) y fiabilidad de los instrumentos utilizados en la muestra del estudio, así como el cálculo de estadísticos descriptivos. Se efectuaron análisis factoriales confirmatorios (AFCs) de los instrumentos utilizados, con la finalidad de ofrecer evidencia de validez basada en la estructura interna, en la muestra del estudio. Dichos análisis se realizaron con el programa LISREL 8.8 (Jöreskog y Sörbom, 2006). Atendiendo a la naturaleza ordinal de las variables, se utilizó máxima verosimilitud como método de estimación (Bentler, 1995), y las matrices de correlaciones policóricas y de covarianzas asintóticas como matrices input. Para evaluar el ajuste entre los modelos teóricos planteados y la matriz de datos recogida se utilizaron diferentes índices: X2, X2/gl, NFI (Normed Fit Index), CFI (Comparative Fit Index), y RMSEA (Root Mean Square Error of Approximation).

Para evaluar la fiabilidad de las escalas se utilizó el coeficiente alfa de Cronbach. Se estimaron estadísticos descriptivos (media y desviación típica), se realizaron análisis correlacionales entre las variables del estudio utilizando el coeficiente Rho de Spearman, y se realizaron análisis diferenciales por género (método U de Mann-Whitney) para cada variable dada su distribución no normal estimada a partir de la prueba de Kolmogorov-Smirnov (p < .05). Todos los análisis comentados se realizaron con el programa SPSS 19.0.

Para poner a prueba los modelos hipotetizados se usaron modelos de ecuaciones estructurales con el programa LISREL 8.80 (Jöreskog y Sörbom, 2006). Dado el reducido tamaño muestral, el análisis se realizó con variables observadas, utilizando como método de estimación el de máxima verosimilitud robusta, y como input las matrices de correlaciones de Pearson y de covarianzas asintóticas (esta última para corregir la falta de normalidad de las variables). Para evaluar el ajuste entre los modelos teóricos planteados y la matriz de datos recogida se utilizaron los mismos índices de bondad de ajuste descritos para los AFCs: Χ2, Χ2/gl, NFI, CFI, y RMSEA. Para el ratio Χ2/gl valores por debajo de 2 indican muy buen ajuste del modelo, mientras que los situados por debajo de 5 son considerados aceptables (Hu y Bentler, 1999). Para los índices incrementales NFI y CFI se consideran aceptables valores superiores a 0.85 (Ntoumanis, 2001), mientras que valores superiores o iguales a 0.90 indicarían que el ajuste del modelo evaluado es satisfactorio (Batista-Foquet y Coenders, 2000; Jöreskog y Sörbom, 1993). El criterio para interpretar el índice RMSEA sugiere que valores menores o iguales a 0.05 indican un ajuste muy próximo al modelo, valores iguales o menores a 0.08 indican un ajuste aceptable al modelo (Browne y Cudeck, 1993; Browne y Du Toit, 1992).

Finalmente, se pusieron a prueba los efectos de mediación. De acuerdo con Taylor, Mackinnon y Tein (2008), en la mediación se pueden encontrar modelos de mediación simple (con un solo mediador, y por tanto con dos path o senderos), o bien modelos de doble mediación (con dos mediadores, y por tanto con tres path o senderos). Los modelos hipotetizados en este estudio representan modelos de doble mediación, ya que incluyen dos mediadores (orientación de meta y regulación motivacional) en la cadena de medición entre la variable independiente (clima motivacional) y las variables dependientes (ansiedad y autoconfianza precompetitivas, ya sea en intensidad o en dirección). Por ello, para evaluar los efectos de mediación se utilizó una generalización del test de Sobel (1982) al contexto de mediación múltiple para evaluar el efecto de doble mediación (ver Taylor et al., 2008). En los casos en los que no se confirmó la doble mediación, el efecto de mediación simple fue evaluado utilizando la formulación original del test de Sobel. En ambos casos se calcularon intervalos de confianza para el efecto de mediación al 95%, sumando y restando 1.96 veces el error típico al estimador del efecto de doble mediación (b1b2b3), o al estimador del efecto de mediación simple (b1b2), respectivamente. Si el intervalo de confianza estimado no incluye el cero, se rechaza la hipótesis nula, confirmando por tanto el efecto de mediación.

Adicionalmente, en los casos en los que se confirmó el efecto de mediación (tanto doble mediación como mediación simple), se evaluó si dicha mediación era total o parcial. Para ello, en cada caso particular, se ponía a prueba un modelo en el que, además de todos los efectos especificados en el modelo hipotetizado (M1 ó M2), se incluía el efecto directo de la variable independiente sobre la variable dependiente (τ). Si dicho efecto directo resultaba ser estadísticamente significativo, se confirmaba la mediación parcial. En caso de que el efecto directo no resultara estadísticamente significativo, se confirmaba la mediación total.

 

Resultados

Descriptivos, correlaciones, fiabilidad de las escalas, y análisis diferenciales por género

Los estadísticos descriptivos (media y desviación típica), la matriz de correlaciones de Spearman entre las variables del estudio, y los coeficientes de fiabilidad de las escalas se presentan en la tabla 1. La fiabilidad de todas las escalas fue adecuada puesto que osciló entre .71 y .92, situándose por encima del criterio de .70 determinado para las escalas del dominio psicológico (Nunnally, 1978).

Las correlaciones, con respecto a las hipótesis planteadas, mostraron que el clima de implicación en la tarea se relaciona positivamente con la orientación a la tarea, ésta a su vez correlacionó positivamente con la motivación autónoma y negativamente con la no motivación. La motivación autónoma correlacionó positivamente con la autoconfianza en intensidad y dirección. La no motivación correlacionó positivamente con la intensidad de ansiedad somática y cognitiva y negativamente con la dirección de autoconfianza. Por otro lado el clima de implicación en el ego se relacionó positivamente con la orientación al ego, está a su vez con la no motivación la cual se asoció con la ansiedad somática y cognitiva.

Siguiendo con los análisis preliminares, se incluyeron análisis diferenciales en función del género. La diferencia entre las muestras de hombres y mujeres fue significativa para la intensidad de autoconfianza (U = 4436; rango promedio hombres = 117.29; rango promedio mujeres = 96.57, p < .05) y para la dirección de ansiedad (U = 4563; rango promedio hombres = 115.97; rango promedio mujeres = 97.68, p < .05). En las variables de clima motivacional, orientaciones de meta, y regulaciones motivacionales no se hallaron diferencias estadísticamente significativas. Por ello, los modelos hipotetizados se pusieron a prueba con la muestra total en su conjunto.

Modelos de ecuaciones estructurales

El modelo 1 (M1) evaluó la secuencia: clima motivacional, orientaciones de meta, regulación motivacional, e intensidad de ansiedad y autoconfianza precompetitivas. Las relaciones concretas definidas entre las variables del modelo aparecen en la Figura 1. Los resultados mostraron un ajuste satisfactorio entre los datos empíricos y el modelo propuesto, χ2 (25) = 12.00, ρ < .01; RMSEA = 0.00; NFI = .97; CFI = 1.00. Los parámetros de la solución estandarizada se presentan en la Figura 3 (por simplificar, se han incluido únicamente las relaciones que resultaron ser estadísticamente significativas). Los resultados obtenidos mostraron que el clima de implicación en la tarea predijo positivamente la orientación a la tarea (β = .51; p < .01), ésta predijo positivamente la motivación autónoma (β = .35, ρ < .01) y negativamente la no motivación (β = -.38; p < .01), finalmente la no motivación predijo positivamente tanto la intensidad de ansiedad cognitiva como la somática (β = .17; π < .05; β = .22; ρ < .01, respectivamente). Por otro lado, el clima de implicación en el ego predijo la orientación al ego (β = .20, p < .01). El modelo propuesto representó el 8.1% de la varianza de la orientación a la tarea, el 1.7% de la varianza de la motivación autónoma, el 2.6% de la varianza de la no motivación; y el resto de las variables representaron menos del 1% de la varianza.

El modelo 2 (M2) evaluó la secuencia: clima motivacional, orientaciones de meta, regulación motivacional, y dirección de ansiedad y autoconfianza precompetitivas. Las relaciones concretas definidas entre las variables del modelo aparecen en la Figura 2. Los resultados mostraron índices de bondad de ajuste aceptables entre los datos y el modelo: χ2(16) = 43.13, ρ < .01; RMSEA = .08; NFI = .88; CFI = .91. Los parámetros de la solución estandarizada se presentan en la Figura 4 (por simplificar, se han incluido únicamente las relaciones que resultaron ser estadísticamente significativas). En particular el clima de implicación en la tarea predijo positivamente la orientación a la tarea (β = .51; p < .01), ésta predijo positivamente la motivación autónoma (β = .35; ρ < .01) y negativamente la no motivación (β = -.38; ρ < .01); la motivación autónoma predijo la dirección facilitadora de autoconfianza (β = .28; ρ < .01). Por su parte el clima de implicación en el ego predijo positivamente la orientación al ego (β = .20; ρ < .01), y ésta predijo positivamente la no motivación (β = .13; ρ < .05). Finalmente, la motivación controlada predijo negativamente la dirección facilitadora de autoconfianza (β = -.23, ρ < .05). Las varianzas explicadas de la orientación a la tarea, motivación autónoma y no motivación fueron del 8.1%, 1.5% y 2% respectivamente; el resto de las variables representaron menos del 1% de la varianza explicada.

Efectos de mediación

Teniendo en cuenta los resultados presentados en el apartado anterior, en el M1 se identificaron dos efectos de doble mediación. Por un lado, el efecto de doble mediación que presenta el clima de implicación en la tarea sobre la intensidad de ansiedad cognitiva a través de la orientación a la tarea y la no motivación; y por otro lado el efecto que presenta el clima de implicación en la tarea sobre la intensidad de ansiedad somática a través de la orientación a la tarea y la no motivación (Figura 5). Para el primer caso (clima tarea-orientación tarea-no motivación-intensidad de ansiedad cognitiva) no se confirma la doble mediación, ya que el intervalo de confianza estimado para este efecto de doble mediación (b1b2b3 = .51*(-.38)*.17 = -0.033; IC 95% = [-.067, .001]) incluye el valor cero. Mientras que para el segundo caso (clima tarea-orientación tarea-no motivación-intensidad de ansiedad somática) se confirma la doble mediación, ya que el intervalo de confianza (IC) estimado para el efecto de doble mediación (b1b2b3 = -.043; IC 95% = [-.079, -.006]) no incluye el valor cero. Además se confirmó que dicho efecto de mediación era total (τ = -.05, ρ > .05). En el modelo 1 (M1) también se identificó un efecto de mediación simple; concretamente, el efecto de orientación a la tarea como mediador de la relación entre clima de implicación en la tarea y la motivación autónoma. Los resultados confirmaron dicho efecto de mediación (b1b2= .179; IC 95% = [.117, .256]) el cual fue parcial (τ = .32, ρ < .01).

En el modelo 2 (M2) se identificó un efecto de doble mediación. Concretamente el efecto que ejerce el clima de implicación en la tarea sobre la dirección de autoconfianza precompetitiva a través de la orientación a la tarea y la motivación autónoma (Figura 6). Dicho efecto de doble mediación fue confirmado (b1b2b3= .51*.35*.28 = .049; IC 95% = [.012, .095]), resultando ser una mediación parcial (τ = .19, ρ < .01). En el modelo (M2) también se identificaron dos efectos de mediación simple. En primer lugar se confirmó el papel mediador de orientación a la tarea en la relación entre clima de implicación en la tarea y no motivación (b1b2= -.193; IC 95% = [-.275, -.120]), que resultó ser una mediación parcial (τ = .32, ρ < .01). En segundo lugar se evaluó el papel mediador de la orientación al ego en la relación entre el clima de implicación en el ego y la no motivación (b1b2= .026; IC 95% = [-.005, .057]), concluyendo que este efecto de mediación no resultó significativo.

 

Discusión

En nuestro interés por conocer los factores situacionales y disposicionales que intervienen en la intensidad y dirección de la ansiedad y la autoconfianza precompetitivas, se pusieron a prueba dos modelos basados en la teoría de las metas de logro (Ames, 1992; Nicholls, 1989) y en la teoría de la autodeterminación (Deci y Ryan, 1985, 2000; Ryan y Deci, 2000) que proponían la siguiente secuencia: clima motivacional percibido creado por el entrenador (clima de implicación en la tarea y clima de implicación en el ego), orientaciones de meta (orientación a la tarea y orientación al ego), regulaciones motivacionales (motivación autónoma, motivación controlada y no motivación) y consecuencias de ansiedad y autoconfianza precompetitivas (en sus dimensiones de intensidad y dirección) en deportistas universitarios; donde también se evaluaba el papel mediador hipotetizado de las orientaciones de meta y regulaciones motivacionales.

Los resultados de los análisis realizados con modelos de ecuaciones estructurales confirman parcialmente las relaciones hipotetizadas en los modelos puestos a prueba. Dentro de los modelos 1 y 2 se comprueba la primera hipótesis, dando apoyo a la TML (Ames, 1992; Nicholls, 1989), puesto que los resultados obtenidos muestran que el grado en el que los deportistas perciben que sus entrenadores crean un clima implicado en la tarea, en el cual se enfatiza el aprendizaje y los errores son considerados como parte de este proceso, favorecen a que el deportista tenga una orientación a la tarea, es decir que se defina competente a través de criterios autoreferidos tales como aprender o mejorar una técnica deportiva. Estos resultados coinciden con los obtenidos en estudios previos (e.g. Balaguer et al., 2011; Cecchini et al., 2004, 2005; Cervelló et al., 2002; Holgado et al., 2010; Moreno et al., 2010; Reyes, 2009; Smith et al., 2006, 2008, 2009).

Para la segunda hipótesis los resultados confirman que la percepción del deportista de que su entrenador enfatiza el resultado de la competición, grita ante los errores y castiga a los deportistas cuando fallan, esto predice que el deportista se sienta competente sólo cuando demuestra que es superior a los demás o igual pero realizando menos esfuerzo. Esto va en línea con los supuestos teóricos de la TML, y con evidencia empírica previa (e.g. Balaguer et al., 2011; Cecchini et al., 2004, 2005; Cervelló et al., 2002; Holgado et al., 2010; Moreno et al., 2010; Smith et al., 2006, 2008, 2009).

Respecto a la tercera hipótesis ésta se confirma, ya que cuando se analiza el papel que juegan las orientaciones de meta sobre las regulaciones motivacionales se observa que si los deportistas creen que ser competente consiste en aprender y adquirir maestría deportiva a través del esfuerzo y trabajo diario, se establecen relaciones positivas con la motivación autónoma y negativas con la no motivación, revelando que esta forma de definir la competencia o habilidad favorece a la calidad de la motivación en estos deportistas. Esto es, una orientación a la tarea se relaciona con los intereses individuales y valores personales hacia la práctica deportiva, lo que hace que la actividad sea volitiva. Esto concuerda con evidencia empírica previa (e.g. Balaguer et al., 2011; Moreno et al., 2007; Ntoumanis, 2001; Standage et al., 2003), y va en línea con los marcos teóricos en los que se apoya este estudio, puesto que cuando los deportistas utilizan criterios autoreferenciados para definir éxito se focalizan en la actividad para adquirir maestría, por lo que la encontrarán interesante (Nicholls, 1989), y contribuyen a desarrollar un sentido de autonomía (Duda, 2001).

La cuarta hipótesis se confirma parcialmente, ya que la orientación al ego no predijo la motivación controlada en ambos modelos. Tal falta de asociación se puede justificar por lo sugerido por Nicholls (1989) respecto a que con alta orientación al ego, si la percepción de competencia o habilidad es alta, las conductas negativas pueden emerger con menor intensidad. Esta alta percepción de competencia se puede inferir de forma indirecta a través de los altos valores de las medias de motivación autónoma y de autoconfianza presentados en esta muestra de deportistas. Al respecto, hay que recordar que la internalización relativa de las actividades motivadas extrínsecamente también es una función de la competencia percibida (Ryan y Deci, 2000), y que la autoconfianza incrementa la percepción de habilidad (Besharat y Pourbohlool, 2011). No obstante, dado que la percepción de competencia no fue medida directamente en este estudio, se sugiere considerarla en próximas investigaciones. De estos resultados se reafirma lo apuntado por Deci y Ryan (2000) en cuanto a que la relación entre orientación al ego y los diferentes tipos de motivación extrínseca es poco clara.

Por otro lado, los resultados en el modelo 2 sugieren que definir que se es competente mediante patrones normativos, como demostrar superioridad frente a otros (orientación al ego), se asocia con la falta de intención de actuar en el deporte. Lo dicho soporta los planteamientos de Nicholls (1989) en los que se sostiene que la orientación al ego se asocia con respuestas motivacionales poco adaptativas, y concuerda con aproximaciones de trabajos anteriores (e.g. Brunel, 1999; Moreno et al., 2007). Esto puede atribuirse a que a los deportistas orientados al ego les resulta difícil una motivación autónoma, ya que les interesa la obtención de un éxito normativo, de modo que cuando dejan de mostrar superioridad frente a los demás pueden cuestionarse si deberían seguir practicando su deporte.

La quinta hipótesis es confirmada parcialmente puesto que una motivación autónoma no predice la autoconfianza en estos deportistas antes de una competición, aunque a nivel de correlación bivariada si se evidenció una relación positiva y significativa. En contraste, estudios como el de Quinlan (2010) no evidenciaron relación entre estas variables a nivel de correlación bivariada, al tiempo que aproximaciones como el trabajo de Amado y colaboradores (2012) tampoco evidenciaron relación entre motivación intrínseca y autoconfianza, de forma que no queda clara su asociación. Por lo que se invita a seguir estudiando en este camino que conduzca a apoyar la idea de Deci y Ryan (1991) respecto a que las personas cuya motivación es autónoma revelan más confianza que las personas que son meramente controladas para una acción. En este estudio, la falta de predicción de la motivación autónoma sobre la autoconfianza pudo deberse a que esta variable mostró diferencias significativas con respecto al género, siendo los hombres quienes más intensidad de autoconfianza manifestaron, situación que guarda estrecha relación con los supuestos teóricos de la ansiedad estado competitiva (Martens et al., 1990) y con estudios previos (e.g. Jones et al., 1991; Ruiz-Juan y Zarauz, 2013; Vosloo et al., 2009; Zarauz y Ruiz-Juan, 2014).

Por otro lado, la motivación autónoma predice la dirección de autoconfianza, de modo que se añade que practicar deporte por los beneficios a la salud que éste pueda generar, y por el placer y disfrute que ofrece la propia actividad, favorece a que en situaciones precompetitivas estos deportistas interpreten su percepción de que es capaz de afrontar el reto de la competición como favorable para su actuación en competición. Esto concuerda con aproximaciones de estudios previos como el de Montero-Carretero y colaboradores (2013), y va en línea con lo señalado por Ryan y Conell (1989) sobre que las regulaciones más autónomas se asocian con una variedad de resultados positivos.

Siguiendo con la sexta hipótesis, ésta se confirma parcialmente ya que la secuencia no apoya que la motivación controlada prediga la ansiedad cognitiva, aunque a nivel de correlación bivariada si se da tal relación de forma significativa; esto concuerda con parte de los resultados del trabajo de López (2011) quien no obtuvo relación entre la motivación extrínseca y la ansiedad estado en practicantes del nivel de formación deportiva pero sí con las de alto nivel. En este sentido, la heterogeneidad del nivel de rendimiento presente en el deporte universitario pudo haber influido en la falta de relación entre estas variables dentro del modelo secuencial, lo que lleva a sugerir futuros estudios que ayuden a esclarecer tal asociación. Por otro lado se confirma que en esta muestra de estudio el practicar deporte por la obtención de refuerzos materiales y por obligaciones impuestas por otros o por uno mismo para evitar sentimientos de culpa o vergüenza, hacen que en situaciones de precompetición estos deportistas interpreten sus percepciones de autoconfianza como menos facilitadoras o más perjudiciales para su rendimiento.

La última hipótesis se confirma parcialmente puesto que la no motivación es predictora tanto de la ansiedad somática como de la ansiedad cognitiva, lo que concuerda con aproximaciones de otros estudios (e.g. Amado et al., 2012; Amado et al., 2013; Zarauz y Ruiz-Juan, 2014), y guarda relación con los supuestos teóricos de la teoría de la autodeterminación, en el sentido de que se espera que las emociones negativas se asocien con las formas menos autodeterminadas de motivación (Vallerand y Lossier, 1999). Esto se debe a que un deportista puede no estar motivado porque no se siente competente en su deporte, por tanto tendrá incertidumbre con respecto a los resultados que se esperan de él generándole mayor nerviosismo y tensión muscular, además mayor número de pensamientos negativos sobre las consecuencias de sus resultados. Sin embargo, la no motivación no predice la dirección de ansiedad, lo que puede obedecer a que la muestra de estudio interpretó los síntomas de ansiedad precompetitiva como poco debilitadores o poco facilitadores, más que totalmente debilitadores del rendimiento. Quizá la autoconfianza, a través de la valoración positiva y la interpretación de los síntomas relacionados con la ansiedad experimentada antes de la competición, ayude a los deportistas a percibir la ansiedad como facilitadora y hacer frente a ella de mejor forma (Jones, 1995). En este sentido, parece que la autoconfianza juega un papel importante dado que se caracteriza por una alta expectativa de éxito.

En línea con Ramis, Torregrosa, Viladrich y Cruz (2013), para completar la red nomológica de la autodeterminación, se deberían también estudiar los consecuentes que una u otra regulación motivacional pueden tener sobre variables afectivas como la ansiedad competitiva. Así, el presente trabajo ha aportado dos modelos que integran la teoría de las metas de logro (Ames, 1992; Dweck, 1999; Nicholls, 1989) y la teoría de la autodeterminación (Deci y Ryan, 1985, 2000, 2008) para explicar la ansiedad y autoconfianza precompetitivas desde sus enfoques multidimensional (Martens et al., 1990) y de direccionalidad (Jones, 1995). Ello como un fenómeno secuencial mediante modelos de ecuaciones estructurales, lo cual no había sido analizado hasta la fecha.

 

Conclusiones

De tal forma, atendiendo a los modelos en su totalidad y a los efectos de mediación resultantes, este estudio aporta evidencia dentro del deporte universitario de que la percepción de que el entrenador valora el aprendizaje y la mejora de las técnicas deportivas, tiene un efecto negativo indirecto sobre la ansiedad somática precompetitiva, y quien sirve de eslabón en dicha relación son la orientación a la tarea y la ausencia de no motivación hacia la práctica deportiva. El mismo efecto no se da sobre la ansiedad cognitiva. Lo cual significa que si estos deportistas perciben que el entrenador fomenta el trabajo en equipo y valora el aprendizaje, esto hace que antes de una competición el deportista manifieste menos síntomas del incremento de la activación del sistema nervioso (e.g. sudoración en manos, tensión muscular, aumento de la frecuencia cardiaca), siempre y cuando el deportista defina que es competente bajo criterios autoreferenciados y no tenga falta de intención de practicar. Pero el mismo clima motivacional generado por el entrenador no confirma que disminuya los pensamientos e imágenes negativas sobre la actuación antes de la competición cuando el deportista está orientado a la tarea y con ausencia de no motivación. Una posible respuesta a la evidencia de que el clima de implicación en la tarea tiene un efecto negativo indirecto sobre la ansiedad somática, y ningún efecto indirecto sobre la ansiedad cognitiva, puede obedecer a que, como lo sugirieron Martens y colaboradores (1990), en el contexto deportivo se considera que la ansiedad somática es una respuesta condicionada a estímulos ambientales (e.g. clima motivacional), mientras que la ansiedad cognitiva estaría relacionada con factores personales como la habilidad percibida.

Además se aporta que cuando estos deportistas perciben que el entrenador genera un clima enfocado en el proceso en lugar del resultado, facilita de forma directa que los deportistas interpreten las percepciones de que pueden hacer frente al desafío de la competición como positivas o favorecedoras para su desenvolvimiento en competición. Esto mismo se produce de forma indirecta a través de una definición de competencia autoreferenciada y de practicar deporte por razones volitivas. Con base en lo teorizado por Jones (1995), el efecto positivo ulterior será que el deportista intensifique sus esfuerzos con vistas a alcanzar su objetivo, refuerce su percepción de competencia y le posibilite controlar las emociones negativas de forma efectiva.

Para estos deportistas parece que la forma de motivación más positiva sería la autónoma ya que ayuda a interpretar las percepciones de autoconfianza como favorables para su desempeño en competición, mientras que la motivación controlada tiene el efecto contrario. Ahora bien, la vía para contribuir a que estos deportistas se involucren en su deporte por voluntad propia, ya sea porque lo valoran o porque lo disfrutan, será, de forma directa, a través de la percepción de un clima de implicación en la tarea, pero también de forma indirecta en la que el puente para tal efecto se da a través de la definición de competencia autoreferida (e.g. por medio del aprendizaje y que se enfoque en mejorar día a día gracias al esfuerzo). Aunque estudios han evaluado el efecto mediador de las orientaciones de meta en la relación entre el clima motivacional y las regulaciones motivacionales (e.g. Balaguer et al., 2011), estos lo han hecho con las regulaciones motivacionales separadas, mientras que el presente trabajo lo ha probado con los tres tipos de motivación propuestas por la TAD, apoyando lo apuntado por Deci y Ryan (1987) de que una motivación autónoma depende más de razones personales y llega a ser facilitada por eventos contextuales.

En general, los resultados dan soporte a lo señalado por Ames (1992) de que el clima o ambiente psicológico es un factor crítico en la predicción de los componentes cognitivos de la motivación. Así mismo, apoyan los planteamientos de Nicholls (1989) en los que se defiende que la orientación a la tarea está asociada con respuestas conductuales y afectivas más adaptativas, mientras que parece que la orientación al ego lo hace con las menos adaptativas.

Cabe señalar que este estudio presenta limitaciones, tales como la utilización de un diseño transversal de investigación, el cual no permite establecer relaciones de causalidad entre las variables. Sería interesante realizar estudios longitudinales futuros para entender con mayor profundidad las posibles implicaciones aplicadas que puede tener este modelo en el contexto deportivo, dado que los tipos de competiciones hacen que la ansiedad sea relativamente inestable. Otra limitación ha sido el reducido tamaño de la muestra, lo que lleva a sugerir futuras investigaciones que repliquen el estudio con muestras de mayor tamaño y de diferentes niveles de competencia; así mismo, que evalúen el efecto de la percepción de competencia en estas asociaciones, además de probar los modelos con base en el género, por las diferencias que suelen evidenciar la autoconfianza.

En conclusión la investigación ha confirmado parcialmente las relaciones hipotetizadas en los modelos. Así, bajo condiciones de éxito como el deporte universitario, el clima de implicación en la tarea generado por el entrenador tiende a producir mejoras en la interpretación de las emociones positivas previas a la competición, siempre y cuando el criterio de éxito sea autoreferido y las conductas hacia la práctica deportiva sean autónomas; y reduce los síntomas de ansiedad somática cuando el criterio de éxito es autoreferido y está ausente la falta de intención de practicar.

 

Aplicaciones prácticas

De los resultados de este estudio se derivan tanto implicaciones teóricas como prácticas al ámbito de la psicología del deporte en respuesta a la importancia de conocer los factores situacionales y disposicionales que rodean al deportista y que, como antecedentes, pueden conllevar a experimentar estados emocionales negativos (como la ansiedad) momentos previos a una competición deportiva.

Se ofrece información empírica que lleva a deducir que las señales implícitas y/o explícitas que perciben los deportistas de lo que crean los entrenadores durante los entrenamientos, tienen efectos positivos o negativos sobre las conductas, y sobre estados emocionales precompetitivos, por lo que se invita a que el entrenador genere un clima donde predomine el premiar el aprendizaje y la mejora de las habilidades técnico-deportivas, el valorar el esfuerzo durante los entrenamientos, el considerar los errores de ejecución como parte del proceso de aprendizaje, el fomentar el trabajo en equipo, y centrarse en el proceso de aprendizaje más que en el resultado del mismo, esto a favor de facilitar las razones volitivas para participar en el deporte, y favorecer resultados psicológicos adecuados para la competición, tales como la interpretación benéfica de la autoconfianza, y menores síntomas de ansiedad somática antes de la competición, con el fin ulterior de manifestar un rendimiento deportivo favorable durante la competición, ya que Craft, Magyar, Becker y Feltz (2003) han demostrado que la autoconfianza es la que predice mejores resultados deportivos; mientras que Smith, Smoll y Schutz (1990) han mostrado que elevada ansiedad llega a ser asociada con pobre rendimiento ; incluso disminuir el riesgo de lesiones deportivas (Zurita, Fernández, Cachón, Linares y Pérez, 2014).

 

Agradecimientos

Agradecemos a la Universitat de València, especialmente a la Unidad de Investigación de Psicología del Deporte que dirige la Dra. Isabel Balaguer, quien es co-responsable del proyecto de donde se soporta este artículo; y al Instituto Universitario de Investigación en Psicología de los Recursos Humanos, del Desarrollo Organizacional y de la Calidad de Vida Laboral (IDOCAL) de la Universitat de València, dirigido por el Dr. José María Peiró, por las facilidades prestadas para la estancia y análisis de los datos de esta investigación.

Este trabajo ha sido apoyado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), México.

 

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Dirección para correspondencia:
Heriberto Antonio Pineda Espejel
Esq. Av. Río Mocorito y Monclova s/n,
Ex-ejido Coahuila, Mexicali (México).
E-mail: antonio.pineda@uabc.edu.mx

Recibido: 02/07/2014
Aceptado: 03/04/2015

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