INTRODUCCIÓN
Las organizaciones españolas están iniciándose desde hace algunos años en el diseño e implementación de acciones de gestión y promoción de la salud por medio de la actividad física. Este hecho permite que sean además de un lugar de trabajo, un entorno de promoción de la actividad física encaminada a mejorar la productividad y mejorar la salud, por sus grandes beneficios físicos y psicológicos (Netz, Wu, Becker y Tenenbaum, 2005). Además, ha propiciado que las organizaciones y sus dirigentes se preocupen por la salud de sus empleados naciendo el concepto de organizaciones saludables, que se definen como aquellas organizaciones que realizan esfuerzos sistemáticos, planificados y proactivos para mejorar la salud de los empleados mediante buenas prácticas relacionadas con la mejora de las tareas (por ejemplo, con el diseño y rediseño de puestos), el ambiente social (por ejemplo con mejores canales de comunicación abierta) y la organización (estrategias de conciliación trabajo/vida privada) (Salanova, 2008; Salanova y Schaufeli, 2009). Los empleados saludables son los que integran estas organizaciones saludables y cuentan con fortalezas y capacidades psicológicas que pueden ser medidas, desarrolladas y gestionadas para conseguir la mejora del funcionamiento organizacional y el desempeño (Salanova, 2008). Y se identifican por ciertas características o fortalezas personales como son la autoeficacia, la esperanza, el optimismo y la resiliencia (Luthans y Youssef, 2004; Stanjovik, 2006), además del engagement (Salanova, 2008; Salanova, 2009). Las diferentes fortalezas del empleado saludable se relacionan positivamente con variables organizacionales y con variables que inciden en la salud de los empleados, como por el ejemplo el engagement positivamente con el liderazgo (Bamford, Wong y Laschinger, 2013), con el absentismo laboral (Palací, 2009), el desempeño (Lisbona, Morales y Palací, 2009), el contagio emocional (Acosta, Salanova y Llorens, 2011). La autoeficacia se relaciona positivamente con la motivación (Vera, Le Blanc, Taris y Salanova, 2014), desempeño y bienestar (Salanova, Martínez y Llorens, 2012). La resiliencia se relaciona positivamente con la productividad y el rendimiento (Meneghel, Salanova y Martínez, 2013). El optimismo se relaciona positivamente con la motivación y creatividad (Isen, 2002). Y la esperanza se relaciona positivamente con la salud, la satisfacción laboral y el rendimiento (Nelson y Simmons, 2006).
Por otro lado, la práctica de actividad física en el ámbito laboral ha ido progresivamente aumentando en las organizaciones debido en parte a la estrategia NAOS, que comenzó en el año 2005, y la cual desarrolla acciones o intervenciones, en diferentes ámbitos de la sociedad (familiar, educativo, empresarial, sanitario, laboral, comunitario) (Ministerio de Sanidad y Consumo, 2005). En este sentido la práctica de actividad física se relaciona positivamente con, la productividad laboral (De Miguel, Schweiger, De las Mozas y Hernández, 2011), percepción estado de salud y salud en general (Casimiro, Artés, Muyor y Rodriguez, 2011), entusiasmo y bienestar psicológico (Thøgersen-Ntoumani, Fox, y Ntoumanis, 2005), confianza (Díaz, Mena y Rebolledo, 2012), y satisfacción laboral (Gómez, Grimaldi, Bernal y Fernández, 2016; Gómez, Morales, Hernández y Muñoz, 2018), estabilidad emocional y optimismo (Boix, León y Serrano, 2017), mejores parámetros psicofisiológicos y sociales relacionados con dolores musculoesqueléticos, sensación de bienestar y relaciones interpersonales (Magno et al., 2019; Silva et al., 2019), Índice de masa corporal, el peso corporal, la masa grasa, colesterol, física fi aptitud y la calidad del sueño (Flahr, Brown y Kolbe-Alexander, 2018), capacidad de control del peso (Täuber, Mulder, y Flint, 2018).
Por otro lado, Gómez-Chacón (2017) demostró que en una muestra de tres empresas de diferentes sectores como la alimentación, informática y consultoría, las cinco variables del empleado saludable muestran índices significativamente mayores en los trabajadores que practican actividad física alta y moderada en relación con los no practicantes de actividad física.
Debido a los pocos estudios que relacionan la práctica de actividad física con empleados saludables en las organizaciones, el objetivo principal de este estudio es conocer la relación entre la práctica de actividad física y los empleados saludables y sus fortalezas. Este trabajo aporta el análisis de las fortalezas del empleado saludable relacionándolas con la práctica de actividad física, un hecho que se está estudiando en la actualidad y del que se disponen pocos estudios.
MATERIAL Y MÉTODOS
Participantes
Los participantes son los empleados de un centro deportivo-social de un municipio de la provincia de Sevilla, que tienen 65 empleados, obteniendo con un margen de error del 5 y nivel de confianza del 95%, n = 56. De los cuales 29 hombres y 27 mujeres entre 18 y 60 años, encontrándose 18 entre 18-30 años, 30 entre 30-45 años y 8 entre 45 y 60 años (Tabla 1).
La particularidad del centro es que una amplia mayoría trabaja en jornada parcial con n = 35, mientras que con jornada completa n = 21. Además, el 50% de los empleados que participaron en el estudio eran técnicos deportivos, mientras que el otro 50% pertenecían a servicios general y restauración.
Instrumentos
Para valorar la práctica de actividad física se utilizó el IPAQ que tiene aceptables propiedades de medición para usarse en diferentes lugares y en diferentes idiomas, y también que es aceptable y apropiado para investigaciones nacionales de participación en actividad física (Brown, Trost, Bauman, Mummery y Owen, 2004; Pardini y Matsudo, 2001). Diversos autores han llevado a cabo estudios en los cuales se ha estudiado las características psicométricas del IPAQ y confirmado su validez con una fiabilidad medida a través del alfa de Cronbach de 0.88 para la versión corta en español (Brown et al., 2004; Craig et al., 2003). Por otro lado, se clasificaron a los empleados en tres categorías, alta(1), media(2), y baja o no práctica de actividad física(3) según la actividad física desarrollada.
Además, se utilizó el cuestionario del empleado saludable (Salanova et al., 2012) en su versión reducida de ocho a cinco dimensiones llevada a cabo por Gómez-Chacón, García-Fernández, Morales-Sánchez y Hernández-Mendo (2020), donde se reduce de ocho dimensiones tales como, engagement vigor, engagement dedicación y engagement absorción, autoeficacia, resiliencia, optimismo, competencia mental y competencia emocional, a cinco dimensiones, tales como engagement, competencia, autoeficacia, resiliencia y emociones positivas. En ambos modelos, de ocho dimensiones y cinco dimensiones, muestran un buen ajuste, ya que los índices incrementales (CFI y NNFI) y el absoluto SRMR son superiores a .90 e inferior a .08 respectivamente (Gómez-Chacón, 2017). Mostrando una buena consistencia interna en el modelo de cinco dimensiones, obteniendo valores superiores a .80 en todas sus escalas, de modo que en emociones positivas = .87, en engagement = .92, en resiliencia = .83, en competencia = .88, y en autoeficacia = .87 (Gómez-Chacón, García-Fernández, Morales-Sánchez y Hernández-Mendo, 2020). El cuestionario consta de 40 preguntas siendo las seis primeras para medir el optimismo por medio de las emociones positivas con una escala tipo Likert de 7 puntos, donde 0 es nada y 6 es siempre. Las 18 siguientes miden el engagement con una escala tipo Likert de 7 puntos, donde 0 es nada y 6 es siempre. Las siete siguientes miden la resiliencia con una escala tipo Likert de 7 puntos, donde 0 es nada y 6 es siempre. Las tres siguientes miden la autoeficacia con una escala tipo Likert de 7 puntos, donde 0 es incapaces de hacerlo y 6 es seguro de hacerlo bien. Y las tres últimas miden la esperanza por medio de la competencia con una escala tipo Likert de 7 puntos, donde 0 es nada y 6 es siempre.
Diseño de investigación.
Se realizó un estudio cuantitativo descriptivo y de corte transversal. La información se obtuvo por medio de una muestra conveniente y no probabilística.
El estudio respeta los principios éticos de las investigaciones científicas y se han seguido los requisitos establecidos por la American Phychological Association (American Psycological Association, 2002).
Procedimiento
Se llevo a cabo una entrevista con el gerente del centro deportivo informando del proceso y los beneficios de llevar a cabo el estudio, en ese momento se diseñó un cuestionario en formato Google forms que se envió al gerente del centro deportivo, siendo éste el que enviara el enlace online a sus empleados. Las respuestas de los empleados se llevaron a cabo entre 21-28 de enero de 2019 y se recopilaron en un documento Excel.
Análisis de datos.
Se realizó la prueba de normalidad entre las variables del empleado saludable de la muestra respecto a los empleados que practican actividad física alta, moderada y baja. El cumplimiento nos lleva a realizar pruebas paramétricas ómnibus F de ANOVA en todas las dimensiones, excepto con las emociones positivas y actividad física alta y la autoeficacia y actividad física baja que se llevó a cabo pruebas no paramétricas ANOVA kruskal-wallis, estas pruebas se realizaron para comprobar si existen diferencias significativas en los sumatorios de las escalas del empleado saludable entre los tres niveles de práctica de actividad física.
Por último, se llevarán a cabo las pruebas post hoc que se realizan para concretar y detallar si existen diferencias significativas entre los diferentes grupos, es decir entre los tipos de actividad física; actividad física vigorosa, actividad física moderada y actividad física baja. En este caso se utiliza la corrección del α por Bonferroni, el método más utilizado y conocido, aunque más conservador.
Se llevaron a cabo todos los análisis con el programa estadístico SPSS 24.
RESULTADOS
El análisis descriptivo de los diferentes indicadores del empleado saludable con respecto a los tres niveles de actividad indica en primer lugar que en emociones positivas y actividad física alta el ítem 3 y 4 tienen la mayor puntuación con M = 5,14 y emociones positivas y actividad física baja el ítem 1 la menor puntuación con M = 2,13.
Con respecto al engagement y la de actividad física alta el ítem 9 tiene la puntuación más alta M = 5,67, y la puntuación más baja se encuentra en engagement con actividad física baja el ítem 2 con M = 2,75.
La resiliencia y la actividad física alta tienen en su ítem 2 con M = 5,19 su puntuación más alta, y resiliencia y actividad física baja en su ítem 3 con M = 3,00 su puntuación más baja.
La competencia y actividad física alta tiene la puntuación más alta en el ítem 1 con M = 4,95, y la puntuación menor en resiliencia y actividad física baja en el ítem 3 con M = 3,81.
Y la autoeficacia y actividad física alta tiene su puntuación más alta en el ítem 1 con M = 5,14, y la más baja en autoeficacia y actividad física moderada en el ítem 3 con M = 4,58.
En la Tabla 2 se muestra el supuesto de normalidad de todas las dimensiones del empleado saludable junto con la actividad física alta, moderada y baja, siendo todas p > ,05, excepto en engagement y actividad física alta, y autoeficacia y actividad física baja con p <, 05.
En la Tabla 3 se muestra las medias y desviaciones típicas que existen entre las diferentes variables de los empleados saludables con la práctica de actividad física. Se analizará la media de cada variable con respecto a la cantidad de actividad física organizada en (A) alta, (M) moderada y (B) baja o no práctica de actividad física.
Se harán los cálculos mediante el análisis de la varianza (ANOVA) para las pruebas paramétricas y para las pruebas no paramétricas la ANOVA kruskal-wallis entre las medidas de práctica de actividad física y las 5 dimensiones del empleado saludable: emociones positivas (EP), engagement (ENG), resiliencia (RE), autoeficacia (AUT) y competencia (CM).
Los empleados que practicaron actividad física alta y moderada presentan diferencias significativas con respecto a los que practican actividad baja o no práctica en las variables engagement, emociones positivas y resiliencia. Por otro lado, los empleados que practican actividad física alta y moderada presentan índices más altos, pero no significativos que los que practican actividad física baja o no práctica en las variables autoeficacia y competencia.
En la Tabla 4 se muestran los resultados de Bonferroni y Games Holmes entre grupos, siendo entre actividad física baja y actividad física alta p < ,001, entre la actividad física baja y actividad física moderada p <,001, y entre actividad física moderada y actividad física alta p > ,05, en las tres dimensiones donde existían diferencias significativas.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Los empleados del centro deportivo-social de la provincia de Sevilla que realizan actividad física moderada y alta presentan un promedio significativamente mayor en emociones positivas, engagement y resiliencia respecto al grupo de actividad física baja o no práctica de actividad física, coincide con los resultados obtenidos por Gómez-Chacón (2017). Además, coincide con los autores Gerber, Jonsdottir, Lindwall y Ahlborg (2014) que afirman que los empleados que realizan actividad física se asocian con perfiles de trabajadores más saludables; y con el estudio llevado a cabo por Chacón-Cuberos, Puertas-Molero y Pérez-Cortés (2017) en el que revelan que practicar actividad física incrementa la capacidad resiliente en estudiantes universitarios. Por otro lado, coincide con los resultados aportados por Boix, León y Serrano (2017) en los que asocian a los empleados que practican pilates niveles más altos en optimismo que los empleados sedentarios. En esta línea Larun, Brurberg y Odgaard-Jensen (2017) subrayan que implementar acciones de actividad física en el lugar de trabajo parece ser una manera eficaz de promover el vigor entre los empleados, que es uno de los tres componentes que definen al engagement (Schaufeli, Salanova, González-Romá y Baker, 2002).
Por otro lado, los empleados que realizan actividad física moderada y alta presentan un promedio mayor, pero no significativo en autoeficacia y competencia respecto al grupo de actividad física baja o no práctica de actividad física, lo cual no coincide con los resultados obtenidos por Gómez-Chacón (2017), que si mostraron diferencias significativas.
Limitaciones
Las principales limitaciones de este estudio son los participantes, ya que resulta complejo investigar en determinadas organizaciones y que los gerentes permitan disponer de tiempo para que sus empleados pueden rellenar los cuestionarios. Este hecho reduce la posibilidad de la muestra en determinadas ocasiones como este estudio. Por otro lado, el recabar la información a través de formularios online no se pudieron resolver las dudas que presentarás los trabajadores.
Futuras líneas de investigación.
Las futuras investigaciones tienen que ir encaminadas a investigar en diferentes empresas, y diferentes sectores, tales como empleados más estáticos en su puesto de trabajo o empleados más dinámicos, siendo empresas más sedentarias o menos.
Por otro lado, la investigación debe ir encaminada a relacionar los empleados saludables, con otras variables tales como el liderazgo, que mejora el engagement y mejora el estado de salud en general (Mazzetti, Vignoli, Petruzziello y Palareti, 2019), la satisfacción laboral que se relaciona positivamente con mayores índices de engagement (Guglielmi, Avanzi, Chiesa, Mariani, Bruni y Depolo, 2019), el emprendimiento, la confianza, potencial creativo.
APLICACIONES PRÁCTICAS
Los hallazgos encontrados en este estudio indican que, planteando programas de gestión de la salud mediante la práctica de actividad física, bien en la empresa o bien por medio de convenios con centros deportivos, mejorará la resiliencia, las emociones positivas y el engagement repercutiendo en beneficios físicos y psicosociales en los empleados y a su vez repercutirá en las empresas en términos económicos.