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Enfermería Global

versión On-line ISSN 1695-6141

Enferm. glob. vol.14 no.37 Murcia ene. 2015

 

ENSAYOS

 

Minoría de hombres en la profesión de enfermería. reflexiones sobre su historia, imagen y evolución en España

The minority of male in the nursing profession. reflexions of their history, image and their evolution in Spain

 

 

Bernalte Martí, Vicente

Facultad Ciencias de la Salud. Universitat Jaume I. Castellón de la Plana. España. E-mail: vicentebernalte@gmail.com

 

 


RESUMEN

El modelo patriarcal de sociedad de finales del siglo XIX se incorporó con toda naturalidad en los servicios sanitarios españoles, estando fuera de toda discusión que la enfermera estaba absolutamente supeditada al médico, sin ningún tipo de espacio propio más autónomo.
A pesar del progreso vivido en la ciencia enfermera, pasando de ocupación a profesión y de la desaparición de la división hombre-practicante-curador y mujer-enfermera-cuidadora, los profesionales todavía se enfrentan a desafíos relacionados con su imagen.
El colectivo masculino continúa siendo minoritario en la profesión de enfermería española (15,7% según datos del Instituto Nacional de Estadística de 2013), y esta minoría se ha mantenido prácticamente constante desde hace décadas.
Se analiza la historia y evolución del hombre en la profesión de enfermería en España y, desde el conocimiento de esta realidad masculina en nuestro país, se reflexiona sobre aquellos criterios que permitan el pleno desarrollo profesional de los hombres dentro de la profesión de enfermería, evitando estereotipos sobre roles de género.

Palabras clave: Enfermería; enfermeros; estereotipo; imagen enfermera; historia.


ABSTRACT

The patriarchal model of society in the late nineteenth century joined quite naturally in the Spanish health service, being out of the question that the nurse was absolutely subject to the doctor, without any more autonomus own space.
Despite the great progress lived in the nursing science, going from occupation to profession and the disappearance of the practitioner-healer-man and woman-nurse-caregiver division, professionals still face challenges related to its image.
The male group remains a minority group in the Spanish nursing profession (15.7% according to the Instituto Nacional de Estadística, 2013), and this small percentage of men has remained roughly constant for decades.
The history and evolution of men in the nursing profession in Spain is analyzed and, from the knowledge of this male reality in our country, we reflect on those criteria that allow the full professional development of men in the nursing profession, avoiding stereotypes about gender roles.

Key words: Nursing; nurses; stereotype; nurse picture; history.


 

Introducción

Los enfermeros son profesionales que están impulsando la profesión como ciencia, con habilidades técnicas especializadas y de cuidado. La imagen de la enfermería ha cambiado y evolucionado a lo largo de los últimos 60 años tanto en España como en el resto del mundo, pasando de mera ocupación a profesión.

La historia parece indicar que los hombres han tenido un lugar en la enfermería desde que hay documentos disponibles, pero su contribución se ha percibido como insignificante, en gran parte debido a la influencia dominante que el movimiento enfermero femenino del siglo XIX ha tenido en la historia de la enfermería Los hombres tienen un papel histórico igualmente válido dentro de la enfermería, y esto debería conocerse al considerar la posición del hombre enfermero dentro de la profesión de enfermería [2].

Por otra parte, el colectivo enfermero (tanto mujeres como hombres) sigue enfrentándose a importantes retos relacionados con su imagen, la cual influye en su status, poder y tiene también la capacidad de afectar a la atención sanitaria. Una imagen negativa, inexacta o distorsionada de enfermería tiene una serie de consecuencias y repercusiones en el número de jóvenes que eligen la enfermería como profesión. Esto es especialmente relevante a la hora de la elección de los estudios de enfermería por parte del sexo masculino, donde los medios de comunicación se han centrado principalmente en las mujeres, mientras que la imagen de un enfermero hombre es a menudo ignorada [3].

Aparte de la imagen que se tiene sobre enfermería por parte de otros colectivos o por los pacientes, también es esencial la imagen que los enfermeros tengan sobre sí mismos. Cualquier sentimiento que tenga una persona sobre sí misma como profesional, afectará a su manera de pensar y actuar en las relaciones profesionales[4]. Por lo tanto, los enfermeros que tengan una imagen profesional positiva, tendrán mejores y más fuertes relaciones terapéuticas con sus pacientes. Emiroglu [5] encontró que tanto los médicos como la gente tienen una imagen inexacta acerca de la enfermería como profesión.

Es importante destacar que los estereotipos sobre roles de género dentro de la profesión de enfermería, y en cualquier otra profesión tienen el potencial de limitar el desarrollo de los profesionales [6]. El hombre ha sido minoría y sigue siéndolo en España [7]; sin embargo, el colectivo enfermero tiene que tener como uno de sus objetivos aumentar el número de enfermeros de sexo masculino, ya que la mitad del talento se pierde cuando se les excluye, siendo igualmente cierto para las mujeres a la hora de ser admitidas en profesiones anteriormente dominadas por hombres.

Puede parecer que la imagen de enfermería como profesión no haya mejorado correctamente después de que haya sido calificada a nivel universitario. Por lo tanto, para el acceso a la profesión de más hombres, hay una necesidad de promover la imagen profesional de enfermería y mejorar su posición entre ellos.

En cualquier caso, que el hombre continúe siendo un grupo minoritario dentro de la profesión enfermera y que este pequeño porcentaje de hombres se mantenga prácticamente constante desde hace décadas, junto con los estereotipos y actitudes a los que debe hacer frente, es lo que lleva a desarrollar el presente ensayo.

II. Desarrollo

La enfermería española ha tenido que afrontar un complicado proceso de transición que podríamos sintetizar como de ocupación a profesión. Hasta hace apenas unos 60 años, la enfermería era una ocupación subalterna y muy poco cualificada, dotada de un fuerte componente femenino-religioso, y puesta a disposición de los médicos y de las órdenes religiosas para asumir disciplinadamente las tareas auxiliares sanitarias más domésticas.

A mediados del siglo XIX las mujeres eran las únicas que recibían formación, porque se consideraba "natural" que las mujeres fueran enfermeras [8]. Nightingale escribe y enuncia una serie de postulados sobre su punto de vista acerca de la enfermería [9], siendo uno de los requisitos para ingresar en su departamento, el ser mujer joven, las cuales debían ser maternales, atentas y compasivas [10].

Las profesiones sanitarias tuvieron un sistema de género basado en las ideas del siglo XIX sobre las diferencias innatas entre hombres y mujeres(11). A las mujeres se les negaba el acceso a la medicina y a los hombres se les negaba el acceso a la escuela de enfermería.

En España, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, se institucionalizan dos ocupaciones destinadas a la administración de curas, los practicantes y las enfermeras, además de las matronas, conservando de alguna manera la orientación de actividad de mujeres para mujeres, a pesar de admitir que los practicantes también pueden atender los partos. Estas ocupaciones estaban bajo la jurisdicción médica, tanto en lo referente a la enseñanza como a la prueba de competencia o suficiencia.

Los practicantes eran formados en las propias facultades de Medicina y las matronas/enfermeras lo eran en escuelas hospitalarias, generalmente propiedad de órdenes religiosas, y con muy diferentes contenidos docentes. Los de los practicantes estaban orientados más hacia técnicas concretas de cirugía menor, curas y vacunaciones y los de las enfermeras orientados más a los cuidados según las diferentes sintomatologías. En consecuencia, las enfermeras, mujeres, ejercían su ocupación en el ámbito hospitalario, mientras que los practicantes, hombres, lo hacían por lo general en la asistencia auxiliar médico-quirúrgica domiciliaria y/o en consultas privadas, con especial presencia en el mundo rural donde apenas había médicos [12].

Esta dualidad practicante-hombre-curador-autónomo y enfermera-mujer-cuidadora-asalariada tardaría muchos años en desaparecer, unos cuarenta años, desde el punto de vista legal, y otros treinta al menos de transición cultural [13].

En 1953 apareció la figura del Ayudante Técnico Sanitario (ATS) que unificó en una profesión, la de Ayudante Técnico Sanitario masculino o femenino, las de practicante (hombre), matrona (mujer) y enfermera (mujer). No obstante, los estudios de ATS femeninos debían cursarse en régimen interno, exigencia que no era obligatoria para los ATS masculinos [14]. En 1977, las escuelas de ayudantes técnicos sanitarios pasaban a considerarse escuelas universitarias de enfermería y se creaba la figura del Diplomado/a Universitario de Enfermería. Finalmente, en 2007 se establece el título de Grado en Enfermería.

Es una realidad, pues, que en nuestro entorno socio-cultural se asignan diferentes características (valores, atributos, posibilidades de desarrollo personal y social) a los individuos en función de su pertenencia al género femenino o masculino. Sin embargo, a partir de la asignación individual del género, se produce un fenómeno de generalización por el cual también se atribuye a algunos empleos, que después se han transformado en profesiones, su pertenencia al estereotipo de género femenino o masculino y, concretamente, en las profesiones del sistema sanitario, se da una fuerte identificación de la medicina con el estereotipo de género masculino y de la enfermería con el del género femenino, aunque el escenario de la primera está cogiendo un viraje hacia la feminización.

Actualmente se constata que la profesión sanitaria en España tiene una presencia mayoritariamente femenina. De acuerdo con la última nota de prensa del Instituto Nacional de Estadística sobre profesionales sanitarios colegiados [7], en el año 2012 estaban inscritos en España en sus correspondientes colegios profesionales 265.569 diplomados en enfermería. Esta cifra supone una disminución respecto al año anterior del 1%, siendo la primera vez que se registra un descenso en el número de inscritos en los colegios de enfermería desde el año 1977.

En siete de las once profesiones analizadas en 2012 había más mujeres colegiadas que hombres. Y en los otros cuatro (colegios de médicos, veterinarios, protésicos dentales y físicos con especialidad sanitaria) la diferencia entre ambos sexos continuó acortándose.

Los dos colectivos con menor porcentaje de hombres fueron el de enfermeros (el 15,7% eran hombres y en el caso de especialidad de matrona alcanzó tan solo el 5,7%), y el de psicólogos con especialidad sanitaria (23,3%). Los dos colectivos con mayor porcentaje de hombres fueron los protésicos dentales (casi 8 de cada 10 colegiados eran hombres) y los físicos con especialidad sanitaria (7 de cada 10). También se aprecia que en las profesiones de medicina, veterinaria y odontología la diferencia entre hombres y mujeres colegiados es prácticamente mínima (Figura 1).

 

 

La presencia tan baja de hombres en la profesión es el resultado de que los mismos hombres, a la hora de tomar la decisión, la ven muy dirigida a las mujeres. "El arte de cuidar" lo han tenido siempre las mujeres [15]. Históricamente, ha sido una "tarea femenina" y este elemento está incluido dentro de los valores de nuestra sociedad. La sociedad ve mejor que cuiden las mujeres y éstas han naturalizado que les gusta más cuidar y que lo hacen mejor que los hombres. No les ha importado estar en un segundo plano.

Los medios de comunicación, la imagen pública, el prestigio social, los propios enfermeros, tener un familiar o un amigo enfermero, la interacción médico-enfermero, los educadores de enfermería, el riesgo de violencia, la exposición a los riesgos de salud y los programas de educación en enfermería son, entre otros, factores que afectan a la elección de enfermería como profesión [16].

La comprensión de lo que la imagen de enfermería significa para la profesión, permitirá a gestores y representantes sindicales enfermeros mejorar la profesión [17]. Aunque la imagen de enfermería continúa avanzando, el papel del enfermero es a menudo definido en relación con el médico, visto como responsable de tomar decisiones a su cargo, cuyo único trabajo es llevar a cabo las órdenes de los médicos[18].

III. Conclusiones

Desde los primeros registros disponibles los hombres han trabajado en roles de cuidado como parte de la profesión de enfermería, pero su contribución ha sido ignorada, en gran medida, debido al trabajo de Florence Nightingale en el sector de la enfermería y la consiguiente asunción por parte de esta profesión de la "naturalidad" del papel de cuidador como un espacio para el trabajo femenino, negando implícitamente a los hombres la oportunidad de trabajar dentro de la profesión.

La feminidad de la profesión ha influido mucho en su evolución, la razón es que se ha reproducido el rol de la mujer cuidadora en el ámbito profesional, esto ha ocasionado que la enfermería perdiera identidad profesional, y que llegara a confundirse dentro del propio ámbito laboral. La feminidad también ha ayudado a construir una profesión infravalorada tanto en aspectos económicos como de reconocimiento, y ha enlentecido la evolución de la profesión, de hecho los colectivos en los que ésta es prevalente son los que tienen una participación social menor, están peor remunerados y no prosperan tanto.

El sentimiento de pertenencia a un colectivo poco corporativista, poco implicado en la defensa y consolidación del reconocimiento profesional nos genera la inquietud de buscar las argumentaciones explicativas en los propios profesionales, y de intentar establecer posibles relaciones causales con la presencia mantenida de la mujer en la enfermería.

La reivindicación, a partir de los años setenta del siglo pasado, del rol femenino-familiar en el ámbito sanitario probablemente pudo haber contribuido a perpetuar el estereotipo cultural machista de hombre-marido-médico, mujer-esposa-enfermera dentro de la sanidad [13], con la consecuente dificultad para el acceso de hombres a la profesión de enfermería, y viceversa, de las mujeres a la medicina

La enfermería, más que ser desempeñada por hombres o mujeres, debe ser desempeñada por profesionales de enfermería. La historia en torno a la profesión de enfermería en España parece indicar que los hombres tienen un papel histórico igualmente válido dentro de la profesión, primero como practicantes, luego como ATS masculinos, más tarde como DUEs y, actualmente, como Graduados en Enfermería.

Con la enfermería, que actualmente enfrenta un período de desempleo y recortes importantes, los estereotipos y suposiciones relacionadas con enfermeros hombres, sus características, contratación y roles deben ser vistos dentro de la perspectiva histórica, como el producto de muchos años de prácticas obsoletas y un subproducto de remilgos morales de nuestros antepasados. Los hombres deben tener la misma oportunidad de experimentar y participar en toda la gama de actividades de enfermería, que no son y nunca han sido exclusivamente femeninas. La contribución que los hombres han hecho a la historia de la enfermería debe ser reconocida de manera más positiva, permitiendo a los enfermeros la oportunidad de cumplir sus funciones con pleno conocimiento de su lugar en el contexto histórico de la profesión.

 

Referencias

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Recibido: 19 mayo 2014
Aceptado: 18 agosto 2014

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