INTRODUCCIÓN
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud en el 2020 se diagnosticaron 1,414,259 personas con cáncer de próstata (CaP) (1), cifra que lo ubica como la principal causa de muerte en el mundo entre los varones mayores de 50 años de edad (2). Situación que no es diferente en México, al ser considerada en el 2022, como la enfermedad más mortífera, al reportar 9.8 muertes por cada 100 mil varones (3), con un gasto catastrófico aproximado de 2,218 dólares (4).
En este sentido, los métodos diagnósticos como el tacto rectal (TR) y el Antígeno Prostático (AP), cobran importancia para la detección precoz del CaP, así como para el desarrollo de intervenciones de salud, que incidan no solo en aumentar los conocimientos relacionados con el CaP, sino también con la aceptación y realización de dichas pruebas de detección.
Estudios enfocados a la evaluación de intervenciones en salud refieren que la aplicación de programas de intervención educativa con modelos de salud pública o pedagógicos suelen ser eficaces (5,6,7). Sin embargo, también se ha encontrado que los principales obstáculos son la falta de adaptación cultural y el tiempo prolongado de las intervenciones, las cuales no se adecuan a la disponibilidad con la que cuenta la población clave. Además, de que se ha recomendado que en las intervenciones se oferten exámenes diagnósticos con agilidad en la atención y horarios flexibles (8,9).
Por lo anterior, se hace necesario conocer la mejor evidencia disponible relacionada a las intervenciones dirigidas hacia la aceptación de la prueba de antígeno prostático, sumado a que hasta este momento no se ha encontrado una revisión de literatura que oriente el tipo de estrategias adecuadas y eficaces, para abordar de mejor manera, por parte de los profesionales de la salud la temática en comento. Razón por lo que se plantea la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuál es la mejor evidencia disponible, relacionada a las intervenciones dirigidas hacia la aceptación de la prueba de antígeno prostático?
METODOLOGÍA
Se realizó una revisión rápida de literatura, siguiendo los pasos esTablecidos por Tapia-Benavente et al.,(10) los cuales son: 1.- pregunta de investigación, para lo cual se utilizó la estructura PICO acotada a la definición del problema, la intervención y el resultado); 2.- búsqueda de bibliografía en bases de datos reconocidas como EBSCO, SCOPUS y PubMed, mediante la elaboración de una cadena de búsqueda que utilizó operadores boléanos (AND, OR) y los descriptores de ciencias de salud (DeCS), durante el periodo de 2016 a 2022 (Cuadro 1). 3.- selección de estudios y extracción de datos, donde se utilizaron los siguientes criterios de inclusión: investigaciones de acceso libre, de texto completo en inglés y español con resultados acotados a la aceptación o no, de la prueba rápida de antígeno prostático; mientras que los criterios de excusión fueron: artículos duplicados, tesis, disertaciones, así como investigaciones que no se adecuaban al objetivo del estudio; cabe señalar que se usó el gestor bibliográfico Mendeley para almacenar y organizar las publicaciones encontradas; 4.- evaluación del riesgo de sesgo, que consistió en usar la guía de comprobación de ensayos clínicos del grupo CONSORT (11), la cual consta de 22 preguntas constituidas por cuatro apartados: a) título y resumen, b) introducción, c) métodos, d) resultados y discusión, además de un diagrama de flujo que pueden utilizar autores, editores, revisores y lectores para mejorar la calidad de la comunicación de los ensayos clínicos aleatorios; para finalizar con 5.- la elaboración de la síntesis y conclusión de la evidencia encontrada.
RESULTADOS
Resultados de la búsqueda
La búsqueda rápida de literatura arrojó un total de 51 publicaciones de tres bases de datos: PubMed (27), EBSCO (13) y SCOPUS (11) no mayor a diez años de haber realizado dicha investigación y después de eliminar los duplicados. En la selección de títulos por relevancia (estudios que proporcionan intervenciones sobre CaP en cualquier ubicación), se excluyeron 30 estudios, lo que dio un total de 21 textos completos que fueron evaluados, después de aplicar los criterios de calidad, se excluyeron ocho estudios los cuales no especificaban el diseño de intervención, ni aclaraban el tipo de tamizaje realizado, además de que no incluía la variable de estudio dependiente. Finalmente, se retuvo un total de 11 estudios para la revisión de literatura (Figura 1).
Características de los estudios
Los 11 estudios retenidos se realizaron en países asiáticos (Irak, Irán y Jordania), africanos (Kenia), europeos (reino unido), así como en el continente americano (Cuba y Venezuela) donde las tasas de incidencia de CaP fueron las más altas (111.6 y 97.2 casos por cada 100,000 hombres) (13), mientras que las tasas más bajas se presentan en los países asiáticos (4.5 a 10.5 casos por 100,000 hombres). Además, las investigaciones son publicadas en revistas internacionales como la: Journal of the American Medical Association, Asian Pacific Journal of Cancer Prevention, International Journal of Community-Based Nursing and Midwifery, International Journal of Preventive Medicine, que cuentan con un factor de impacto elevado. (Tabla 1).
Con base a las características de los estudios seleccionados que abordan las intervenciones dirigidas hacia la aceptación de la prueba de antígeno prostático, se observa una mayor carga dirigida hacia los factores no modificables como la edad, los antecedentes familiares así como la raza o grupo étnico, por tanto, los esfuerzos en prevención se encuentran dirigidas a la realización de la prueba de AP, a partir de los 40 años, a fin de disminuir la tasa de mortalidad en la población clave. De ahí la importancia de la implementación de intervenciones, las cuales han generado un cambio significativo entre los grupos experimental y control (p< .05), además se reporta que más del 50% aceptó realizarse la prueba de AP, que va relacionado a un aumento en el conocimiento (p<.05) sobre los factores de riesgo, signos y síntomas; lo anterior mediante estrategias como la visita domiciliaria, conferencias, debates en grupo, lluvia de ideas, dinámicas de pregunta y respuesta con diapositivas, así como la presentación de folletos educativos, mismos que se ejecutan en un periodo de un día, hasta los seis meses. De los estudios seleccionados, ocho corresponden a un diseño cuasi experimental (14,15,16,17,20,21,22,23) y tres a ensayos clínicos aleatorios (18,19,24) que son basados mediante diferentes marcos referenciales, el más utilizado en estas investigaciones corresponde al Modelo de PROCEDE-PRECEDE (16,20,21), seguido del modelo de Creencias en Salud (14,24) y la Teoría del Comportamiento Planificado (18); cabe señalar que cinco investigaciones no refieren ningún marco referencial, además, de no reportar información sobre el CaP al inicio de la intervención (15,17,19,22,23) (Tabla 2).
Al realizar la evaluación cualitativa de los estudios seleccionados, con base en la guía de comprobación de ensayos clínicos del grupo CONSORT, se puede percatar que las investigaciones cumplen en su mayoría con los requisitos de: resumen, introducción, con base a sus antecedentes científicos y epidemiológicos de la enfermedad, los objetivos que se desean alcanzar, así como una justificación de su proyecto abordado, sin embargo, en cuanto a los métodos, los estudios de Hidalgo et al., (16) y Martin et al., (19) les faltó la descripción del diseño, los detalles para permitir la replicación, así como explicar cualquier análisis intermedio y las reglas de interrupción del estudio, además de quién generó la secuencia de asignación aleatoria de los participantes en las intervenciones, incluyendo la descripción de la similitud y los cambios en los métodos después de iniciar el ensayo, así como las estrategias de análisis adicionales. En cuanto a los resultados, en los estudios de Smith et al. (20); Ghodsbin et al. (24); Abhar et al. (14); Mbugua et al. (15); Saleh et al. (17); Jeihooni et al. (21) y Molazem et al. (23), les faltó incluir fechas que definen los períodos de reclutamiento y de seguimiento. Las investigaciones de Martin et al. (19) e Hidalgo et al. (6) no especifican las características demográficas y clínicas para cada grupo (intervención y control), asimismo en los estudios de Abhar et al. (15) y Martin et al. (16), les faltó incluir el análisis de subgrupos, diferenciando entre los especificados a priori y los exploratorios.
Para el caso de la discusión, los estudios de Molazem et al. (23) y Smith et al. (20), les hizo falta aclarar las limitaciones, las fuentes de posibles sesgos, además de la posibilidad de generalización (validez externa y aplicabilidad) de los hallazgos de los ensayos. Finalmente, las investigaciones de Smith et al. (20); Hidalgo et al. (16) y Jeihooni et al. (21), no contaban con los datos dónde se pudiera acceder al protocolo completo del ensayo (Tabla 3).
DISCUSIÓN
El presente trabajo tuvo la finalidad de identificar la mejor evidencia disponible relacionada a las intervenciones dirigidas hacia la aceptación de la prueba de antígeno prostático (AP), en cuanto a la metodología de los estudios realizados se evidenció que la mayoría tienen un diseño cuasi experimental sin un grupo control (15,16,17,20,22); basados en diferentes marcos referenciales, siendo el más utilizado la propuesta metodológica PROCEDE-PRECEDE (16,20,21), seguido del Modelo de Creencias en Salud (14,24); cabe señalar que cinco investigaciones no utilizan ningún marco referencial, además, no mencionan quién generó la secuencia de asignación de los participantes en los grupos (15,17,19,22,23), lo cual imposibilita la interpretación en términos de elección e implementación de dichas intervenciones, hacia la mejora de la conducta promotora de salud.
Lo anterior también demuestra una dificultad para replicar este tipo de investigaciones, sin embargo, esto no ha sido una limitante para el desarrollo de estrategias por parte del profesional de salud, así como para la elaboración de modelos de intervenciones dirigidas hacia la aceptación de la prueba de AP.
Con referencia a las características de los varones, se coincide con las estadísticas existentes al referir que los hombres son los que se preocupan menos y tienen un bajo nivel de conductas de prevención de salud (8), situación que pudiera incidir en el aumento de casos de CaP, así como de otras enfermedades que, si no son detectadas a tiempo, podrían provocar serias complicaciones hacia la calidad de vida de los individuos. Dada la situación, se podría cuestionar también, la falta de abordaje en varones de pueblos originarios, los cuales implicaría, más que un reto en los aspectos ideológicos, una oportunidad para promover conductas preventivas de salud responsable sin invadir sus creencias y costumbres.
Por otra parte, las barreras para realizarse la prueba de detección prostática, se percató como un concepto donde se ubican las creencias que interfieren en el conocimiento y la conducta preventiva relacionada al CaP, donde se ubican variables como la edad, religión, escolaridad, estigmas de un hombre machista y la calidad de la información, así como la atención por parte del personal de salud (14,24), las cuales pueden contribuir a la disminución de la conducta preventiva.
Hallazgos que toman relevancia al confirmarse en los 11 estudios, que cualquier cambio en el comportamiento, se localizan también los factores no modificables, motivo por el cual, los esfuerzos de prevención se encuentran dirigidos a la realización de la prueba de AP a partir de los 40 años, a fin de tener una detección temprana y evitar posibles complicaciones.
De igual forma, se evidenció que las familias pueden favorecer o no, la responsabilidad en las conductas de prevención sobre el CaP (15,23). Hallazgos que deben ser considerados en las intervenciones que se realicen. En cuanto a la aceptación de la prueba de AP se encontró en todos los artículos de investigación, que más del 50% de los varones se realizó la prueba después de la intervención, la cual, va relacionado con un aumento en el conocimiento de los factores de riesgo y la sintomatología de dicha enfermedad (p<.05) (15,16,17,20,22,23); esto, mediante estrategias como el uso de la visita domiciliaria (15,23), conferencias (14,17) y debates por grupos(14,17,21).
Es importante señalar que existen noTables diferencias en cuanto al abordaje de este problema de salud en cada país, pues la educación sanitaria impartida por trabajadores sanitarios durante la promoción de la salud sobre la concienciación, el conocimiento, la percepción y aceptación del tamizaje prostático, lo realizan en su mayoría fuera del contexto cultural, con un lenguaje poco apropiado y en horarios poco flexibles (17,18). Situación que ha provocado, por una parte, un conocimiento deficiente sobre el CaP en la población masculina y, por otro lado, un retraso en la aceptación y realización de pruebas de tamizaje prostático, aumentando así los casos clínicos con tratamiento tardío.
Finalmente, estos resultados indican que se debe de proporcionar y mejorar el conocimiento, a fin de contrarrestar los estigmas existentes que provocan la no realización de pruebas de detección prostática, mediante la creación de modelos de intervención que promuevan una cultura de prevención responsable, mismas que coadyuven a disminuir las tasas de prevalencia relacionadas con el CaP.
CONCLUSIONES
Esta revisión rápida de literatura hace evidentes vacíos de conocimiento referente al desarrollo e implementación de estrategias para abordar la conducta de prevención relacionada al CaP en varones de pueblos originarios, así como la falta de modelos de intervención de enfermería enfocadas a este padecimiento, situación que permite evidenciar la necesidad de orientar la práctica de promoción, atención y abordaje del cuidado profesional a las poblaciones en comento, tomando en cuenta las barreras que tienen los varones para realizarse las pruebas de tamizaje prostático, los conocimientos relacionados al CaP, así como el apoyo familiar.