INTRODUCCIÓN
La pandemia por COVID-19 asociada al virus SARS-CoV-2 fue uno de los acontecimientos que tuvo mayor impacto psicológico para las personas en las últimas décadas, siendo relevante la rapidez con la que se propagó la enfermedad, ya que en diciembre de 2019 estaban siendo reportados los primeros casos en Wuhan (China) y para marzo de 2020 ya había sido declarada una pandemia mundial (1).
Respecto a ello, se alertó tempranamente sobre el efecto que podría tener este escenario en la salud mental de las personas, considerando que antes de la pandemia existían factores de riesgo relacionados a vulnerabilidad económica y social, siendo previsible que estos se exacerbaran con medidas como el cierre de fronteras, la cuarentena y el distanciamiento social, desencadenando así aumentos en las tasas de violencia, depresión y suicidios además de consumo problemático de sustancias (2). Lo anterior, pudo evidenciarse en uno de los primeros estudios exploratorios publicados sobre el impacto psicosocial del aislamiento social en Santiago de Chile, en el cual se reportaron tasas de preocupación y ansiedad que alcanzaron 67% y 60% respectivamente (3).
Considerando lo anterior, un grupo particularmente vulnerable a desarrollar indicadores adversos en salud mental bajo es el conformado por profesionales sanitarios. Esto puede ser explicado por diversos factores, sin embargo, dentro de las causas principales, destacan las exigencias laborales, un mayor riesgo de contagio, tanto para sí mismos como para sus familiares, y en aquellos escenarios donde los recursos eran escasos, constantemente se enfrentaron a dilemas éticos (4). En este sentido, dentro de la evidencia científica disponible, destacan por su calidad metodológica tres revisiones sistemáticas de la literatura(5,6,7). Los puntos comunes de estos trabajos son en primer lugar, considerar como indicadores de salud mental las variables de depresión, ansiedad e insomnio; en segundo, resaltan la existencia de variables sociodemográficas (e.g. sexo) y del entorno laboral (e.g. profesión) que terminan siendo predisponentes a una mayor manifestación de síntomas.
Adicional a ello, estudios previos han hecho énfasis en que algunas condiciones laborales como la pertenencia a la primera línea, es decir, estar en contacto directo con pacientes contagiados puede generar mayor malestar psicológico(8). En el contexto Latinoamericano, se realizaron estudios transculturales que compararon los niveles de depresión y ansiedad de profesionales de la salud en diferentes países, siendo especialmente relevante para este estudio, el reporte de Abeldaño et al. (9) quienes evidenciaron que los profesionales de la salud en Chile presentaban mayores puntajes de ansiedad en comparación con Argentina, Colombia y México. Asimismo, los estudios realizados únicamente en Chile, ponen de manifiesto una alta prevalencia de síntomas de depresión, ansiedad e insomnio en personal de la salud(10,11,12).
La literatura disponible hasta ahora ha estado focalizada predominantemente en las diferencias por profesión y pertenencia a primera línea, sin embargo, ha sido menos explorada la interacción entre estos factores. A su vez, es escaza la evidencia respecto al impacto de la carga horaria y cambios en la rutina del personal de salud en comparación con su dinámica previa a la pandemia, lo que resulta especialmente relevante para aquellas personas que tuvieran una rutina caracterizada por el sedentarismo (5).
Por los antecedentes teóricos y empíricos expuestos, y considerando la ausencia de evidencia en el contexto Latinoamericano respecto a la interacción de elementos sociodemográficos en personal de la salud, este estudio tuvo como objetivo determinar la relación entre indicadores de salud mental y factores sociolaborales en una muestra de trabajadores de medicina y enfermería al Sur de Chile.
MATERIALES Y MÉTODO
Participantes
La muestra inicialmente estuvo conformada por un total de 112 profesionales, los criterios de inclusión fueron: ser personal de salud, en específico médicos(as) y enfermeros(as), que pudieran contestar la encuesta de manera digital y que participaran de manera voluntaria. Asimismo, como criterio de exclusión para esta investigación, los participantes no debían haber presentado resposo laboral o licencia médica desde iniciada la pandemia, por ende, se excluyeron del estudio un total de 22 participantes. En consecuencia, la muestra final estuvo compuesta por 90 profesionales de la salud, el 71% son mujeres, 53% son médicos(as) con un promedio de edad de 39 años (ver Tabla 1). El tamaño muestral se consideró adecuado al tomar en cuenta la potencia estadística requerida para detectar un tamaño de efecto moderado en el análisis más robusto (ANOVA factorial 2 x 2), con una probabilidad de error de tipo I de 5%, obteniéndose un tamaño total de 84 individuos como mínimo para una potencia de 95% y un F crítico de 3.96; dicha estimación se realizó a través del software G Power.
Variables e instrumentos
Sintomatología depresiva: Se midió utilizando la versión en castellano del Patient Health Questionnaire en su versión de 9 preguntas (PHQ-9) (13), validada en Chile (14,15). Esta evaluó la presencia y frecuencia de sintomatología depresiva durante las últimas dos semanas mediante una escala de respuesta que va desde 0 a 3 puntos (0= nunca, 3= casi todos los días) y posee una adecuada consistencia interna (⍺ = 0.87).
Sintomatología ansiosa: Fue medida mediante la escala Generalized Anxiety Disorder (GAD-7), en su versión en castellano (16). Con esta prueba se evaluaron síntomas de ansiedad durante las últimas dos semanas a través de una escala que va de 0-3 puntos (0= nunca y 3= casi todos los días), con excelentes indicadores de consistencia interna (⍺ = 0.92).
Insomnio: Medido con la versión en castellano del Insomnia Severity Index (ISI-3) (17). Con este instrumento se evaluó la gravedad del insomnio percibido a través de una escala de Likert de 5 puntos para evaluar cada elemento (0= sin problema y 4= problema muy severo). Este cuestionario mostró excelentes niveles de consistencia interna (⍺ = 0.91)
Procedimiento
Los datos fueron obtenidos mediante la aplicación de un cuestionario autoaplicado en modalidad online, a médicos(as) y enfermeros(as) de un Hospital en la Región de La Araucanía, con participación voluntaria y previa aceptación de la carta de consentimiento informado aprobado por el comité de ética del Servicio de Salud Araucanía Sur. El cuestionario se aplicó en el mes de septiembre de 2020 y se excluyó de la muestra final a aquellos profesionales que reportaron haber permanecido con licencia médica previo a contestar la primera encuesta.
RESULTADOS
En primer lugar, se calcularon los estadísticos descriptivos para las variables sociodemográficas de la muestra y las condiciones laborales analizadas. En su mayoría fueron mujeres (71.11%) con una edad promedio de 39.87 años. La mayoría de los participantes eran personal de medicina (46.67%), no trabajaban en primera línea (72.22%) y tenían jornada laboral diurna (62.92%). En cuanto al cambio de jornada laboral, la mitad de la muestra informó trabajar en un turno distinto al que se desempeñaba previo a la pandemia. Asimismo, el 24.44% de la muestra reportó haber presentado trastornos de salud mental con anterioridad.
Al analizar la interacción entre la profesión y pertenecer a la primera línea de atención para los puntajes de sintomatología depresiva no se obtuvo una interacción significativa (F (1,86) = 0.34, p= 0.56); al analizar los efectos principales, solo se encontró un efecto significativo para la variable profesión (F (1,86) = 19.36, p= 0.001, η² parcial= 0.18), lo cual al visualizar las medias marginales, indican que los enfermeros tienen puntuaciones mayores (M= 12.55 ± 0.86) que los médicos (M= 7.48 ± 0.77). Los resultados del análisis de varianza que incluyen como factores inter-sujetos la profesión y el cambio de jornada laboral, indicaron que existe un efecto de interacción significativo entre ambas variables (F (1,86) = 3.83, p= 0.05, η² parcial= 0.04). En este sentido, al analizar las medias marginales (ver Tabla 2), se observa que ser personal de enfermería y haber tenido un cambio en la jornada laboral conlleva puntuaciones significativamente mayores en la medida de depresión. Finalmente, al analizar la profesión y el tipo de jornada laboral, se obtuvo una interacción significativa (F (1,86) = 6.80, p= 0.01, η² parcial = 0.07), al analizar las medias marginales, el ser enfermero y trabajar en una jornada diferente a la diurna, conlleva mayores puntuaciones en la medida de depresión.
En cuanto a las puntuaciones de la escala de ansiedad GAD-7, no se obtuvo una interacción significativa entre la profesión y formar parte de la primera línea (F (1,86) = 0.20, p =0.66). Al analizar los efectos principales, solo se encontró un efecto significativo para la variable profesión (F (1,86) = 30.05, p= 0.001, η² parcial= 0.26), lo cual al visualizar las medias marginales indican que los enfermeros tienen puntuaciones mayores (M= 10,47 ± 5,01) que los médicos (M= 5,02 ± 3,40) Los resultados al incluir como factores inter-sujetos la profesión y el cambio de jornada laboral, muestran que existe un efecto de interacción significativo entre ambas variables (F(1,86) = 5.83, p= 0.02, η² parcial= 0.06), al analizar las medias marginales se observa que ser personal de enfermería y haber tenido un cambio en la jornada laboral conlleva mayores puntuaciones en la escala de ansiedad. Asimismo, al analizar la profesión y el tipo de jornada laboral, se obtuvo una interacción significativa (F (1,86) = 9.26, p= 0.003, η² parcial = 0.10), del análisis de las medias marginales (ver Tabla 3), se concluye que formar ser parte del personal de enfermería y trabajar en una jornada diferente a la diurna, conlleva mayores puntuaciones en la medida de ansiedad.
El análisis de la variable insomnio incluyendo como factores la profesión y pertenencia a la primera línea, se obtuvo una interacción significativa entre ambas variables (F (1,86) = 4.40, p = 0.04, η² parcial= 0.05); al visualizar las medias marginales (Tabla 4) se puede observar que ser enfermero junto con pertenecer a la primera línea de atención de pacientes con COVID-19 resulta en mayor sintomatología asociada al insomnio. Asimismo, se encontró un efecto de interacción significativo entre la profesión y el cambio en la jornada laboral (F (1,86) = 3.88, p = 0.052, η² parcial= 0.04), el cual al visualizar las medias marginales refleja que ser parte del personal de enfermería y haber tenido cambios en la jornada de trabajo conlleva mayores problemas de insomnio, al incluir como factores fijos la profesión y el horario laboral, no se encontró un efecto de interacción (F (1,86) = 2.21, p = 0.14) y solo se encontró un efecto principal para la variable profesión, siendo mayores las alteraciones de sueño para el personal de enfermería (M = 12.90 ± 6.95) que para el personal de medicina (M = 7.08 ± 5.17).
DISCUSIÓN
El objetivo de este estudio fue determinar la relación entre indicadores de salud mental y factores socio-laborales en personal de medicina y enfermería en Chile. Los resultados obtenidos evidencian que consistentemente el personal de enfermería reportó mayor sintomatología depresiva, ansiedad y alteraciones en el sueño en comparación con el personal médico; se conoce que la presencia de estos síntomas no solo afecta la salud mental y el desempeño laboral, sino que también se constituyen en un factor de riesgo para el desarrollo de morbilidad psiquiátrica en el futuro (18), esta mayor prevalencia puede deberse al menos parcialmente a factores relacionados con el género ya que estudios previos han reportado que un porcentaje considerable del personal de enfermería son mujeres, quienes además reportan mayores situaciones de discriminación (11).
Lo anterior, configura un escenario complejo para el personal de enfermería, dada la naturaleza de su trabajo en el que existe una mayor exposición a factores de riesgo biológico y además hay elementos de que atentan contra el equilibrio psicosocial(19,20). Al respecto, diversos estudios concluyen que la pandemia por COVID-19 ha generado una mayor vulnerabilidad en el personal de salud viéndose afectados por distintos estresores en su lugar de trabajo, especialmente por la responsabilidad de proporcionar atención en salud y tratamientos (21).
El cambio en la jornada laboral en el contexto de pandemia por COVID-19 y tener un turno distinto al diurno también afectó en mayor medida al personal de enfermería, la convergencia de estos elementos se traduce específicamente en el reporte de mayor sintomatología ansiosa, este resultado es consistente con diversos estudios previos que dan cuenta de altos niveles de ansiedad en personal de enfermería incluso mayores a los síntomas depresivos (22,23,24,25,26). El contexto global de pandemia ha generado circunstancias de incertidumbre, sobrecarga laboral y una mayor percepción de riesgo, asociado al contagio en la población general y especialmente en el personal de salud (27) este escenario podría estar a la base de los síntomas reportados por quienes participaron de este estudio.
Este estudio no está exento de limitaciones, por lo tanto, los resultados deben ser interpretados con cautela considerando las características específicas de esta muestra, de igual modo es importante señalar que los instrumentos utilizados en este estudio no constituyen un diagnóstico, ya que evalúan la presencia de sintomatología y no reemplazan la valoración que realizan profesionales de salud mental. Asimismo, de acuerdo con los criterios diagnósticos del DSM-5, la temporalidad es un componente para determinar la intensidad de la sintomatología, se propone que en futuros estudios, el espacio temporal entre mediciones se amplie dado que en las condiciones descritas la temporalidad mínima para el umbral de intensidad está por sobre los tres meses.
A pesar de lo anterior, la presente investigación es un aporte valioso para comprender cómo aspectos laborales pueden impactar en el bienestar mental de los trabajadores en salud, además, abre la posibilidad a que futuras investigaciones permitan identificar factores protectores ante el desarrollo de alteraciones de salud mental en el personal de salud, principalmente porque existe evidencia que variables como el apoyo social (28) y el optimismo disposicional permiten a las personas amortizar el efecto de sentimientos negativos y posibilitan el desarrollo de estrategias de afrontamiento más saludables o aumentan la disposición a buscar ayuda psicológica en caso de presencia de sintomatología depresiva o ansiosa (29). Finalmente, se recomienda que las instituciones de salud puedan garantizar condiciones laborales concordantes con la prevención de alteraciones en salud mental y aumentar la oferta de servicios de apoyo psicosociales para promover el bienestar del personal sanitario(30).
CONCLUSIONES
Los resultados obtenidos permiten concluir que durante la pandemia por COVID-19 el personal de enfermería presentó una mayor respuesta de afectividad negativa en comparación con el resto del personal de salud, esto además fue potenciado por los modificaciones en las condiciones laborales como el cambio de turnos y la extensión de jornadas. Esto conlleva un reto para que las instituciones y los equipos de gestión y bienestar puedan hacer seguimiento a este personal considerando las consecuencias que tiene una alta exposición a situaciones estresantes como ocurrió durante la pandemia.