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Temperamentvm

versión On-line ISSN 1699-6011

Temperamentvm vol.16  Granada  2020  Epub 06-Jun-2022

 

TEORÍA Y MÉTODOS

La enfermería: una reflexión sobre su futuro y su razón de ser

Nursing: a reflection about its future and its reason to be

Fernando Román1 

1Unidad de Investigación Clínica. Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC)

Resumen

La enfermería es una disciplina que ha experimentado diversos cambios a lo largo de su historia. No obstante, las nuevas transformaciones en la forma de hacer sanidad pueden cambiar la idea de lo que hoy es esta profesión. Para intentar afrontar este futuro hemos optado por potenciar la labor de la filosofía de la enfermería, tratando de reflexionar sobre la razón de ser de esta: los cuidados. De este modo, nos hemos apoyado en el libro “El futuro del cuidado. Comprensión de la ética del cuidado y práctica enfermera” de Carmen Domínguez Alcón, Helen Kohlen y Joan Tronto, así como de otros libros y artículos de diferentes autores de interés. Este recorrido nos ayudará a comprender cómo los cuidados pueden ser una herramienta útil para situar a la enfermería en el rumbo de los nuevos cambios del presente.

Palabras clave Cuidados; Enfermería; Filosofía; Ética del cuidado

Abstract

Nursing is a discipline that has undergone several changes along its story. Nevertheless, the new transformations in the way of doing health service can change the idea of what profession is today. With the purpose of facing this future we have opted to strengthen the task of the nursing's philosophy, trying to ponder on its reason to be: care. In this way, we have supported our ideas in the book “El futuro del cuidado. Comprensión de la ética del cuidado y práctica enfermera” by Carmen Domínguez Alcón, Helen Kohlen and Joan Tronto, as well as other books and articles of different authors of interest. This journey will help us to comprehend how the care can be an useful tool to place nursing into the course of the new changes of the present.

Key-words Care; Nursing; Philosophy; Care ethics

Introducción

El “tiempo que vendrá” ha sido, es y será una preocupación vital para el ser humano desde que este es quién es. De manera implícita a los nuevos desafíos que se nos acercan, se encuentra el pensamiento humano. Así, de la mano del pensar, conseguiremos -o, al menos, lo intentaremos- enfrentarnos de la mejor manera posible a nuestro futuro.

La enfermería en la época actual se enfrenta también a distintas situaciones, distintos nuevos retos, que le llevarán a preguntarse si su futuro y su utilidad para la sociedad serán distintos a lo que actualmente son. Nuevos retos como la aparición de las nuevas tecnologías, la transformación demográfica y epidemiológica, la inclusión de nuevas profesiones en el ámbito de las ciencias de la salud, la implementación de nuevas políticas sanitarias, el debate de los cuidados paliativos, la mercantilización de la sanidad, la invisibilidad de los cuidados. Estos van a hacer que la enfermería se plantee su razón de ser -su ontología- para, de igual forma que los seres humanos, tratar de responder de forma positiva a los distintos cambios de paradigma.

Las páginas que se escriben en este artículo no tratan de desarrollar ni poner en marcha las diferentes teorías. De hecho, no vienen a descubrir ninguna de ellas. Simplemente se trata de -teniendo como marco estructural el análisis del libro “El futuro del cuidado: comprensión de la ética del cuidado y práctica enfermera”, escrito por Carmen Domínguez Alcón, Helen Kohlen y Joan Tronto- reflexionar sobre las vías de progreso de enfermería y sus retos a los que se podrá enfrentar en un futuro. De este modo, podemos definir que los pilares sobre los que nos sustentaremos son dos: la filosofía de la enfermería y la Ética del Cuidado.

Con respecto a la filosofía cabe plantear lo que nos dice Miguel de Unamuno en Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos (1995, p. 21):

La filosofía responde a la necesidad de formarnos una concepción unitaria y total del mundo y de la vida, y como consecuencia de esa concepción, un sentimiento que engendre una actitud íntima y hasta una acción.

Si pudiéramos aplicarlo a este contexto, la enfermería se servirá de la filosofía para tratar de encontrar respuestas relacionadas con los nuevos retos que se le plantean y, de ese modo, engendrar una acción -más bien una actitud- coherente consigo misma y su visión de futuro.

La filosofía y su metodología nos ayudarán a asimilar conceptos importantes para la enfermería como la Ética del Cuidado. Este término gana protagonismo gracias a la labor de Carol Gilligan en su libro “In a different voice: psychological theory and women's development” (1993). Aquí Gilligan lucha por una ética basada en los sentimientos, la empatía, la implicación en la otra persona y la necesidad de ser seres sociales, donde todos estamos necesitados de compartir nuestras alegrías y dolores. Por otra parte, debido a la Ética del Cuidado, surgirá lo que se conoce como conciencia de responsabilidad, la cual no es más que el hecho de asumir que tenemos una obligación moral de participar en la ayuda del que está al otro lado de esta interrelación.

En resumidas cuentas: reflexión, pensamiento crítico y sentimiento de responsabilidad, son tres elementos que se plantean necesarios a la hora de analizar decisiones relacionadas con el futuro de la enfermería.

Tratando de reunir estas condiciones previas, hemos creído necesario analizar dos de los posibles desafíos a los cuales se puede enfrentar esta disciplina en un futuro cercano: la importancia del rol de la reflexión como herramienta de progreso para la disciplina y la necesidad de que la enfermería adquiera un papel más protagonista dentro de las instituciones sanitarias.

La reflexión como herramienta de progreso para la enfermería

La vida humana ha estado permanentemente en distintas disyuntivas, que, tras su resolución, nos han llevado a ser lo que actualmente somos como individuos y como sociedad. En definitiva, hemos salido de distintos conflictos existenciales -si es que no estamos plenamente inmersos aún-. Conflictos como ser finitos, el conflicto de la muerte, de la existencia, del Yo, del convivir. Por tanto, no podemos sino justificar que el ser humano es un ser de conflicto. Si bien, lo que de un modo u otro ha permitido a la sociedad tratar de vencer esas cuestiones -y otras no tan profundamente existenciales- ha sido el pensamiento, la reflexión.

La enfermería, como disciplina humanista que venimos reivindicando, no está exenta de sus conflictos. Su propia existencia, los cambios de paradigma que ha vivido en su historia o el afrontamiento de momentos históricos para la profesión como el reconocimiento en las universidades, han ido conformado lo que hoy es esta disciplina capacitada para ser modelo en muchos aspectos y que, como tal, se encuentra inmersa en una constante tentativa de progreso (Meleis, 2011). Y es que, si la enfermería se estanca en lo conseguido hasta ahora, no podrá establecerse jamás dentro de un marco de liderazgo global.

Etimológicamente, “cuidado” proviene del latín cogitātus, que significa “pensamiento”. Si esto es así, estamos afirmando que la enfermería piensa desde el mismo momento en el que cuida, es decir, no nos estamos alejando de la disciplina al reflexionar, si no que, por el contrario, nos estamos sumergiendo en su Yo más profundo para tratar de dar respuesta a las distintas situaciones por las que puede pasar la enfermería y, más importante aún, estamos reflexionando para poder ser conscientes de la espiritualidad que posee el cuidar. Podríamos decir que la enfermería guarda inmensa relación con la filosofía, en tanto que el cogito ergo sum de Descartes es también el “cuido, luego existo” de la disciplina enfermera. La enfermería piensa, luego existe; en tanto en cuanto cuida para existir. De hecho, existe un concepto bastante interesante, nacido de la acronimia entre “filosofía” y “cuidado” como es el de “cuidadosofía”, definiéndose como “una suerte de sabiduría, un conocimiento para afrontar la existencia, orientado a la reflexión del que conduce, guía y trata” (Pinto Freyre, Santamaría García, Santamaría Pérez y Martínez Botija, 2017). Cultivemos, pues, esa sabiduría.

Aquí ya conseguimos dilucidar que el propio proceso de reflexión enfermera ha de ser llevado a cabo exclusivamente por quien compone la disciplina, es decir, los enfermeros y enfermeras. Pero llegados a este punto, cabe preguntarse: ¿Somos conscientes de la magnitud de nuestros actos cada día? ¿O, tal vez, hayamos caído en la rutina? Quizás es que hemos olvidado la trascendencia que tiene el cuidar en los procesos de salud de las personas. Quizás es que nosotros no somos conscientes de que necesitamos también cuidados recíprocos, no estamos inmersos en la Ética del Cuidado. Se nos ha de requerir una actitud permanente de reflexión, donde nos preguntemos sobre el potencial de aquello que nos define: cuidar. Para ello debemos de contar con herramientas que faciliten la transmisión de inquietudes, conocimientos e ideas. Es esto lo que nos ayudará en la incesante reflexión enfermera por el progreso, ayudando a ganar protagonismo a la Ética del Cuidado, a la conciencia de responsabilidad. En definitiva, crear «una clase especial de cuidado humano que depende del compromiso moral de la enfermera, de proteger y realzar la dignidad humana» (Watson, 1988). Si caemos en el error de aceptar nuestras acciones profesionales cotidianas como rutina, no podremos evitar el hecho de que “piensen” por nosotros otros entes que no guardan relación, ni interés, con nuestra propia disciplina.

El protagonismo de la enfermería en las instituciones sanitarias

La enfermería, como conjunto de personas que la integran, necesita de la acción de la política para que pueda ser regida correctamente y pueda dar solución a sus problemas organizacionales. Pero también, es necesario que se enmarque dentro de ese círculo político que le permita defender sus derechos, deberes e intereses, dentro de un grupo más extenso de profesiones como es el que componen las instituciones sanitarias. Esto es evidente dado el hecho de que, para conseguir una institución sana y correctamente organizada, se necesita de una representación fiel y veraz de todos los agentes que la componen.

Según datos del Ministerio del Sanidad en el año 2018, España contaba con 256.333 enfermeras en ejercicio. Sin embargo, estas siguen estando más alejadas de puestos de toma de decisiones que, por ejemplo, la medicina. La pregunta es: siendo enfermería el colectivo más numeroso dentro de las instituciones sanitarias - entendidas estas como el conjunto de la Atención Especializada y Atención Primaria- ¿por qué no es protagonista a la hora de la toma de decisiones que repercuten en ella?

En primer lugar, aún existe la supremacía del factor de género y la asociación del rol femenino con el cuidado, alejándolo del poder y la toma de decisiones, copado este ámbito mayoritariamente por la disciplina médica y por el hombre (Domínguez Alcón, Kohlen & Tronto, 2018). No obstante, la propia Tronto (2013) nos propone que “nada sería mejor que encontrar la forma de colocar las responsabilidades del cuidado en el centro de las agendas de la política democrática”. Esto es: situar a la enfermería en el centro de la toma de decisiones. Otra de las posibles respuestas puede ser la actual concepción del sistema sanitario como un medio basado en el curar, la tecnología y la eficiencia. Esto ha apartado de la toma de decisiones a la enfermería, ya que esta es una disciplina más cercana al cuidar y al humanismo que al sistema de mercado en el que actualmente se encuentran sumergidas las instituciones sanitarias (Gatchel, 2018).

Sin embargo, es conveniente volverse a plantear que, quizás, la propia enfermería no haya sido capaz de verse a sí misma como el engranaje de las piezas que componen el variado cupo profesional que forman las instituciones sanitarias. Esta última réplica parece que posee un trasfondo más interesante para esta cuestión que las anteriores. La disciplina enfermera no ha sido capaz, a día de hoy, de potenciar su propio poder moral. Con esto queremos decir que, a pesar de poseer un amplio conocimiento e interés ético, esta no ha conseguido ganarse un verdadero hueco moral en el ser de los otros grupos que componen la institución sanitaria. Y es que si la enfermería baja al terreno de las necesidades, de las experiencias del otro, ¿por qué no es capaz de transmitir esa confianza a la sociedad y al equipo multidisciplinar, para así ganar un poder institucional que surge del conocimiento y la moral? Según apuntan Domínguez Alcón et al. una de las hipótesis por la cual no es capaz la enfermería de hacerse ver valiosa es que ella misma y los enfermeros y enfermeras, no tienen conciencia de que realmente poseen el poder que creen buscar. Esto no hace sino generar que, en situaciones concretas, donde se requiera una voz protagonista de la enfermería -y sus colectivos profesionales esta brille por su ausencia (2018).

En resumidas cuentas, en la era de la post-enfermedad que se está haciendo cada vez más presente en nuestra sociedad, se nos va a requerir una actitud constante de control en la cronicidad de las enfermedades -entendidas estas en su completo carácter holístico- y de las necesidades que surgen de estos procesos. Es aquí donde se pide que enfermería, por su carácter cultural y social, tome un rol protagonista en la institución, ayudando así a poder coordinar los distintos servicios de atención -sociales y sanitarios- que surgirán en la nueva forma de hacer sanidad. Pero este no es exclusivamente el motivo; también lo es el hecho de que, si asumiéramos que este proceso ha de ser dirigido por personal médico, debido al número de ellos que actualmente hay en ejercicio, sería algo imposible de realizar. A su vez, su formación no es tan adecuada para afrontar la misión de coordinar dos ámbitos como lo son las ciencias sociales y la sanidad (Hernández Yáñez, 2018).

Detectadas las virtudes importantes que tiene un rol protagonista de la enfermería en las instituciones sanitarias, toca realizarse una pregunta realista: ¿es la enfermería capaz de asumir la responsabilidad de tener ese mayor protagonismo que estamos reivindicando?

El hecho de tener conciencia de este acto lo ha de otorgar una reflexión profunda de lo que vamos a asumir. Pero a su vez, se requiere de un fuerte compromiso por mejorar lo que ya tenemos. Esto ha de ir acompañado por tres puntos (Hernández Yáñez, 2018):

I. Llevar a cabo un recambio de líderes. Estos se encuentran inamovibles en el discurso del siglo pasado, ausentes de un relato que permita que la fortaleza moral de la enfermería reluzca. Esto no hace sino reducir el protagonismo institucional.

II. Modificar las “estructuras asociativas y gestoras” para aumentar la cooperación entre todos.

III. Cohesionar las bases profesionales, dotándolas de un liderazgo que le lleve a afrontar los retos a los que actualmente se enfrenta la enfermería.

Aún así, también necesitamos que ese compromiso por cambiar lo deficitario sea alimentado por la motivación. Motivación que, de manera circular, también es sustentada, en una parte, por el propio protagonismo de la enfermería en las instituciones. Condenados a motivar a esta disciplina en los tiempos que corren, sólo toca una posibilidad: hacer política “a todos los niveles: macro (regulación y políticas de salud), meso (gestión y asociacionismo) y micro (equipos profesionales)” (Hernández Yáñez, 2018).

Conclusiones

A lo largo de estas líneas hemos tratado de descubrir, por medio de un proceso de lectura y reflexión de lo leído, cuál es el tiempo que vendrá para la enfermería. Con ello podemos decir que hemos conseguido extraer un conjunto de conclusiones:

1ª. La labor filosófico-reflexiva, además de potenciar la actitud de la Ética del Cuidado, permitirá que la enfermería consiga conocer de dónde viene, hacia dónde va y de la mano de con quién va. Dicho lo cual, le permitirá entender sus conflictos de futuro tales como la deshumanización de los cuidados para, así, tratar de situarse al lado del ser humano. Y es que el pensar -que no deja de ser, desde su etimología, la razón de la existencia del cuidado- se postulará como candidato para no perder de vista el progreso, principal marcador de que nuestra disciplina enfermera es útil y contemporánea para quien pretende ser: la humanidad.

2ª. El protagonismo de la enfermería también será clave para conseguir una democratización de las instituciones sanitarias, donde estén representadas la mayoría de las profesiones sanitarias en su debida proporcionalidad. Del mismo modo, también será útil para conseguir una visibilidad de los cuidados, para incrementar la motivación en el propio personal de enfermería y para aumentar la conciencia social acerca de la autonomía de nuestra disciplina.

3ª. La enfermería necesita de diversos cambios en su estructura organizacional y académica para conseguir ser lo que quiere ser. Esto es: trabajar por un liderazgo cohesionado, cooperativo y actualizado, que le permita fomentar la motivación de los actuales y futuros profesionales, cultivando un elemento clave para nuestra disciplina: la vocación.

4ª. La Ética del Cuidado ha de atravesar los límites de la teoría para conseguir alcanzar la práctica. Esto será posible con la aceptación de que, más que una idea teórica, es una actitud. Para conseguir interiorizar y fijar en la esencia enfermera esta actitud, es necesario que se potencie la labor filosófico-reflexiva en la enfermería.

En definitiva, se acerca una época crucial para nuestra disciplina, cargada de importantes cambios en lo que creemos es su germinal razón de ser: el ser humano y los cuidados. Y es por eso preciso velar por que la enfermería no se aleje de la humanidad, porque procede de ella: es momento de cuidar para ser y ser para cuidar. Si bien, es cierto que, como hemos visto, existen cuestiones que pueden amenazar su futuro y evitar que consiga ser como quiere ser. No obstante, aún quedan razones para creer.

Bibliografía

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Recibido: 18 de Noviembre de 2020; Aprobado: 21 de Diciembre de 2020

Correspondencia: fernando.roman@imibic.org

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