Al principio Dios, en su infinita bondad, quiso repasar, volver a contemplar su creación: el mundo, el universo, y comenzó por la joya de su creación. Así que se hizo visible en el Huerto del Paraíso, del Edén, del mundo, del universo, y llamó con voz alta y cálida:

-”Adán, ¿dónde estás”? Gén. 3.9.

Era su voz divina, muy paternal, amable, intimista, acogedora, amorosa…

Y nosotros queremos preguntarnos:

-Enfermería española, ¿dónde estás?

Y podemos seguir preguntándonos muchas cuestiones respecto a nuestro proceder profesional, social, humano.

Y por tercera vez preguntamos:

-Enfermería de San Juan de Dios, ¿dónde estás?

No sé si se prolongó el silencio. Pero sí sospecho que la respuesta tardó en producirse y resultó corta, balbuciente, tal vez esquiva. No lo sé, ciertamente.

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Y aquí estamos en silencio activo, intentando descubrir la filosofía, los contenidos, las influencias y modos de esta Enfermería que titulamos al estilo de San Juan de Dios. Con disposición e intención de ser descubierta del todo: estudiada, analizada, asumida, divulgada. Como nos dice en su libro José Bueno y González: “la Enfermería debe constituir una ciencia particular, enseñada por principios”.¹ Tendremos que descubrir, pues, analizar, difundir y demostrar estas particularidades, nuestros principios de Enfermería.

El campo conceptual de nuestra Enfermería, será, ha de ser, por tanto, sinónimo de trabajo intelectual, estructural y técnico-sanitario-especializado, determinado, conseguido:

Por tanto, nuestra enfermería con influencia de San Juan de Dios ha de ser el resultado de una larga, profunda, rigurosa indagación, investigación, logros de contenidos y difusión de los términos positivos conseguidos. Consideramos que las ideas y las prácticas, los conceptos, han de ir encabezando y aplicando nuestros mejores cuidados a los pacientes.

Disponer de ideas, de una correcta filosofía, principios, y saber cómo, por qué y cuál es nuestro primer motor asistencial resulta fundamental y decisivo. Así conseguiremos servir mejor, porque es mejor servir que no servir, prestar cuidados-técnicas de nuestros principios, ayudar, curar o aliviar a nuestros asistidos. Por tanto tendremos que plantearnos la investigación y las buenas prácticas como medios de progreso constante y asistencia, prestación de cuidados con buena calidad.

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Los principios de la doctrina filosófica Hospitalaria-Enfermera de San Juan de Dios radican en la biografía contada a otros por Juan de Dios, escrita en su cuaderno de apuntes por Pedro Velasco, suponemos, y publicada con letras de molde por Francisco de Castro en Granada, el año 1585;² también las cartas que se conservan originales de Juan de Dios y las de San Juan de Ávila dirigidas a Juan de Dios, el de Granada. Las tradiciones-documentadas llegadas a nosotros por distintas vías de conservación y comunicación: las distintas Constituciones, decretos, leyes, bulas, actas, crónicas, reseñas, documentos y otros medios informativos sobre la persona, ideas y acciones de Juan de Dios y sus seguidores.

También conocer las vidas y obras de Pedro Velasco, Antón Martín y los gerentes del nuevo Hospital de Juan de Dios, Granada, los Hermanos Domingo Benedicto, 1550, y, después, Rodrigo de Sigüenza a partir de 1565 y siguientes años. Quienes colaboraron intensamente con la preparación-formación de hermanos en temas de Hospitalidad-Enfermería-Cirugía y que luego prestaron sus servicios, 1568-1571, en los ejércitos españoles con Juan de Austria en las guerras de Las Alpujarras, Granada, en Lepanto, Grecia, y otras. Los Hermanos Sebastián Arias y Pedro Soriano, que además de fundar hospitales por Italia consiguieron del Papa Pío V, Roma, la Bula Licet ex debito como reconocimiento oficial de la Orden Hospitalaria en el año 1572. Baltasar de Herrera, gran animador de hospitales y de la Orden Hospitalaria por los años 1575-1600. Ya a comienzos de 1600 Pedro Egipciaco, quien renovó la institución, los escritos del Hermano Dionisio de Celi, 1621, y del obispo Antonio Govea, 1625, como informadores por escrito de los trabajos de enfermería al estilo de San Juan de Dios.

De los siglos XVII y XVIII destacamos, también, a los hospitalarios, enfermeros y escritores sobre enfermería: los Hermanos Matías de Quintanilla, Agustín de Victoria, Juan Santos, Diogo de Sant-Iago, Antonio de Arza, Francisco de Liminiana y Carlos Gil Roldán. Del siglo XIX destacamos a José Bueno y González. Del siglo XX citamos a Benito Menni, Juan Ciudad Gómez, Luis Ortega Lázaro; y del siglo XXI queremos mencionar a los hermanos José Luis Redrado, José Sánchez Martínez, Francisco Ventosa, José Luis Martínez Gil, Calixto Plumez, tal vez el que firma este trabajo y otros más actuales que no citamos, contemporáneos.

A dichos citados de la Orden hay que añadir a muchas otras autoras y autores muy relacionados con la Institución, a quienes sería largo citar nominalmente, que aportan gran cantidad de buena documentación a los temas institucionales y de la Hospitalidad-Enfermería de San Juan de Dios.

Además de dichos autores nominados o no nombrados de obras literarias-profesionales alusivas al Patrimonio Hospitalario-Enfermero de San Juan de Dios podemos enriquecer con otras fuentes de información y formación en España sobre nuestro tema ya indicado de Hospitalidad-Enfermería de San Juan de Dios. Tendremos que hacer constar, añadir, por supuesto, como fuente de información-formación, el Museo-Archivo San Juan de Dios, Casa de los Pisas, Granada; el Archivo-Museo de Arte Psicológico, ubicado en el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos, Madrid; y el Museo dedicado a las Ciencias de la Salud, ubicado, también, en el Campus de Ciencias de la salud San Juan de Dios, en Ciempozuelos, Madrid. Además de los Campus Docentes de San Baudilio de Llobregat, Barcelona; del Hospital San Rafael de Madrid y de Bormujos, Sevilla.

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Y cuando veamos, sabiendo, asistiendo a los pacientes terminales que las pastillas, las inyecciones, los sueros, el respirador, el cardiógrafo y cualquier otro medicamento o aparato clínico no sirven para alargar y mejorar la vida, nos quedan aún las palabras. ¿La Enfermería ha de resultar, o está resultando, una muta ars, arte mudo, mutismo, o debe aplicar, mejor, la psicoterapia verbal, el decir placentero? Así nos lo recomienda don Pedro Laín Entralgo y nos apoyamos en él.³

¡Aunque sabemos que en estos casos las palabras no curan, pero sí alivian, consuelan y animan! Las palabras también son medicinas que no curan, pero sí reaniman, alivian, tranquilizan al ser humano. Y así podremos decir a los pacientes en estado terminal, asiéndoles delicadamente las manos:

-que tus familiares y amigos te recordarán siempre con mucho cariño…

-que pronto verás a Dios cara a cara y te acogerá en su seno…

-que aproveches esta circunstancia para pedirle perdón y confesarle tu amor a Dios durante la vida…

-que transmitas directamente nuestro saludo al Padre…