Enclavada en la cima de una colina, Monsaraz se alza como un rincón detenido en el tiempo, con su muralla imponente, calles empedradas y casas encaladas que evocan un pasado medieval. Sin embargo, más allá de su belleza, este pequeño pueblo portugués del Alentejo alberga una historia marcada por la solidaridad y el cuidado hacia los más vulnerables. La Santa Casa da Misericórdia, con su sobrio edificio blanco frente a la iglesia matriz, fue durante siglos un símbolo de asistencia a pobres y peregrinos. Hoy, su legado sigue vivo como testimonio de las obras de misericordia que tejieron el alma de esta comunidad.

Dicen que puede ser el pueblo más bello de Portugal, pero a mí me pareció un enorme decorado para una serie medieval. Aunque bien pensado, no se ven caballeros en sus barbacanas, sino turistas blandiendo sus teleobjetivos hacia el horizonte, donde no se ven ejércitos asestados bajo su muralla, sino plácidos alcornoques esperando con paciencia que les llegue el año de la extracción. Tampoco se ven damas enamoradas acechantes tras las celosías, sino comerciantes exhibiendo la diversidad de artesanías que se producen en el Alentejo, que salen de sus tiendas para llenar de color las blancas fachadas en las calles empedradas.

De siempre parece haber sido habitado este estratégico enclave en lo alto de una colina en el sur de Portugal, cerca de la frontera con España, pues aún se conservan menhires y dólmenes en las cercanías. Aunque el pequeño y amurallado Monsaraz se dio a conocer en tiempos de la Reconquista, cuando los caballeros Templarios fortificaron su castillo y baluartes, tal vez pensando que diez siglos después ofrecerían un buen servicio a los turistas para regocijarse con las vistas espectaculares del embalse de Alqueva y los paisajes alentejanos.

Se entra a Monsaraz por la Porta da Vila, bien resguardada por sus torres gemelas, a través de un arco gótico coronado por una piedra con la Inmaculada, puesta allí por el rey João IV para estimular la fiebre concepcionista del momento. Luego viene la intrincada red de callejones donde la cal y la pizarra danzan como en un obrador para ofrecer un caserío que más pareciera una tarta nupcial. El viajero encontrará como detenidos en el tiempo pequeños secretos camuflados entre sus calles: el antiguo palacio de la audiencia con sus frescos edificantes del buen y el mal juez (Araújo, 2013), la casa de la Inquisición, las capillas de San José y San Juan Bautista, el castillo cuya plaza de armas sirve hoy de coso taurino, o las vistosas ermitas extramuros dedicadas a santos protectores.

En la plaza principal destaca un esbelto pelourinho o picota en mármol blanco de Estremoz, utilizado para ajusticiamiento de delincuentes y que hoy representa la jurisdicción y autonomía de Monsaraz. A un costado la iglesia matriz Nossa Senhora da Lagoa, que luce manuelino y renacentista por haberse edificado sobre los vestigios de un templo gótico anterior, arruinado en tiempos de la peste negra. Alberga en su interior la tumba de Gomes Martins Silvestre, el templario que fue primer alcalde de Monsaraz (Ramos, 2012: 44-5).

Pero a mí lo que verdaderamente me interesa es el sobrio edificio blanco con remate barroco terminado en cruz y escudo real embutido, que se sitúa a un costado de la plaza, frente a la iglesia. En su fachada luce el letrero "Hospital da Santa Casa da Misericórdia de Monsaraz". Se trata del complejo asistencial más importante de la villa, que prestó asistencia durante varios siglos a pobres del lugar y a peregrinos provenientes de las Andalucías. Hoy su función es meramente cultural, albergando un interesante archivo (Arquivo Municipal, 2016) y la iglesia abierta al visitante, cuyo interior fotografiamos para este reportaje.

El edificio que hoy podemos contemplar es fruto de sucesivas reformas del primitivo del siglo XV, consagrado al Espíritu Santo. Su fundación como Santa Casa de la Misericordia de Monsaraz se atribuye a Don Jaime, Duque de Braganza, que le otorgó su estatuto en 1520 por acuerdo con las élites locales y la antigua cofradía medieval del Espíritu Santo, que recibieron al siguiente año autorización real para la anexión del hospital y de la hospedería del Espíritu Santo:

"Considerando os homens honrados desta Vila amadores das virtudes e que trazem o intento na honra da própria pátria e querendo imitar os bons cidadãos e honrados regedores dos bons lugares do reino, nos quais havia a confraria da Santa Misericórdia no ano passado de 1520. Estando nesta Vila o Bacharel João Alvares ouvidor do Senhor Dom Jaime Duque de Bragança consultaram com ele que se pusesse em obra fundarem aqui esta Santa confraria e como quer que ele fosse do mesmo propósito. Acordaram que se fizesse suplicação a El-Rei como de feito ele a fez logo e pedirão a Sua Alteza que para a dita confraria se poder melhor sustentar houvesse por bem lhe a juntar e unir a Albergaria e hospital pobre do Espírito Santo que havia nesta Vila que tinha alguns mil réis de rendas e foros e assim a confraria da Santa Misericórdia instituída na Igreja de Santa Maria da dita Vila (…)"

(Arquivo Municipal, 2016).

Las funciones que llevará a cabo la nueva institución y que aparecen plasmadas en sus estatutos están en consonancia con el ejercicio de las obras de misericordia que va a caracterizar a la mayor y más duradera red asistencial de Portugal (Lobo de Araújo, 2018): cuidar a los enfermos, asistir a los inválidos, socorrer a los pobres, visitar a los encamados y dar sepultura a los difuntos sin recursos. Su época dorada la alcanzó en las medianerías del dieciocho, como lo atestigua el retablo que hoy podemos contemplar en su capilla mayor, que solía albergar imágenes religiosas asociadas con la caridad y la misericordia, y otras obras que se realizaron tras el famoso terremoto de Lisboa.

Durante su periodo de actividad, la Santa Casa da Misericórdia de Monsaraz gestionó servicios asistenciales muy básicos, centrados en prestar socorro a los pobres y el cuidado de enfermos en la comunidad. También supervisaba entierros dignos y la administración de limosnas, actividades que eran sostenidas por donaciones de los vecinos, las élites locales y la Iglesia Católica. Con el paso del tiempo y la centralización de los servicios asistenciales en otras regiones más grandes del Alentejo, la actividad de la Santa Casa en Monsaraz fue disminuyendo, hasta cesar completamente. Sin embargo, el edificio permaneció como un símbolo del compromiso histórico de la comunidad con la asistencia a los más vulnerables.

Visitemos ahora la iglesia de la Misericordia o del Santo Espirito, anexa al hospital, que es de acceso libre, con el solo tributo de informar a la joven portera del lugar de origen del visitante. Entramos en una nave rectangular y de escasas proporciones, muy sencilla, de estilo barroco, adornada con lienzos de regular factura y modestos ornamentos. Como ocurre en casi todas las misericordias, su interior es sobrio, parece haber sido diseñada para reflejar humildad y devoción. En el lado del evangelio se encuentra un elemento singular, una capilla con una imagen del Senhor Jesús dos Passos, patrón de la villa, que fue ofrecida a Monsaraz por el Duque de Bragança, Don Teodósio II. Se cuenta que en el altar opuesto estaba Ntra. Sra. de la Misericordia, que, el día del terremoto, cayó del altar y se puso a los pies de su hijo, pidiéndole entonces que protegiera la ciudad y los alrededores, razón por la cual ni los edificios ni la población sufrieron a causa del seísmo (Ramos, 2012: 11).

El fuerte carácter milagrero de esta imagen lo vemos atestiguado en la pared que le rodea, profusamente decorada con exvotos: miembros y órganos de cera de diferentes tamaños, con madejas de pelo y algunos sudarios dispuestos anacrónicamente sobre varillas colgadas del muro. De indudable interés son los diversos milagros pintados, datados de los siglos XVIII hasta comienzos del XX, donde algunos devotos quisieron plasmar los favores recibidos al encomendarse a esta imagen protectora: "VOTO QUE FES IOANNA MARIA A O S. DOS PASSOS EM HVA MALIGNA Q PADECEO NO ANNO DO 1736."

"Miracle visivel, e o Divino Sr. Jezus dos Passos se dignou fazer a Joze Perª de Miranda, Medico desta Villa librando-o da Morte de q estaba aproximado depos de esgotados toso os recursos da arte en 15 de Julho de 1855". Año aquel aquejado de una gran pandemia de cólera morbo asiático que sin duda remontó las escarpadas laderas de Monsaraz para cebarse en su médico, aunque este logró sobreponerse milagrosamente gracias a la intercesión del patrón del pueblo. La pintura, de estética popular, tipo naif, testimonia también las limitaciones de la ciencia médica, que cede el espacio terapéutico a la religiosidad ante situaciones de desahucio.

"MILAGRE QUE FEZ O SENHOR DOS PASSOS, A MARIANNA LOPES GODINHO, MORADORA DO MONTE DO DUQUE FREGUESIA DE S. PEDRO DO CORVAL, QUE ESTANDO COM UMA GRANDE EMFERMIDADE A ROGOS DE SEU MARIDO FRANCISCO CORREIA CAEIRO, E DE JOANNA LOPES GODINHO, MICAELA LOPES GODINHO, E DE DOMIGOS LOPES BULHAO, E DE MAIS PESSOAS QUE ACOMPANHABAM, O SENHOR, A LIVROU DA MORTE EM 21 DE AGOSTO DE 1908". Llama la atención la expresiva belleza de estos testimonios pintados, donde los personajes parecen flotar en una atmósfera cuasi mística. El pintor de exvotos sacrifica la perspectiva y las proporciones en favor de un mensaje claro que busca producir un efecto sobrecogedor y convincente en el devoto observador.

La Santa Casa da Misericórdia ya no desempeña una función asistencial activa, pero su edificio se conserva como un testimonio del pasado histórico y social de Monsaraz, reflejando el papel de las Misericordias en Portugal, que fueron fundaciones benéficas religiosas y civiles surgidas en el siglo XV para brindar asistencia a los sectores más necesitados (Lobo de Araújo, 2018).

No prolongué por más de una jornada mi estancia en la medieval Monsaraz. El intempestivo día de finales de otoño no invitaba a disfrutar de los entretenimientos que ofrece su playa interior del Alqueva. Aún así, de no haber estado el cielo opacado por pertinaces nubarrones, es seguro que me hubiese quedado a observar su afamado cielo estrellado, que por estar libre de contaminación lumínica ofrece las mejores vistas del firmamento.