RÍOS DE PIEDRAS
Son caudales de rocas en medio de los pinares, cuya apariencia es similar a un verdadero lecho fluvial pero que solo tienen de río el nombre y en realidad únicamente están formados por rocas, sin el menor rastro aparente de corriente de agua alguna. Son acumulaciones de bloques de cuarcitas fracturadas por el hielo —gelifracción—, formados en los periodos periglaciares y que aparecen sobre laderas suaves.
¡Qué maravilla! ¡Qué accidente geográfico tan sorprendente!
Ana Lucía, de 41 años, era una mujer delgada, bajita, vestida con ropa barata…, que un día entró llorando a la consulta.
— “Mientras caminaba por la carretera me asaltaron dos hombres… latinos y me agredieron y se llevaron mi documentación…, pasó un coche pero no paró… Al huir los hombres se dejaron un monedero. Lo cogí y tenía droga. Puse una denuncia… Tengo miedo a represalias. También trabajo sola y temo que me busquen… Mi familia me dice que no tiene importancia…, pero yo…”.
— “¡Qué historia tan sorprendente” — pensó el médico. Los ríos de piedra es la formación geológica más llamativa de toda esta región.
Otro día entró también llorando a la consulta…
— “Me he tomado…, sin saberlo…”.
Y Ana Lucía refirió haber tomado accidentalmente cocaína…, “creyendo que eran cápsulas de metamizol… Me dolía la cabeza y fui a coger un metamizol que tenía mi prima… ¡Y tenían cocaína…! Las había vaciado y rellenado…”. Ana Lucía lo iba a denunciar…
— “¡Qué historia tan sorprendente!” — pensó el médico — “Ese fenómeno de la naturaleza, los ríos de piedra, es verdaderamente muy curioso”.
Y otro día entró también llorando a la consulta…
— “Me tiene que dar pastillas… y la baja… Agredieron a mi hija Nancy…” — dice secándose las lágrimas — “pero no quiere que lo denuncie…, dice que me meto en su vida… No quiere porque han sido los camellos que le venden la droga… Nos ha cogido dinero…”.
Y no crean que los ríos de piedra son precisamente “riachuelos”, ya que en algunos puntos llegan a alcanzar los 250 metros de ancho y más de dos kilómetros y medio de longitud.
El médico se queda sorprendido; él no imaginaba que Nancy, su hija de 19 años, consumiera droga… Nancy es bajita —percentil 10 de estatura— y delgada, con un percentil menor de 3 de peso. Presentó hace años “anorexia y bulimia”, y rechazó completar quimioprofilaxis secundaria con isoniacida tras Mantoux positivo y radiografía de tórax normal. Decía que no fumaba “porque no la dejaba su madre…”, aunque lo hace a veces y también algún porro, y presenta migraña. Existe una problemática familiar entre ella y su padrastro —Andrés—: “Una vez me pegó. No me deja llegar tarde y a su hijo sí…”. Ha visitado al psicólogo infanto-juvenil.
Los ríos de piedras ocupan el fondo de algunos valles… “O sea, aunque pueda no creerse, no todos los ríos llevan agua…”, pensó el médico.
Ana Lucía es viuda. El padre de Nancy murió hace 14 años por accidente de tráfico; era toxicómano. Desde hace años vive con Andrés, que está separado de su anterior pareja, toxicómana, de la que tiene un hijo, Carlos, que vive con ellos, y tiene otra hija con Ana Lucía, Noemí. Andrés presenta alcoholismo y consume drogas.
Ana Lucía trabaja en la limpieza. Fuma 1 paquete al día. Ha presentado problemas de relación familiar —problemática con su madre y con alguno de sus cinco hermanos— con clínica de depresión y ansiedad. Dice no consumir drogas ni alcohol. Dice que tiene problemas con Andrés cuando bebe: “Él no es alcohólico… pero hay malos tratos psíquicos…, ahora está en paro…, y tuvo un accidente de tráfico por ir bebido…”, y tienen muchos problemas económicos. Ha tomado a pequeñas temporadas fluoxetina y visitó al psicólogo.
Los accidentes que le ocurren a Ana Lucía son siempre sorprendentes…, como los ríos silenciosos, sin agua…, de piedras. Ríos que nos llevan río arriba y río adentro.