INTRODUCCIÓN
La miasis ocular es la invasión del órgano ocular por parte de larvas de insectos; en concreto nos centramos en la mosca, sus huevos y sus larvas. Se pueden clasificar en miasis primarias, que se alimentan de tejido vivo; y en secundarias, de tejido necrótico. En raras ocasiones pueden producir lesiones oculares; suelen acantonarse y proliferar invadiendo tejido orbital, las anejos oculares o la piel del párpado.
Existen miles de especies diferentes que varían en tamaño, color y forma. Una vez fecundada la hembra, ésta es capaz de poner más de 400 huevos usualmente sobre la fruta o en materia orgánica podrida; lugares que sirven de alimento para las larvas. La temperatura óptima para los huevos es de 23 ºC, la cual corresponde a la temperatura promedio del interior de las viviendas.
Bajo el microscopio, los huevos son amarillos con forma de grano de arroz, y eclosionan a larva entre 12 y 24 horas tras su puesta. Estas nuevas larvas maduran, anidan y proliferan volviéndose sexualmente activas a las 48 horas, siendo su vida media de menos de una semana.
Son más comunes a finales de verano y en otoño, tiempo de maduración de múltiples frutas y verduras. Es muy común en las casas, restaurantes, supermercados, botellas y latas vacías, bolsas de basura, fregonas y trapos… Una sola patata o cebolla podrida olvidada en la despensa o un poco de jugo derramado bajo la nevera es suficiente para causar una infestación de miles de moscas.
CASO CLÍNICO
Varón de 56 años, sin antecedentes de interés, agricultor de profesión dueño de unos campos de melocotones que acude de madrugada a urgencias hospitalarias aquejando prurito y sensación de ocupación en el ojo derecho de 24 horas de evolución. No presentaba irritación conjuntival, ni alteraciones visuales, ni limitación motora y el test de fluoresceína no mostraba lesión corneal ni cuerpo extraño. Había sido revisado ese mismo día, dos veces en consulta y una en urgencias de su centro de salud sin resultado. Tras lavarlo varias veces con suero fisiológico, pasamos una torunda estéril evidenciando un helminto vivo en movimiento.
Masajeamos el saco lagrimal y revisamos los párpados, extrayendo hasta veinte helmintos que recogimos en un recipiente estéril con suero fisiológico para su estudio microbiológico. Recetamos tobramicina colirio en solución 3 mg/ml profiláctica, y lo citamos en consultas de Oftalmología para completar estudio y tratamiento. El otro ojo resultó asintomático.
Desde el laboratorio de Microbiología se identificaron por visión directa como larvas de mosca (Figura 1). En los días sucesivos estuvo en seguimiento cada 48 horas por Oftalmología para ir extrayendo manualmente las larvas hasta no encontrar rastro de éstas. Debido a que también presentaba rinorrea con moco espeso, se extendió el estudio haciendo una radiografía de senos paranasales y se tomaron muestras que resultaron finalmente negativas. Evolucionó bien con recuperación completa. En ningún momento se objetivó lesión o problemas oculares.
DISCUSIÓN
La miasis ocular se caracteriza por una infestación superficial del tejido ocular y anejos que imita a una conjuntivis tipo alérgico o viral. Los afectados presentan dolor, ardor, picazón y enrojecimiento uniocular de inicio abrupto acompañado de sensación de cuerpo extraño en movimiento. En caso de invasión, las larvas penetran en la esclerótica y alcanzan el espacio vítreo y subretiniano manifestándose como una pigmentación de los tractos epiteliales del pigmento retiniano en patrones múltiples entrecruzados, junto con una proliferación fibrovascular, la hemorragia y el desprendimiento exudativo de la retina que puede conducir a la ceguera. También pueden infiltrarse en el saco lagrimal y pueden migrar a través del canal lagrimal hasta la cavidad nasal. La extensión intracraneal es una complicación remota.
Existen una serie de condiciones debilitantes crónicos, como son la diabetes mellitus, heridas abiertas, agentes inmunosupresores, discapacidad intelectual o enfermedad psiquiátrica, etc.
El éxito del tratamiento de la miasis depende de la etapa de presentación, la gravedad y las condiciones predisponentes asociadas. El principio básico para eliminar las larvas es por arrastre por lavados abundantes con suero fisiológico (u otros como el cloroformo tópico, éter, etanol, trementina, gotas aceitosas o peróxido de hidrógeno) y limpieza de recovecos donde se pueden quedar acantonadas. La antibióticoterapia está indicada para prevenir infecciones bacterianas secundarias. Se puede añadir algún analgésico o antiinflamatorio tópico para control sintomático. Los medicamentos antiparasitarios, tales como la ivermectina, se reservan para casos de miasis orbital avanzados a dosis de 200 mg/kg de peso. La ivermectina bloquea los impulsos nerviosos mediante la liberación de ácido gamma-aminobutírico (GABA), produciendo la parálisis y muerte de las larvas.
En conclusión, la miasis es una patología poco común que puede pasar desapercibida en forma de una conjuntivitis vírica o atópica. Las medidas higiénicas son imprescindibles para prevenirlas, como son la limpieza del entorno, la buena higiene personal, la provisión de saneamiento básico y educación sanitaria en el medio rural.
Siendo la patología ocular un problema tan frecuente en consultas como en urgencias, es importante demorarse en hacer una buena anamnesis y una exploración concienzuda del ojo. La mayoría se pueden resolver en Atención Primaria, pero las más abigarradas o atípicas deberían ser valoradas en pocos días, al menos una vez, por un especialista de área.