La relación entre la literatura y la medicina ha sido objeto de numerosos estudios, ensayos, escritos y reflexiones1,2,3,4.
El análisis de las interconexiones entre ambas puede explicar y justificar la pertinencia de la utilización de la literatura como herramienta docente en ciencias de la salud capaz de complementar los métodos docentes clásicos y ampliar el nivel de experiencia de los estudiantes permitiendo una formación integral y de calidad5,6.
La capacidad de la literatura para adquirir habilidades comunicativas y relacionadas con el lenguaje está fuera de toda duda. Aprender a leer de forma comprensiva y a escribir de forma clara, concisa, exacta y coherente sería suficiente para justificar la utilización de la literatura en la docencia en cualquier rama del conocimiento, pero, en ciencias médicas, su capacidad transciende a lo puramente lingüístico pues favorece la reflexión y el desarrollo de actitudes empáticas por su potencial para enseñar a escuchar y a comprender.
De esta forma, los textos literarios permiten al estudiante de ciencias de la salud aproximarse a la enfermedad, pero fundamentalmente al enfermo a través de hechos, circunstancias y situaciones que difícilmente se encuentran en los tratados y publicaciones médicas5,6.
Muchos pasajes literarios son auténticas historias clínicas que reflejan signos, síntomas, métodos y técnicas diagnósticas y terapéuticas, epidemiología, etc., constituyendo un acicate para el estudiante que le permite desarrollar su capacidad de observación y estimular su curiosidad trasladándolo del texto literario al tratado médico, induciendo la «necesidad» de búsqueda de información, la capacidad de integración de conocimientos y el desarrollo de su espíritu crítico.
Pero los textos literarios van más allá pues permiten conocer profundamente al enfermo al aproximarse al componente emocional de la enfermedad comprendiendo e integrando aspectos médicos, psicológicos y sociales. Las experiencias, los sentimientos y la vida de los pacientes cobran un gran valor y permiten una comprensión adecuada de la situación que presenta cada paciente. Además, es posible acceder «directamente» a las experiencias de «otro» médico y analizar críticamente y en profundidad la relación médico paciente.
De esta forma la literatura constituye un recurso docente complementario muy amplio5,7,8 y flexible con capacidad de enriquecer los curricula de los estudiantes de ciencias de la salud, desarrollando aptitudes, generando actitudes y ampliando su nivel de experiencia siempre que el diseño docente se haya realizado minuciosamente y los objetivos sean claros, pertinentes, precisos, alcanzables y evaluables.
Resumen de la ponencia presentada en la Reunión científica La Revista de Medicina y Cine en los estudios de Ciencias de la Saludel día 7 de noviembre de 2019, en el marco del XXIV Congreso de la Sociedad Española de Educación Médica y V Congreso Hispano-Luso, celebrado en Salamanca del 6 al 8 de noviembre de 2019.