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Sanidad Militar

versión impresa ISSN 1887-8571

Sanid. Mil. vol.73 no.4 Madrid oct./dic. 2017

https://dx.doi.org/10.4321/s1887-85712017000400001 

EDITORIAL

Preparación y respuesta en escenarios complejos

Preparation and response in complex scenarios

Alberto Cique Moya1 

1 TCol. Veterinario. Dirección de Sanidad del Ejército de Tierra

Vivimos en un mundo interconectado donde se podría decir que las distancias han dejado de existir. Esto, que tiene ventajas incuestionables en otros ámbitos de nuestras vidas, en el caso particular de las enfermedades transmisibles constituye una amenaza contra la que continuamente tenemos que estar preparados. Para corroborarlo solo hay que comparar el año que tardó el bacilo pestoso en cruzar el Mediterráneo en 1347 (desde la ciudad de Caffa a Barcelona), en comparación con las semanas que necesitó el virus del Síndrome Respiratorio Agudo Grave para diseminarse a nivel internacional a principios del 2.º milenio.

Esta inmediatez espacial y temporal lleva aparejada que los límites entre la seguridad interior y seguridad exterior se hayan difuminado de tal manera, que los clásicos preparativos de seguridad se hayan visto sobrepasados en los inicios del siglo XXI como establece la Estrategia Española de Seguridad. De ahí la necesidad de una respuesta coordinada e integrada de todas las capacidades nacionales para atajar estas amenazas a nuestra seguridad, entre las cuales las capacidades sanitarias militares constituyen la punta de lanza, tanto en territorio nacional como en los lugares donde nuestras fuerzas están desplegados, al objeto de tratar de impedir que un brote de enfermedad se convierta en un incidente de salud pública internacional.

Estas capacidades van desde la investigación básica y aplicada en el ámbito de la defensa al tratamiento de enfermos/bajas en la Unidad de Aislamiento de Alto Nivel del Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla, pasando por la asistencia a la baja de combate, la seguridad alimentaria y de aguas de consumo, la logística y mantenimiento sanitario o la asistencia psicológica, entre otras muchas que las diferentes especialidades aportan en función de su currículo en el ámbito de la defensa biológica y la reducción de las amenazas biológicas sea cual sea su origen.

Nadie puede dudar que en áreas de conflicto o de catástrofe el riesgo epidémico aumenta de forma exponencial debido al deterioro o ausencia de los sistemas de salud pública. Solo tenemos que pensar en los brotes de cólera en Yemen, Haití o Afganistán, que junto con otros veintidós países africanos son, de acuerdo a un estudio recientemente publicado por la Research and Development Corporation, los veinticinco más vulnerables para la aparición y desarrollo de un brote de una enfermedad transmisible. El problema al que nos enfrentamos es que nuestros efectivos están desplegados en muchos de ellos, lo cual puede suponer un reto mayor para nuestras fuerzas, hecho que sin ninguna duda es tenido en cuenta durante el planeamiento y desarrollo de las diferentes operaciones.

El control de los riesgos sanitarios a nivel local o regional en áreas donde el sistema de salud pública se ha visto deteriorado, permite evitar que un brote de una enfermedad transmisible se convierta en un problema nacional o internacional. Solo hay que pensar en la epidemia de Ébola sufrida en África para corroborar este aserto, donde países con sistemas de salud pública muy débiles no podrían haber superado la epidemia sin ayuda internacional; situación que les hace ser más sensibles, si cabe, al posible desarrollo de nuevos brotes. En este sentido, tenemos que enorgullecernos del papel desarrollado por la Sanidad Militar española en una demostración de capacidades formativas, operativas y asistenciales que fueron modelo para otros ejércitos de países amigos.

Si lo anterior es importante en brotes de origen natural, más lo será en aquellos brotes de origen intencionado donde la respuesta podrá verse complicada por las especiales circunstancias que conllevaría una necesidad de coordinación mayor, si cabe. Esta capacidad militar es posible gracias a la existencia de una unidad de doctrina común, unos medios de respuesta específicos y, sin ninguna duda, una preparación continua para lo improbable. En definitiva, una suma de capacidades individuales y colectivas que las diferentes especialidades fundamentales del Cuerpo Militar de Sanidad ponen a favor de nuestra seguridad.

Dentro de esa preparación continua para lo improbable se incluye, sin ningún tipo de duda, la preparación frente a las enfermedades emergentes o reemergentes de origen natural, así como frente a aquellos posibles brotes de enfermedades de origen intencionado, transmisibles o no, en un contexto de bioterrorismo o agroterrorismo. Situación que se ha visto agravada con el desarrollo de la biología molecular y su potencial aplicación con fines ilícitos.

En este sentido, la optimización y abaratamiento de las técnicas biotecnológicas han abierto la posibilidad para que un «biohacker» con intenciones aviesas, trabajando en instalaciones de fortuna, utilice sus conocimientos aprovechando la cobertura que le confieren los talleres donde los seguidores del movimiento filosófico DIYBio (DO It Yourself Biology - Haz tu mismo Biología) tratan de mejorar el ser humano mediante, entre otras vías, la manipulación genética de microorganismos en laboratorios improvisados. Planteándose también la posibilidad remota de liberación de un agente biológico modificado en un fallo de bioseguridad provocando un brote de consecuencias inciertas en función de las características del agente, su transmisibilidad y del incidente que provocaran.

Debemos mantener un estado de alerta continua frente a aquellos brotes de enfermedad donde el origen, la causa y el agente, es decir, las claves epidemiológicas sean indeterminadas, resultando fundamental la gestión integral de este tipo de incidentes para evitar, como se decía al principio, que un brote de enfermedad tenga consecuencias inciertas. Por ello, no podemos ni debemos olvidar que la respuesta en este tipo de escenarios complejos requiere de la coordinación de diferentes actores con distintas capacidades, siendo los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad uno de esos actores donde, en un incidente sospechoso de haber sido provocado, requerirá la coordinación y colaboración eficiente no solo para atajar el brote, sino para llevar ante la justicia a aquellos que supuestamente lo han provocado.

En relación al incremento y difusión de cepas cada vez más resistentes a los tratamientos establecidos, es fundamental contextualizar la amenaza ya que plantea un desafío sanitario de salud pública donde la Sanidad Militar, en sus diferentes niveles operativos, debe de ser capaz de aportar sus capacidades para intentar atajarla, ya sea en las primeras fases de la asistencia a las bajas de combate o en las instalaciones de tratamiento. Un ejemplo de esto lo constituyen algunas cepas de Acinetobacter baumanii, conocido vulgarmente como «iraquibacter», al haber sido aislado en bajas de combate en Irak y Afganistán y que complica el pronóstico de las bajas con heridas infectadas por este germen.

Sea cual sea el origen del brote, zoonótico o no, de origen natural o intencionado, hay que tener en cuenta que la respuesta, tanto en territorio nacional como en zona de operaciones, corresponde al primer escalón sanitario, los Oficiales de Sanidad de las diferentes especialidades, que en función de su puesto táctico son y serán los responsables de la generación de la alarma y del establecimiento de las medidas de control para intentar atajar los brotes en las primeras fases a merced de un estado de vigilancia y alerta continua. Para mejorar la capacidad de respuesta, es prioritario que nuestro personal mantenga el adecuado nivel de instrucción y adiestramiento mediante una formación continuada para poder hacer frente a este tipo de situaciones en los momentos iniciales donde la adopción coordinada de medidas eficaces es prioritaria, hecho demostrado en numerosas ocasiones a lo largo de nuestra historia. Aunque no podemos olvidar que la respuesta inicial debe ser apoyada por los escalones superiores obligados disponer de los medios y capacidades que permitan establecer una respuesta coordinada e integrada en aquellas situaciones epidemiológicas donde las capacidades de la Sanidad Militar sean requeridas en estos tiempos en los que nos ha tocado vivir.