En verano de 2020 publicábamos en esta revista un resumen del papel de la Sección de Enfermedades Infecciosas del Hospital Central de la Defensa (HCD) durante la pandemia de COVID-19, enfatizando la importancia de estar preparados para una nueva ola de la enfermedad1. Desgraciadamente así fue, con varias olas de enfermedad que paralizaron una y otra vez nuestra actividad habitual en la Sanidad Militar española, siguiendo la historia de anteriores pandemias por enfermedades infectocontagiosas transmisibles por vía respiratoria.
Finalmente, el 5 de mayo de 2023, el director general de la OMS declaraba el fin de la emergencia de salud pública de preocupación internacional por la COVID-192. Esta declaración podría interpretarse como el fin de la pandemia por COVID-19 tras esta total disrupción de la historia de la humanidad y el cambio de paradigma en el sistema sanitario. Pero lo realmente anunciado en la declaración del Comité de Emergencia del Reglamento Sanitario Internacional no era el fin de la primera enfermedad X de la década3, sino el cambio de nuestra forma de afrontarla pasando a ser un problema de salud endémico2.
La COVID-19 es una enfermedad cuya sintomatología actual, tras sucesivas mutaciones, variantes y subvariantes, cual barco de la paradoja de Teseo, no se diferencia en la mayoría de los casos de un cuadro catarral o gripal4 no requiriendo ya medidas específicas de salud pública, recuerdos vacunales o investigación en nuevas opciones de tratamiento. No obstante, si analizamos el problema, seguimos detectando en pacientes de alto riesgo, especialmente inmunodeprimidos, oncológicos y afectos de patologías hematológicas, una posible causa de enfermedad grave, hospitalización e incluso la muerte5,6. Los nuevos sublinajes de la variante Ómicron actualmente circulantes, especialmente la XBB.1.5, presentan más de cuarenta mutaciones en comparación con la variante original de Wuhan, lo que les confiere una alta capacidad de evadir el sistema inmune, disminuyendo la efectividad y protección a largo plazo de las vacunas bivalentes adaptadas a Ómicron7, además de anular la capacidad neutralizante de los anticuerpos previamente disponibles para inmunización pasiva en pacientes inmunodeprimidos sin adecuada respuesta vacunal8.
Sin embargo, contamos, a diferencia de marzo de 2020, con antivirales de eficacia demostrada en los primeros días de enfermedad9,10 e inmunomoduladores con disminución de la mortalidad en los enfermos graves. Además, se espera la aprobación de nuevos antivirales, nuevos inmunomoduladores, nuevas vacunas y nuevos anticuerpos monoclonales cuya descripción excedería el espacio y referencias bibliográficas acordes a un editorial, remitiendo a los lectores a nuestro curso Novedades en Enfermedades Infecciosas 2024 organizado en colaboración con la Jefatura de Docencia del HCD y la Fundación SEIMC-GESIDA para futuras actualizaciones al respecto.
Con el fin de conseguir prevenir la enfermedad grave, debemos mejorar la situación de alta presión asistencial en los niveles asistenciales de Atención Primaria y Urgencias, para detectar el paciente de riesgo en las fases iniciales de la enfermedad y prescribir de forma precoz el tratamiento correcto. Tenemos que seguir concienciando a nuestros pacientes de riesgo y a nosotros mismos la importancia de que nuestros hospitales sean entornos libres de virus respiratorios, combinando vacunación, higiene y la ausencia en los hospitales de personas con síntomas respiratorios, tengan o no un test rápido positivo a SARS-CoV-2. Ni pacientes, ni visitas, ni tan siquiera trabajadores sanitarios. Tenemos que mantener, por tanto, las medidas de aislamiento de contacto y gotas de los pacientes con virus respiratorios correctamente, con o sin diagnóstico microbiológico confirmado, pero sin paralizar la actividad habitual de nuestros hospitales. Y tenemos, sobre todo, que asumir que las enfermedades infecciosas en el siglo XXI constituyen un problema de Salud Pública que va a ir a más11 y una amenaza a la Seguridad nacional12 frente a la que tenemos que seguir adaptándonos y mejorando nuestra capacidad de respuesta a todos los niveles y en todas las profesiones sanitarias y distintas especialidades de forma coordinada, como hicimos en el año 202013. La próxima enfermedad X llegará, y la próxima creación de la especialidad de Enfermedades Infecciosas14 solo es una pieza más de toda la preparación que requerimos en toda la sociedad para una respuesta rápida y eficaz.