INTRODUCCIÓN
Desde el 25 de noviembre de 1957 al 30 de junio de 1958, en los territorios y aguas del África Occidental española (Ifni, Villa Bens y Sáhara), se produjeron combates entre fuerzas insurgentes independentistas y efectivos militares españoles que originaron la denominada guerra de Ifni y Sahara (figura 1). El resultado de este conflicto fue que España mantuvo su soberanía en la ciudad de Sidi Ifni y en el territorio sahariano, mientras que cedió al enemigo la mayor parte de la provincia de Ifni y Villa Bens. A pesar de ser un conflicto eminentemente terrestre, la Armada participó con buques y con Infantería de Marina1,2.

Figura 1. Mapa de las provincias de Ifni y Sahara. Se resalta en color azul las ciudades de Sidi Ifni, Villa Bens y El Aaiun. Villacisneros, ubicado al sur, no aparece en el mapa. Modificado del mapa levantado por el Instituto Geográfico del Ejército en 1960 con referencia M 11404. Documento adquirido por uno de los autores (RNS).
Las unidades navales desplegadas en la zona de operaciones se encuadraron en dos agrupaciones. Cada una de ellas estaba constituida por dos cruceros y tres o cuatro destructores. Como buques de apoyo se contó con una fragata, dos corbetas, cuatro minadores y dos remolcadores (tabla 1, figura 2). Además, se emplearon doce buques civiles para transportar tropas y pertrechos desde la península ibérica y Canarias hasta zona de operaciones (figura 3). Asimismo, se desplegó un contingente de Infantería de Marina para establecer una cabeza de playa de El Aaiún. Algunos de estos buques utilizaron su artillería sobre la costa durante operaciones conjuntas con el Ejército de Tierra y del Aire españoles. Finalmente, el apoyo logístico que realizó la Armada fue vital, ya que gracias al empleo de sus buques se pudieron transportar de forma masiva efectivos, material y armamento al África Occidental española3-5.
Tabla 1. Barcos de la Armada integrados en cada una de las agrupaciones navales desplegadas en zona de operaciones durante el conflicto.
Agrupación A | Crucero Canarias |
Crucero Méndez Núñez | |
Destructor Churruca | |
Destructor Gravina | |
Destructor José Luis Diez | |
Agrupación B | Crucero Cervantes |
Crucero Cervera | |
Destructor Miranda | |
Destructor Antequera | |
Destructor Jorge Juan | |
Destructor Escaño | |
Apoyo | Minador Neptuno |
Minador Eolo | |
Minador Marte | |
Minador Júpiter | |
Corbeta Descubierta | |
Corbeta Atrevida | |
Cañonero Vasco Núñez de Balboa | |
Barcaza K1 | |
Barcaza K2 | |
Remolcador RA-1 | |
Remolcador RA-2 | |
Infantería de Marina (Playa El Aaiún) |

Figura 2. Dibujos de algunos de los barcos de la Armada que participaron en el conflicto. Cruceros Canarias, Galicia, Miguel de Cervantes, Almirante Cervera, destructores Almirante Valdés y Gravina y, finalmente, minador Vulcano. Las imágenes proceden de postales de los años cincuenta del pasado siglo, adquiridas por uno de los autores (RNS).

Figura 3. Recreación a partir de fotografía del vapor Ciudad de Alicante realizada por Txema Prada, con derechos de publicación adquiridos por uno de los autores (RNS).
Tanto en los buques como en la fuerza desplegada de Infantería de Marina se encontraban destinados oficiales médicos de la Armada, prestando apoyo sanitario a estas operaciones de combate. En retaguardia, en los hospitales navales de la península y en el sanatorio antituberculoso de Los Molinos (Madrid), los médicos de marina también trataron bajas procedentes del conflicto.
Los objetivos del presente estudio son analizar la actuación de la sanidad naval en el conflicto y estudiar la patología de las bajas pertenecientes a la Armada. Para ello se revisan fuentes históricas primarias, fuentes secundarias y, finalmente, entrevistas estructuradas a marinos e infantes de marina veteranos de aquel conflicto.
LA SANIDAD DE LA ARMADA EN LA DÉCADA DE LOS AÑOS CINCUENTA DEL SIGLO PASADO
En 1957, la Armada contaba con 159 oficiales médicos, 17 oficiales farmacéuticos, 20 oficiales de la escala de Sanidad Militar y 165 suboficiales enfermeros. Además de las enfermerías en los buques y arsenales distribuidos por las diferentes zonas marítimas, la capacidad hospitalaria en tierra ascendía a seis hospitales navales (con un total de 1.376 camas en total) y un sanatorio antituberculoso de marina. A continuación, describiremos las capacidades de dos de estos centros hospitalarios navales en los años del conflicto y la hoja sanitaria que se realizaba en ese momento a los miembros de la Armada6-9.
Hospital de Marina de San Carlos (Cádiz)
Durante 1957 y 1958, el hospital de marina situado en la población militar de San Carlos (San Fernando, Cádiz) se encontraba en un momento de plena adaptación a las necesidades del momento. Los edificios en los que se encontraba desde el siglo pasado no habían sido diseñados con fines médicos y esto generaba la necesidad de continuas obras de adaptación. A esto se añadía la recomendación de incorporar las consultas ambulatorias al edificio hospitalario.
El director del hospital en aquel periodo era el coronel médico José del Val Cordón.
El hospital disponía de las siguientes clínicas: medicina interna, cirugía, otorrinolaringología, oftalmología, dermatología, neuropsiquiatría, tisiología, odontología, farmacia y los gabinetes de análisis clínicos y radiología. El pabellón de infecciosos se hallaba en plena reconstrucción. Entre otros servicios, contaba con sala de recreo para pacientes hospitalizados, cuartel de marinería en donde se ubicó la junta de reconocimiento con el fotoseriador, sala de cinematografía de invierno y pantalla de cine de verano, jardín y parque para el reposo de los pacientes tuberculosos, huerta con vaquería, porqueriza y gallinero, biblioteca, salas de duchas para enfermos, talleres de mantenimiento, barbería, etc. Se realizó un estudio minucioso sobre la repoblación forestal del parque y se solicitaron 564 ejemplares de álamos, abetos, eucaliptos, cedros…
En 1957 se ejecutaron las siguientes obras: instalación de un fotoseriador y una pantalla para el cine al aire libre, arreglos de la chimenea, estufa de desinfección y cámara frigorífica, continuación de trabajos en el pabellón de oficiales, despachos, sala de juntas y pabellón de infecciosos. Entre los proyectos y tramitaciones pendientes se hallaban: la reparación general de la calefacción, la adaptación de la sala de suboficiales, el arreglo de estanterías y local de farmacia, la modernización de la clínica de dermatología, el salón de actos y cinematógrafo, la reforma de locales de rayos X y fisioterapia y la adaptación del local de los practicantes de guardia. La junta facultativa, reunida en febrero, estimó las necesidades del centro en unas quinientas camas10-12 (figuras 4, 5 y 6).

Figura 4. Plano del hospital naval de San Carlos (San Fernando, Cádiz) a mediados de los años cincuenta del siglo pasado. Imagen tomada de García-Cubillana de la Cruz J. M. El antiguo hospital de San Carlos (1809-1981) y la ciudad de San Fernando. Publicaciones del Sur Editores, 2007.

Figura 5. Fotografía de uno de los pabellones del hospital naval de San Carlos (San Fernando, Cádiz) a mediados de los años cincuenta del siglo pasado. Imagen tomada de García-Cubillana de la Cruz J. M. El antiguo hospital de San Carlos (1809-1981) y la ciudad de San Fernando. Publicaciones del Sur Editores, 2007.

Figura 6. Imágenes del interior del hospital de San Fernando en 1957. Tomado del bicentenario del Hospital de San Carlos, San Fernando (Cádiz) 1809-1999. Ministerio de Defensa. Madrid, pp. 350-351.
La media de pacientes ingresados en dicho año fue de 168. A continuación se expone la relación de estancias hospitalarias ocasionadas por las enfermedades más frecuentes8,9 (tablas 2 y 3).
Tabla 2. Enfermedades en los pacientes atendidos en el Hospital Naval de San Carlos (San Fernando, Cádiz) en 1957.
Enfermedades prevalentes | Año 1957 | |
---|---|---|
Estancias | % | |
Tuberculosis pulmonar | 10.453 | 15,01 % |
Otras tuberculosis | 1.975 | 5,72 % |
Todas las tuberculosis | 12.428 | 20,73 % |
Gastroenteritis y toxiinfecciones alimentarias | 3.709 | 6,08 % |
Enfermedades mentales | 2.519 | 4,11 % |
Eccemas | 2.389 | 3,9 % |
Reumatismos | 1.252 | 2,09 % |
Apendicitis | 1.307 | 2,10 % |
Hipertrofia amigdalar | 3.139 | 5,13 % |
Parotiditis | 460 | 0,65 % |
Sífilis | 119 | 0,19 % |
Blenorragias | 286 | 0,29 % |
Todas las enfermedades venéreas | 618 | 1,12 % |
Tabla 3. Intervenciones quirúrgicas realizadas en el Hospital Naval de San Carlos (San Fernando, Cádiz) durante 1958.
I. Operaciones del sistema nervioso | - |
II. Operaciones del sistema endocrino | |
III. Operaciones oftamológicas | 13 |
IV. Operaciones del oído, nariz y garganta | 33 |
V. Operaciones de la cavidad bucal y del esófago | 45 |
VI. Operaciones del tórax | |
VII. Operaciones en la mama | |
VIII. Operaciones en estómago, intestino y abdomen | 97 |
IX. Operaciones del aparato genitourinario | 25 |
X. Operaciones ginecológicas | |
XI. Operaciones obstétricas | |
XII. Operaciones ortopédicas | 47 |
XIII. Operaciones de vasos sanguíneos periféricos y sistema linfático | |
XIV. Operaciones de piel y tejido celular subcutáneo | 21 |
XV. Otros procedimientos quirúrgicos |
Sanatorio antituberculoso de la Armada en los Molinos (Madrid)
La tuberculosis fue una enfermedad con gran prevalencia en siglos pasados. Representaba la causa de morbilidad y mortalidad más representativa hasta bien entrada la mitad del siglo XX. Los factores predisponentes a sufrir esta infección por Micobacterium tuberculosis son la desnutrición, el hacinamiento, los malos hábitos dietéticos, la poca higiene y las extremas condiciones térmicas que se daban en España. Fue la aparición de las penicilinas y estreptomicinas las que pusieron coto a su avance10,12.
La Armada española, a partir de 1936, apoyada en su sanidad, organizó un estudio de grandes grupos buscando resultados estadísticos. Para ello, estableció un control sanitario tanto al personal profesional como a la marinería, con objeto de diferenciar entre contagio y enfermedad, lo que se hizo por medio de las reacciones tuberculínicas y las exploraciones radiológicas. A todo este esfuerzo sanitario se le denominó la lucha antituberculosa en la marina de guerra española13.
El 4 de noviembre de 1931 se sancionó con carácter de Ley una disposición por la que se creaba un Sanatorio Central «capaz de cumplimentar las necesidades fimatológicas de nuestra Marina». Dicho centro habría de tener carácter de Escuela de Reeducación, «implantando las enseñanzas adecuadas para la consecución de tal finalidad». Un año más tarde se determinó la localidad donde habría de ser instalado el centro antituberculoso (en la localidad de los Molinos, próxima a Cercedilla, en la sierra madrileña) y se entregó toda la documentación a la Sección de Sanidad del Ministerio de Marina.
El entorno del sanatorio era auténticamente grandioso, en pleno valle de Guadarrama, circundado por La Peñota, Siete Picos, Bola del Mundo y Puerto de los Leones. La finca tenía una superficie de 69 hectáreas con un manantial de agua y una traída de aguas particular desde los manantiales y neveros de La Peñota.
En este marco se levantó un edificio principal de seis plantas, con alturas retranqueadas, un pabellón secundario donde se situaron servicios de hostelería, oficinas y como reserva para hospitalización, más otras instalaciones como talleres, pañoles, grupo electrógeno, etc., separados para evitar molestias a los hospitalizados. Esta superficie ocupaba un 15 % de la finca (figura 7).

Figura 7. Entrada principal al Sanatorio Antituberculoso de los Molinos (Madrid), custodiada por infantes de marina. Imagen tomada de una postal de los años cincuenta del siglo pasado, propiedad de uno de los autores (RNS).
Los primeros enfermos ingresaron en el sanatorio en el mes de junio de 1949. En 1952 se habilitó un pabellón con veintiseis camas para poder atender personal y familiares femeninos y se empezó a hacer cirugía pulmonar, además de la colapsoterapia. Al disminuir la morbilidad por esta enfermedad, la lucha antituberculosa de la Armada se extendió a los marineros y soldados de reemplazo desde 1956.
En 1957 se implantó en la Armada la terapia al aire libre de los pacientes tuberculosos, de tal forma que los pacientes se acostaban en tumbonas varias horas por la mañana y por la tarde en días con buen tiempo. Se empleó el tratamiento con Dipasic®, que originaba la rápida desaparición de infiltrados y cavernas pulmonares. En esta época se llegó casi a erradicar la práctica del neumotórax terapéutico. Se enviaba a los pacientes más complicados a este sanatorio, procedentes de todas las zonas marítimas. En 1959 ingresaron veintidós pacientes en este centro14,15.
Hoja sanitaria
En el Archivo General de la Zona Marítima de Canarias se encuentran parte de los expedientes de marinería y tropa de Infantería de Marina. En cada uno de ellos, concretamente en la Hoja 2, aparecía la Hoja Sanitaria en la que aparecían los datos obtenidos en el reconocimiento médico del ingreso. Se anotaba peso, talla, braza, perímetro torácico inspiratorio y espiratoria, capacidad respiratoria, esfuerzo muscular de la mano derecha e izquierda, índice vital y tipo constitucional.
A continuación se detallaban los antecedentes familiares, los datos patológicos individuales (enfermedades infecciosas padecidas y predisposición a las afecciones catarrales del aparato respiratorio), el examen fisiológico (aparato respiratorio, aparato circulatorio, sistema hemático, aparato digestivo, sistema nervioso, sentido de la visión y sentido de la audición).
La vacunación, en 1957, era antivariólica, antitifoidea y antigripal. Asimismo, se anotaban las inyecciones de sueros preventivos y curativos y las intervenciones quirúrgicas realizadas.
Finalmente se anotaban los rebajes en enfermería. También, en cada uno de los expedientes, se puede observar la prueba del Mantoux y una pequeña radiografía de tórax (figura 8).

Figura 8. Imágenes tomadas por el autor de la libreta sanitaria de un marinero de 1957, que muestran su vacunación (frente a viruela, fiebre tifoidea y gripe), radiografía de tórax y resultado de la prueba del Mantoux. Tomado del archivo de la Armada de Las Palmas. Colección de uno de los autores (RNS).
LA SANIDAD DE LA ARMADA EN EL CONFLICTO
Prácticamente la totalidad de los buques en zona de operaciones contaban con personal de sanidad. El número y empleo de los mismos dependía del tipo de unidad, tonelaje y capacidad sanitaria del mismo.
Como norma general, en los cruceros había al menos un oficial médico, tres suboficiales sanitarios y varios cabos sanitarios; en la fragata y minadores un oficial médico, un suboficial sanitario y un cabo sanitario y por último el apoyo sanitario en las corbetas y remolcadores recaía tan solo en un suboficial sanitario.
En el medio naval, la asistencia médica comenzaba con la atención prestada a bordo por el oficial médico o, en ausencia de este, por el suboficial sanitario. Si la gravedad del enfermo o herido superaba las capacidades médicas del buque, se procedía a evacuarle por vía marítima hasta un barco de guerra con una dotación médica superior, que perteneciese a la misma agrupación naval. Una vez embarcado en este último, se reevaluaba a la baja, se le trataba con los medios disponibles a bordo y si fuese necesario se evacuaba hasta un hospital militar, casi siempre el de Las Palmas de Gran Canaria. Únicamente en el caso de que el buque con el enfermo navegase muy cerca de tierra se podía evacuar a la baja directamente a un hospital. Tan solo en un par de ocasiones se evacuaron a heridos por vía marítima desde la zona de operaciones hasta el Hospital Militar de Las Palmas(A,B).
Durante los traslados logísticos en el medio marítimo, ocurrieron eventos médicos de interés que demuestran cómo la labor asistencial (e incluso quirúrgica) a bordo estuvo presente.
A lo largo del embarque en Melilla de los miembros del Batallón Cabrerizas en los cruceros Miguel de Cervantes y Almirante Cervera se produjo el caso de un paciente afecto de abdomen agudo. El enfermo fue evacuado en lancha hasta el crucero Miguel de Cervantes, donde fue intervenido quirúrgicamente por los dos oficiales médicos destinados a bordo.
Durante el momento de la cirugía, el crucero aminoró la velocidad (ralentizando al resto del convoy) con la intención de facilitar la intervención. El paciente fue diagnosticado de apendicitis aguda perforada con peritonitis aguda, lo que obligó a la colocación de un drenaje abdominal, ingresó en enfermería durante unos días y, posteriormente, se evacuó al hospital cuando la situación táctica lo permitió16.
Al final del conflicto en esta zona de operaciones, Espinosa17 relata cómo el oficial médico del crucero Valdés de la Armada española anestesió e intervino quirúrgicamente a un marinero civil, miembro de la tripulación de un barco alemán, diagnosticado de apendicitis aguda. La llamada de socorro fue atendida por radio, fue evacuado en una lancha del buque de guerra hasta el crucero y, tras la intervención a bordo, fue trasladado hasta el hospital de marina de Cádiz.
La necesidad de transporte de tropas y la carencia de este tipo de barcos en la Armada provocó que el Ministerio de Marina requisase buques civiles para poder realizar este cometido. En al menos uno de ellos (Motonave Ciudad de Alicante), embarcó un equipo médico de la Armada compuesto por un teniente médico, un suboficial sanitario de segunda, un cabo primero sanitario y un cabo segundo sanitario18. Muchos de estos barcos requisados también fueron empleados para evacuar enfermos y heridos desde el Hospital Militar de Las Palmas a algunos hospitales militares de la península.
Consideramos importante destacar que la mayoría de las unidades sanitarias del Ejército de Tierra y de la Armada, así como los pertrechos quirúrgicos, fueron embarcados en los buques y transportados hasta zona de operaciones por medios navales. Una vez desembarcados, las unidades desplegaron encuadradas en sus respectivos ejércitos y el material fue distribuido en los distintos destacamentos.
Durante la campaña, uno de los puntos clave en la costa de la provincia del Sáhara fue la playa de El Aaiún. Esta zona, protegida en un principio por miembros de La Legión, fue atacada por las bandas insurgentes el 25 de noviembre de 1957. El tiroteo duró cinco horas y hubo bajas por ambas partes. El peligro de que el enemigo pudiera dañar los depósitos de material hizo que se decidiese que fuerzas de Infantería de Marina desplegasen en esa zona costera.
Infantería de Marina
En cumplimiento de la Orden General n.º 9 del Grupo Especial del 16 de enero de 1958 se forma la primera compañía expedicionaria de Infantería de Marina con destino a la Cabeza de Playa de El Aaiún. Este contingente estaba compuesto por 222 hombres (cinco oficiales, ocho suboficiales, 207 efectivos de tropa junto con un sanitario de segunda y un cabo de sanidad). Al mismo tiempo se activa un órgano de mando formado por un comandante, un capitán de Intendencia, un teniente, un teniente médico (Dr. Carlos Tello Fernández), un suboficial sanitario de segunda, un cabo primero operador de radio, dos cabos primero sanitarios, un cabo y cinco soldados1,12.
A la hora de alistar el personal se pone en evidencia que el estado de las botas de los soldados no era el ideal, por lo que se pide al almirante capitán general del Departamento Marítimo de Cádiz, que se suministren 225 pares de botas de piel de becerro vuelta. Se da conformidad y el 16 de enero de 1958 se suministran dichas botas, junto a 222 uniformes gris uralita y tres faenas grises de marinería para el personal asignado.
El 17 de enero de 1958, la primera compañía expedicionaria embarca en el Arsenal de La Carraca a bordo del minador Marte. El día 19, a las 08:30 horas, se fondea frente a la playa de El Aaiún, pero no se inicia el desembarco por el mal estado del mar hasta el día siguiente.
La cabeza de playa estaba constituida en torno a un perímetro semicircular apoyado por su lado oeste en el mar, de unos 2 km de profundidad, con diferentes subelementos defensivos y zonas de alambradas para evitar infiltraciones del enemigo. El acceso al interior era en la parte este y engloba a diferentes edificios, como el faro y la comandancia de Marina.
En febrero de 1958 es activada una segunda compañía expedicionaria de Infantería de Marina, también del Tercio Sur. Embarca en la fragata Martín Alonso Pinzón en demanda del puerto de Las Palmas, a donde llega el 1 de febrero de 1958. Tras transbordar al minador Marte, nuevamente se hace a la mar, desembarcando durante los días 6 y 7 de febrero en la cabeza de playa de El Aaiún. El 8 de febrero asume el mando efectivo de la cabeza de playa. Al día siguiente, hay una alarma a las 08:45 horas, al observarse a un grupo de indígenas en actitud sospechosa en unas dunas cercanas.
A las 02:00 a. m. del 10 de febrero de 1958, la cabeza de playa es atacada por el este y por el norte. Diferentes partidas de unos diez hombres intentan la aproximación al perímetro de las alambradas, llegando a unos 15 m de la posición española y entablándose un nutrido tiroteo entre los atacantes y las unidades desplegadas en los elementos de resistencia. Impactan varias granadas de mortero de 50 mm a unos diez metros del faro, siendo contestado este fuego por los morteros de Infantería de Marina. A las 2:50 horas cesa el tiroteo, regresando a los pocos minutos la patrulla de seguridad exterior que da la novedad de haber visto a grupos de rebeldes retirándose en dirección norte y en dirección sur. A las 05:30 horas, caen varias granadas de mortero de 50 mm en las inmediaciones del faro y en las proximidades del último edificio del sur, a lo que se suma un intento de penetración por los lados este y sur.
Se solicitó fuego naval de apoyo que hizo callar a los morteros enemigos a la tercera salva. A las 07:05 horas se observó a personal a pie enemigo replegarse desde el sur al este, al amparo de una vaguada. Se envió una sección en misión de reconocimiento descubriendo multitud de pisadas, casquillos y restos de paquetes de vendaje abandonados. El ataque fue rechazado.
En la noche del 16 de febrero de 1958, se produce un nuevo intercambio de granadas de mano y de fuego de fusilería entre el enemigo y los infantes de marina que defienden la zona norte. La patrulla de seguridad de esa zona observó a personal escapando en dirección norte. El mando de la cabeza de playa había pedido a los buques que estuviesen listos para abrir fuego en apoyo de la posición, pero al final no fue necesario.
El 18 de junio de 1958, unos nativos avisaron que en un campamento de haimas cercano al destacamento de Infantería de Marina había un herido por arma de fuego. Salió a las 09:00 horas una patrulla que reconoce la zona hasta lograr detener a un individuo armado que resultó ser un desertor de la XIII Bandera Legionaria. Este fue entregado a las autoridades del Ejército de Tierra en el Aaiún.
El día 24 de ese mes se escoltó a un destacamento médico en misión de asistencia a la población nativa19.
Desde un punto de vista sanitario, los infantes de marina se vieron sometidos a duras situaciones, donde la cantidad de horas expuestas al sol a menudo trabajando en la mar acarreando materiales en bañador, sin la debida protección solar, originaba quemaduras y eccemas en la piel que necesitaban cuidados en los servicios sanitarios desplegados en la cabeza de playa.
Asimismo, la diferencia de temperaturas entre la noche y el día provocaban infecciones otorrinolaringológicas, mientras que los temporales de viento y arena originaban afecciones oculares.
El calor persistente y la presencia de insectos obligaron a frecuentes operaciones de desinsectación en los elementos defensivos.
Más preocupante pudo resultar el aprovisionamiento de agua, frecuentemente desembarcada en bidones procedentes de los aljibes que abastecían desde las Islas Canarias, cuando no se recurría a pozos salobres cercanos.
En cuanto a la alimentación de los infantes de marina, podemos imaginar que la dieta en la zona de operaciones no era todo lo variada que podía ser en la península. Como botón de muestra, se pueden resumir los productos que constituían un «rancho en frío» y se daban a las unidades para salir de comisión o maniobras. En la cabeza de playa, la dieta era pobre en carne, legumbres y verduras, pero rica en pescado, debido a la gran actividad pesquera inmediata a las aguas saharianas de las que las fuerzas españolas se beneficiaban. Había carne de camello y de gacela, pero estaba teóricamente prohibido su consumo por estar ambas especies protegidas.
Vicente García Navarro ingresó en 1948 en Infantería de Marina. Fue miembro de la agrupación de desembarco de 1958. Recuerda que, durante el primer día de desembarco en El Aaiún, no encontraron ninguna fuerza hostil en la playa. Prepararon el asentamiento de Infantería de Marina. Trabajó junto con el teniente médico Carlos Tello. En una ocasión, dicho teniente médico estaba atendiendo a una enferma civil y se lesionó el tobillo. Él le cogió y le ayudó a volver a la enfermería. Se hizo la enfermería de circunstancia en los barracones con camas bajas. No había ambulancias en el despliegue en la playa. Los evacuados iban en barca hasta las enfermerías de los buques. Normalmente, había un oficial médico embarcado. El veterano afirma que, en el caso de que apareciese un herido muy urgente, se podía evacuar a El Aaiún por medio de un Junker Ju 52. Había poca agua, una cantimplora cada dos días. Recuerda que había muchas pulgas por la arena y chinches en los colchones de paja. Desde su punto de vista, la comida no era mala, ya que cocinaban los infantes de marina. Había muchos pacientes con diarrea por la mala calidad del agua, también hubo enfermos por el frío y la humedad de la noche por el cambio de temperatura en el desierto. Asegura que el botiquín individual estaba compuesto por vendas, esparadrapo, aspirinas y algo de alcohol(C).
El teniente de Infantería de Marina Jesús Hernández Sánchez estuvo seis meses en la cabeza de playa de El Aaiún mandando un pelotón. No padeció heridas y sus soldados tampoco, a pesar de sufrir emboscadas y realizar muchos reconocimientos. Recuerda la enfermería en el destacamento de la playa, con su médico de marina y sus sanitarios. Al final de la contienda sufrió neumonía, por lo que fue evacuado a Canarias en un Junker 52. Confiesa que «siempre ha tenido mucha fe en los médicos militares» después de lo vivido en El Aaiún(D).
Bajas durante el conflicto
Desde el punto de vista del agente que origina la lesión o la enfermedad, podemos dividir las bajas de la Armada durante el intervalo de tiempo estudiado en tres grupos: lesionados durante la carga y descarga de víveres y pertrechos en la playa (figura 9), heridos durante los combates (tabla 4) y enfermos por infección intestinal.

Figura 9. Fotografía del trabajo realizado en plaza por marineros e infantes de marina. Imagen cedida por el Museo de Infantería de Marina de San Fernando (Cádiz) a uno de los autores (RNS).
Tabla 4. Relación de infantes de marina y marineros heridos en Sidi Ifni y Sahara durante el conflicto.
Número | ||
---|---|---|
Unidad | Cuerpo General de la Armada | 72 |
Infantería de Marina | 36 | |
Empleo | Marinero | 65 |
Soldado | 28 | |
Cabo | 10 | |
Cabo primero | 5 | |
Lugar | Sidi Ifni | 82 |
Villabens | 1 | |
El Aaiún | 24 | |
Otros | 1 | |
Año | 1957 | 46 |
1958 | 62 | |
Baja | Combate | 6 |
No de combate | 98 | |
Tipo de lesión | Herida | 57 |
Contusión | 41 | |
Fractura | 2 | |
Quemadura | 8 | |
Asfixia | 1 | |
Zona anatómica | Cabeza | 5 |
Tórax | 3 | |
Abdomen | 3 | |
Miembro superior | 14 | |
Miembro inferior | 23 |
Desde el 23 de noviembre de 1957 al 9 de marzo de 1958, 38 marineros y doce infantes de marina sufrieron lesiones (veintisiete con heridas -veinticinco en pies y dos en tórax-, veintidós con contusiones) y un marinero casi se ahogó en la mar hasta que fue rescatado. Es de destacar que dos infantes de marina sufrieron lesiones en tórax por un proyectil de mortero20.
Entre el 4 y el 9 de febrero de 1958 se atendieron a veintiocho infantes de marina (veintiuno por heridas -cuatro de ellos por metralla- y siete por quemaduras). Como consecuencia del bombardeo y del intercambio de disparos en la cabeza de playa resultan heridos: un cabo segundo, al sufrir lesiones por esquirlas en una mano generadas tras el impacto de una bala en la culata de su fusil; otro cabo segundo y un soldado, por lesiones de metralla a nivel ocular al estallar en sus inmediaciones una granada de mortero; por último, otro cabo fue herido en su mano derecha a consecuencia del retroceso de la placa base del mortero que manejaba. Los tres heridos más graves fueron evacuados en helicóptero al hospital de El Aaiún21 (figuras 10-15).
La deficiente profilaxis alimentaria en los infantes de marina desplegados provocó casi con total seguridad un brote de gastroenteritis que apareció a la semana de estar acantonados en la cabeza de playa y que tuvo su máxima incidencia en la quinta semana de misión. Llegaron a contabilizarse 46 rebajados, si bien la situación tendió a normalizarse a lo largo de las tres semanas siguientes19 (figura 16 y tabla 5).

Figura 16. Evolución de pacientes con gastroenteritis en función de las semanas en permanencia en zona.
Tabla 5. Composición de las raciones de previsión entregadas a los infantes de marina mientras se encontraban desplegados en la playa de El Aaiun en 1958.
Latas de fabada asturiana Latas de sardinas en aceite Latas de mermelada de melocotón Tableta de chocolate Arumi Latas de foie-gras Albo Latas de foie-gras Brasil Latas de foie-gras Fricer Latas de merluza a la vizcaína Latas de atún melva Piezas de pan de 0,400 kg |
CONCLUSIÓN
La guerra de Ifni Sahara de 1957 y 1958 fue eminentemente un conflicto terrestre, sin embargo, la Armada española tuvo un importante papel para el reconocimiento de costa, de apoyo de fuego naval, en el establecimiento de una cabeza de playa y en el transporte de efectivos, pertrechos y vehículos. Los oficiales médicos de Armada prestaron apoyo sanitario tanto a las dotaciones de los buques como al destacamento de Infantería de Marina en la playa de El Aaiún. Algunos de los marinos e infantes evacuados hasta la península por motivos médicos ingresaron en los hospitales navales o en el sanatorio antituberculoso de Madrid.