Sr. Director

El consumo de drogas, si bien es cierto, ha existido quizás desde los primeros pobladores de este planeta llamado tierra hasta nuestros días, sin embargo, también es cierto, que la pandemia COVID-19, enfermedad causada por el coronavirus Severe Acute Respiratory Syndrome-Coronavirus-2 (SARSCoV-2) se haya convertido en un catalizador sumamente potente y peligroso para el tema de las adicciones. No se trata ya solo de aquellas personas que se encuentran “encerrados” o “internados” en los centros de rehabilitación, sino, de aquellos que han egresado de éstos, como los aparentemente sanos que se han tenido que “encerrar” y aislar en sus propias casas, con todo lo que esto conlleva, es decir, los riesgos en su salud mental por dicho asilamiento y el “encierro” que hayan tenido que experimentar de la noche a la mañana.

Lo anterior, lleva sin duda, a muchas interrogantes, algunas respuestas, pero no la suficientes, ya que hay preguntas que aún siguen sin respuesta, como, por ejemplo, ¿el consumo de drogas aumentó o disminuyó?, ¿surgieron nuevas adicciones? ¿la adicción al internet es equiparable al consumo de sustancias psicoactivas como alcohol, tabaco, marihuana, entre otras?, ya la OPS, al final de la emergencia determino que 1 de cada 5 personas se verá afectada su salud mental,⁽¹⁾ pero ¿ha finalizado ya la emergencia? ¿cuál y cuando será el fin (si es que necesariamente tengamos que decir final a esta situación natural de ser vulnerables como seres humanos)?.

Desde mi punto de vista, creo que no solo uno de cada cinco se verá afectado, es casi difícil de pensar que nadie pueda verse afectado en su salud mental, cuando los cambios fueron drásticos e inesperados para la mayoría, y en este punto, retomo a la población de consumidores de drogas, los que se encuentran en tratamiento de rehabilitación, y aquellos que lamentablemente puedan haber “caído” ya en el mundo de las drogas debido a esta contingencia, como grupo vulnerable, en base a las investigaciones ya realizadas en torno a la mala relación de adicción y COVID-19, de tal manera que por un lado se puede encontrar cifras estadísticas, datos objetivos y concretos sobre la gravedad de este asunto.⁽²⁾

Aunado a lo anterior, se encuentra la persona que en proceso de tratamiento por el consumo de drogas internada en un centro de rehabilitación por sí mismo, o por lo que es más común por sus familiares, tuvo que aislarse ya no solo físicamente, sino en un plano subjetivo, como lo es el mundo interior del ser humano y que pese al positivismo este mundo es una realidad, donde la familia fue parte de un confinamiento masivo que agudizó esta situación de por si complicada por parte del interno, como de la familia más cercana a él. Cuestionarse es de humanos, por ello, ¿qué pasa en los corazones, pensamientos, emociones, sentimientos, expectativas, fracasos e ilusiones de aquel que se encuentra más aislado (por la pandemia) que nunca, es decir, de las personas que luchan por recuperarse y rehabilitarse de alguna adicción?, ¿qué sufrimientos más profundos estarán padeciendo los familiares y el mismo paciente por un lado, creer que es parte del tratamiento el aislarse, y por otro, saber que quizás los de afuera corran más riesgos que ellos mismos y que no puedan despedirse si quiera?, por todo lo anterior, es relevante considerar al enfoque cualitativo para adentrarse a investigar este fenómeno desde la comprensión de un tema complejo, dinámico, en conjunto con la filosofía de enfermería, donde el cuidado humano se hace presente para acoger al desvalido como describió V. Henderson, ser “la conciencia del inconsciente, el amor a la vida del suicida, los ojos de quien ha perdido la vista, el medio de locomoción para el infante, la voz de los débiles o incapaces de hablar”.⁽³⁾