INTRODUCCIÓN
El 11 de marzo de 2020, el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la enfermedad causada por el SARS-CoV-2 (COVID-19) como una pandemia, e hizo un llamamiento a los países para que adoptaran medidas urgentes y agresivas (1).
A partir de ese momento, la asistencia en los hospitales se vio modificada drásticamente por la rápida propagación del virus y la elevada cifra de pacientes que necesitaron ingreso hospitalario. Algunos de estos pacientes con COVID-19 presentaban complicaciones graves como es el síndrome de distrés respiratorio agudo, lesiones cardiacas, (2) o shock que hacía necesario su ingreso en unidades de cuidados críticos.
En España, según el informe del análisis de los casos de COVID-19 con fecha de diagnóstico desde el 31 de enero hasta el 11 de mayo de 2020 notificados por las Comunidades Autónomas a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) a través de la plataforma informática SiViES, se habían confirmado 250.273 casos. Requirieron ingreso en UCI 7.627 (9%) y, de estos, fallecieron 2.342 (31%) pacientes con COVID-19. (3).
El Sistema Sanitario se vio sometido a una importante presión asistencial por el gran número de ingresos hospitalarios, por el desconocimiento de esta enfermedad y por las complicaciones que presentaban estos pacientes. Ante esta situación excepcional, la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) preocupada por la calidad de la asistencia, elaboró una serie de recomendaciones sobre “qué hacer” y “qué no hacer” para guiar a los profesionales que atienden a los pacientes críticos durante la pandemia (4). Pero, el desarrollo de esta enfermedad varía en cada persona en función de la edad, el género, la carga viral, la genética, el ambiente, las enfermedades previas, etc. lo que hace que las manifestaciones clínicas vayan desde asintomáticas o muy leves a graves, sepsis y muerte. Actualmente, se sabe que el coronavirus causa daño en el sistema de múltiples órganos y que, además de la afectación pulmonar (Síndrome de Dificultad Respiratoria Aguda), el virus SARS-CoV-2 puede causar otras complicaciones (Tabla 1) (5).
Tabla 1. Otras manifestaciones clínicas de la enfermedad COVID-19 (5)
Alteraciones neurológicas: migraña, confusión, pérdida de consciencia, convulsiones, meningitis, encefalitis o ictus |
Alteraciones cardiovasculares: arritmias, trombos, endocarditis o infarto de miocardio |
Alteraciones hepáticas que producen un aumento de transaminasas en sangre |
Fallo renal agudo, con pérdida de sangre y proteínas por orina, que puede ser debido tanto al efecto directo del virus sobre el tejido renal como a otros efectos sobre el organismo como la hipotensión. |
Modificación del tránsito intestinal, con la aparición de náuseas, diarrea y dolor abdominal, debido a que el virus también puede infectar las células de la mucosa gástrica e intestinal y eliminarse por las heces. |
Pérdida de gusto y olfato por daño en las células nerviosas de la zona nasofaríngea. |
Conjuntivitis. |
Afectación dermatológica: erupciones y urticaria, que aparecen con más frecuencia en los casos leves. Lesiones livedoides y necróticas (6%) en los casos graves (13). |
Reacción exacerbada del sistema inmunitario que da lugar a un síndrome agudo denominado “tormenta de citoquinas”, que es responsable del colapso circulatorio, formación de coágulos intravasculares y fallo multiorgánico catastrófico que ocasiona la muerte del paciente |
Infecciones bacterianas y fúngicas secundarias, el fallo multiorgánico y los eventos trombóticos están siendo reconocidos cada vez con mayor frecuencia (6). |
Las complicaciones observadas con mayor frecuencia en los pacientes ingresados en las UCI son (6): síndrome de dificultad respiratoria aguda (60% a 70%), shock (30%), lesión miocárdica (20% a 30%), arritmias (44%) y lesión renal aguda (10% a 30%). Entre todas, las complicaciones trombóticas parecen surgir como un problema importante en estos pacientes. Los informes preliminares sobre los resultados de la pandemia de COVID-19 han demostrado que los pacientes infectados comúnmente desarrollan alteraciones de la coagulación, lo que se denomina Coagulopatía asociada a COVID-19 (7). Los datos emergentes respaldan que los pacientes infectados por este nuevo coronavirus corren el riesgo de desarrollar coagulación intravascular diseminada (8,9,10,11). Complicaciones como la tromboembolia pulmonar y la trombosis venosa profunda ya se encontraron en los exámenes post mortem realizados a pacientes fallecidos por el coronavirus SARS-CoV (12). Por el contrario, sobre las manifestaciones cutáneas de la COVID-19 existe escasa información. Se ha observado que estos pacientes presentan diferentes grados de lesiones sugerentes de enfermedad vascular oclusiva, incluyendo áreas de isquemia troncal o acral. Además, las lesiones livedoides y necróticas presentes en los pacientes con enfermedad grave y edad avanzada pueden ser lesiones primarias de COVID-19 o indicar complicaciones que conducen a la oclusión vascular (13). Sólo en un estudio, además de la acrocianosis, se menciona un caso de úlcera sacra en un paciente varón de 62 años con Polymerase Chain Reaction positiva (PCR+), después de estar ingresado veinte días en UCI (14).
Durante los primeros meses de pandemia, el tratamiento para el SARS-CoV-2 y sus complicaciones en los pacientes ingresados en UCI se centró en el control de la infección, el soporte hemodinámico (fluidoterapia y vasopresores), el soporte ventilatorio (cánulas de alto flujo 63.5%, ventilación mecánica no invasiva con presión positiva 42% y ventilación mecánica invasiva 56% con presión positiva al final de la espiración (PEEP) elevadas, posición en decúbito prono 12-16horas/24horas, relajantes neuromusculares intravenosos, vasodilatadores pulmonares por vía inhalatoria como el óxido nítrico o prostaciclinas, o la Oxigenación con Membrana Extracorpórea “ECMO veno-venoso”) y el tratamiento específico para COVID-19 (fármacos antivirales, inmunosupresores, inmunomoduladores, etc) (15).
Por otro lado, está demostrado que los pacientes críticamente enfermos tienen un mayor riesgo de sufrir lesiones por presión (LPP). Se entiende que una LPP es un daño localizado en la piel y los tejidos blandos subyacentes, generalmente sobre una prominencia ósea o relacionado con un dispositivo médico o de otro tipo, que se produce como resultado de una presión intensa y/o prolongada o de una presión combinada con cizallamiento(16). Este mayor riesgo se asocia a una multitud de factores, entre los que se encuentran: la duración de la estancia en UCI (17), la gravedad de la enfermedad (obtenida a través de la puntuación Acute Physiology and Chronic Health Evaluation II “APACHE-II” que es un sistema de clasificación de la gravedad de la enfermedad utilizado en las UCI)(18), la alteración de la oxigenación y perfusión relacionada con la inestabilidad hemodinámica y el uso de medicamentos vasopresores (mala perfusión, duración de la ventilación mecánica o la ECMO) (19,20,21,22,23), la anemia, el deterioro sensorial (24,25), el aumento de la humedad, incluida la incontinencia (26) y el drenaje de heridas, la inmovilidad (27), el estado nutricional comprometido (28) y el uso de equipo sanitario (29).
El paciente con COVID-19 ingresado en la UCI durante la evolución de la enfermedad puede verse afectado por todos estos factores y además tener la movilidad limitada debido al tratamiento respiratorio (semi incorporado a 45º (30) o decúbito prono (31)) o la inestabilidad hemodinámica (la inadecuada perfusión global o regional para mantener la función normal de los órganos, incluida la piel). La inestabilidad hemodinámica puede agravarse con el movimiento cuando los pacientes presentan hipotensión, bradicardia o hipoxemia relacionado con el reposicionamiento o los giros (28).
La prevención de las LPP se considera un indicador de la calidad de los cuidados enfermeros. Pero, se han identificado muchos factores que contribuyen al desarrollo de las LPP que están más allá del ámbito de la enfermería. No todas las LPP son evitables porque hay situaciones en las que la presión no se puede aliviar y la perfusión no se puede mejorar. En algunos casos, las LPP son inevitables porque la magnitud y la gravedad del riesgo son extremadamente altas, o porque las medidas preventivas están contraindicadas o son inadecuadas (32). Por ejemplo, las personas que presentan inestabilidad hemodinámica agravada por el movimiento corren el riesgo de sufrir LPP inevitables (28). Entre los factores de riesgo más importantes se incluyen la inmovilidad y la perfusión reducida, que son dos características que están presentes en los pacientes graves con COVID-19 (11). La diarrea, otro factor de riesgo, es uno de los síntomas comunes (2% - 49.5%) en los pacientes con COVID-19 y también puede contribuir a la aparición de LPP en sacro y a su contaminación, porque las heces de estos pacientes son potencialmente infecciosas (33). Aunque se acepta que algunas LPP en los pacientes ingresados en UCI son inevitables (22,32,34), también se insiste en que siempre se deben proporcionar medidas de prevención porque ninguna predeterminación del desarrollo de las LPP debe excluir la prevención, independientemente del entorno (28).
El Complejo Hospitalario en el que se llevó a cabo el estudio dispone de un hospital público de tercer nivel de 822 camas que atiende a una población de referencia de 430.021 habitantes. La UCI de este hospital dispone de veinticuatro camas (cirugía cardíaca y polivalentes) y en el último estudio publicado registró una incidencia de LPP del 6.5%(35). Pero durante la fase crítica de la pandemia por SARS-CoV-2, se observó que la mayoría de los pacientes con COVID-19 ingresados en UCI desarrollaban LPP, a pesar de haber tomado las medidas habituales de prevención (colchón dinámico, realización de cambios posturales, liberación de zonas óseas prominentes, tratamiento de la piel con ácidos hiperoxigenados, etc) (36,37).
Recientemente, se validó clínicamente el procedimiento de evaluación del riesgo de LPP en esta UCI a través del método de la media móvil(38) del Índice COMHON (Nivel de Conciencia, Movilidad, Hemodinámica, Oxigenación, Nutrición)(39) diariamente actualizada. Este método consiste en calcular la media aritmética de los valores de la puntuación del riesgo de LPP medido con el Índice COMHON en los tres días previos y se va actualizando diariamente. Este método se sometió a un estudio de exactitud diagnóstica en el que se puso a prueba su capacidad predictiva (35) y se obtuvo 12 como valor de corte para el riesgo de LPP lo que sirve como punto para discriminar cuando un paciente está protegido de la LPP.
OBJETIVO
Comparar la incidencia de LPP en los pacientes ingresados en UCI durante los tres primeros meses desde el inicio de la pandemia por COVID-19 (2020) con el mismo período del año anterior (2019)
MÉTODO
Diseño del estudio: Estudio de cohorte histórica.
Sujetos del estudio.
Los pacientes ingresados en la UCI del hospital donde se llevó a cabo el estudio, en el período comprendido entre el 12 de marzo y el 15 de junio de 2019 (235) y en el período comprendido entre el 12 de marzo y el 15 de junio de 2020 (160). Definitivamente se incluyeron en este estudio 362 pacientes a los que se les realizó el seguimiento, dentro de cada período, hasta el momento del alta de la UCI, el fallecimiento, como máximo durante treinta y cinco días de estancia o hasta la finalización del período establecido para la recogida de datos. Se excluyeron a aquellos pacientes que en el momento del ingreso ya presentaban LPP, aquellos con estancias inferiores a 24 horas y aquellos que los registros de la media móvil estaban incompletos (20 del primer período y 13 del segundo período).
Para este estudio se establecieron tres grupos diferenciados:
- Grupo 1, se incluyeron los pacientes que ingresaron en el periodo comprendido entre el 12 de marzo y 15 de junio de 2019 (215).
- Grupo 2, se incluyeron a los pacientes que ingresaron en el período comprendido entre el 12 de marzo y el 15 de junio de 2020 con diagnóstico NO COVID-19 (115).
- Grupo 3, en el que se incluyeron los pacientes que ingresaron en el período comprendido entre el 12 de marzo y el 15 de junio de 2020 con diagnóstico COVID-19 (32).
Variables del estudio.
La variable dependiente fue la aparición de lesión por presión (sí/no). Se utilizó el criterio propuesto en la Revisión del National Pressure Ulcer Advisory Panel (NPUAP) sobre la clasificación de las LPP, en donde se considera la LPP de Estadio 1 cuando está presente el eritema no blanqueante sobre piel intacta (16).
La variable independiente principal fue la puntuación media del riesgo de LPP, utilizando el Índice COMHON, llamada “media móvil”. En este caso se calculó la media aritmética de las puntuaciones de riesgo del Índice COMHON en los tres días previos al inicio de la aparición de la LPP, en pacientes que desarrollaron tales lesiones. En los pacientes sin LPP, la media móvil se corresponde a la última media móvil registrada, es decir, al alta, a la muerte del paciente o al finalizar el estudio. Si un paciente tuvo una estancia menor de tres días en la UCI, el promedio móvil se calculó utilizando los valores del Índice COMHON correspondientes a esos días.
Otras variables que se recogieron fueron la edad, sexo, tiempo de estancia, motivo de ingreso (médico, quirúrgico, COVID19), APACHE-II, localización de la LPP, tiempo desde el ingreso hasta la aparición de la LPP, nivel del riesgo de LPP (Índice COMHON), valores de proteínas totales y valores de albúmina.
Instrumentos de recogida de datos.
Los datos se obtuvieron del registro del Sistema Critical Care ManagerTM v.8.2 (Picis Inc.) que gestiona las historias clínicas informatizadas en donde se registra de manera síncrona todos los aspectos relacionados con los cuidados y los tratamientos de los pacientes ingresados en UCI.
Análisis estadístico de los datos.
Las variables categóricas se expresan con frecuencias y porcentajes. Las variables cuantitativas se expresan con medias y desviaciones típicas. Las comparaciones de proporciones entre grupo se realizaron con las pruebas de Chi cuadrado o exacta de Fisher, según proceda. Las comparaciones de las variables continuas se realizaron con las pruebas de t de Student o de MannWhitney, según proceda.
Se consideraron estadísticamente significativos los valores p<0.05. Los análisis de datos se realizaron con los paquetes estadísticos SPSS v. 25.0 (IBM Corp. Released 2017. IBM SPSS Statistics for Windows, Version 25.0. Armonk, NY: IBM Corp.).
RESULTADOS
Pacientes incluidos en el estudio 362, de los cuales 238 eran hombres y 124 mujeres. La distribución de los pacientes en los tres grupos definidos en este estudio fue:
Grupo 1: (paciente No COVID-19 y año 2019): 215
Grupo 2: (paciente No COVID-19 y año 2020): 115
Grupo 3 (paciente Sí COVID-19 y año 2020): 32
Las características demográficas y clínicas (sexo, edad, días de estancia en la UCI, diagnóstico, APACHE-II, proteínas totales y albúminas) para cada uno de los grupos de estudio se presentan en la Tabla 2.
Tabla 2. Características demográficas y clínicas.
Grupo 1 n=215 | Grupo 2 n=115 | Grupo 3 n=32 | Total n=362 | Valor de P | |
---|---|---|---|---|---|
Sexo (hombre) — n (%) | 143 (66.5%) | 77 (67%) | 18 (56.3%) | 238 (65.7%) | 0.49 |
Edad (años)* | 63±14.5 | 63±14.4 | 58±13.6 | 63±14.5 | 0.93 |
Estancia en UCI (días)* | 10±17.5 | 9±12.1 | 21±17 | 11 ±16.2 | 0.22 |
Diagnóstico — n (%) - Médico - Quirúrgico |
100 (46.5%) 115 (53.5%) |
68 (59.1%) 47 (40.9%) |
31 (96.9%) 1 (3.1%) |
199 (55%) 163 (45%) |
<0.001 |
APACHE-II* | 16±6.1 | 18±8.9 | 14±6.7 | 16±7.2 | 0.13 |
Proteínas Totales* | 6±0.8 | 6±0.7 | 6±0.8 | 6±0.8 | 0.33 |
Albúminas* | 3±0.5 | 3±0.4 | 3±0.4 | 3±0.4 | 0.73 |
*Datos presentados como media y desviación estándar
De los 362 pacientes incluidos en el estudio, desarrollaron LPP 52 (37 hombres y 15 mujeres). Esto supone una incidencia del 14.4%. La incidencia de LPP para el Grupo 1 (año 2019) fue de 9.3% y para el Grupo 2+3 (año 2020) fue de 21.8%. Presentó LPP el 11.6% de los pacientes con diagnóstico médico y el 9.4% de los pacientes con diagnóstico quirúrgico.
En la Tabla 3 se presenta la distribución de LPP, el último día que se calculó la media móvil a los pacientes que presentaron LPP y a los que no la presentaron, y la puntuación de la media móvil para cada uno de los grupos estudiado. Destaca en el Grupo 3 (pacientes con COVID-19) la elevada incidencia de LPP y la puntuación de la media móvil de 12 lo que indica que el paciente se encuentra en riesgo de presentar LPP.
Tabla 3. Distribución de las LPP por grupo estudiado.
Grupo 1 n=215 | Grupo 2 n=115 | Grupo 3 n=32 | Total n=362 | Valor de P | |
---|---|---|---|---|---|
LPP Sí — n (%) | 20 (9.3%) | 12 (10.4%) | 20 (62.5%) | 52 (14.4%) | <0.001 |
Último día de medida de la media móvil (días)a * | 7±8.1 | 6±7.5 | 7±5.2 | 7±7.7 | 0.09 |
Puntuación de la media móvil* | 9 | 11 | 12 | 10 | 0.28 |
aÚltimo día de medida de la media móvil en pacientes con y sin LPP.
*Datos expresados como media y desviación estándar.
En la Tabla 4 se presenta la puntuación de la media móvil del Índice COMHON por grupo estudiado, diferenciando intragrupo la puntuación que se obtuvo en los pacientes con y sin LPP. Destaca que para todos los grupos la puntuación de la media móvil de los pacientes que sí presentaron LPP es ≥12 que es la puntuación de corte que indica que el paciente está en riesgo de LPP. Así mismo en todos los grupos la puntuación de la media móvil del Índice COMHON de los pacientes que no presentaron LPP es menor de 12, lo que indica que el paciente está protegido frente a la aparición de LPP.
Tabla 4. Puntuación de la media móvil en pacientes con LPP y sin LPP.
Año 2019 | Año 2020 | |||||
Grupo 1 n=215 | Grupo 2 n=115 | Grupo 3 n=32 | ||||
No LPP n=195 | Sí LPP n=20 | No LPP n=103 | Sí LPP n=12 | No LPP n=12 | Sí LPP n=20 | |
Último día de medida de la media móvil (días)a * | 61±7.6 | 13.7±9 | 5.9±7.3 | 9.3±8.7 | 6.1±4.3 | 8±5.6 |
Puntuación de la media móvil* | 9 | 14 | 10 | 14 | 8 | 14 |
aÚltimo día de medida de la media móvil en pacientes con y sin LPP.
*Datos expresados como media y desviación estándar.
La localización más frecuente de las LPP para todos los grupos fue en el sacro. En la Tabla 5 se presenta la distribución de las LPP por localización en cada uno de los tres grupos.
Tabla 5. Distribución del tipo de lesión por presión (LPP) por grupo de estudio
Localización | Grupo 1 n (%) | Grupo 2 n (%) | Grupo 3 n (%) | TOTAL n (%) |
---|---|---|---|---|
Sacro | 12 (57.1) | 12 (92.3) | 16 (34) | 40 (49.4) |
Cara (mejillas, labios, ojos orejas) | 1 (4.8) | 10 (21.3) | 11 (13.6) | |
Talón | 5 (23.8) | 1 (7.7) | 1 (2.1) | 7 (8.6) |
Glúteos | 1 (4.8) | 5 (10.6) | 6 (7.4) | |
Miembros inferiores | 4 (8.5) | 4 (4.9) | ||
Abdomen | 2 (4.3) | 2 (2.5) | ||
Espalda | 2 (4.3) | 2 (2.5) | ||
Genitales | 2 (4.3) | 2 (2.5) | ||
Codo | 1 (4.8 | 1 (2.1) | 2 (2.5) | |
Occipital | 1 (4.8) | 1 (1,2) | ||
Costado | 1 (2.1) | 1 (1,2) | ||
Planta del pie | 1 (2.1) | 1 (1,2) | ||
Torso | 1 (2.1) | 1 (1,2) | ||
Isquion | 1 (2.1) | 1 (1,2) | ||
TOTALES | 21 (100) | 13 (100) | 47 (100) | 81 (100) |
En el Gráfico 1 se muestra el número de LPP por paciente diferenciando si estaban ingresados con diagnóstico COVID-19 o no. Se puede apreciar que en la mayoría de los pacientes cuyo motivo de ingreso era COVID-19 presentan más de dos LPP. Discusión
La incidencia de LPP en los tres grupos de estudio es superior a la registrada en un estudio previo realizado en esta misma UCI(35). Si lo analizamos por los períodos de los dos años estudiados, la incidencia de LPP en el período correspondiente al 2019 fue similar a la de otros estudios, pero la del período correspondiente al 2020 fue superior a la de otros estudios (35,40,41,42). En el desglose de este último período, destaca la incidencia registrada en el Grupo 3 correspondiente a los pacientes ingresados con COVID-19 que fue del 62.5%. Aunque hay que tener en cuenta que el tamaño de la muestra es menor que para el resto de los grupos del estudio, es un dato muy preocupante. Hasta este momento se sabe que la enfermedad por SARS-CoV-2 (COVID-19) puede causar afectaciones pulmonares y otras complicaciones extrapulmonares. En los pacientes ingresados en las UCI con COVID-19, debido a la alta carga inflamatoria, pueden desarrollar complicaciones cardiovasculares, como la inflamación vascular, que pueden producir lesiones cutáneas de diverso origen (infeccioso, vascular, inflamatorio, traumático, etc.), sin especificar aquellas lesiones producida por la presión (LPP)(14,43). Aunque hay que tener en cuenta que la aparición de LPP en el paciente crítico se asocia a la exposición a diversos factores propios de su estado, cuidados, tratamiento y/o a una prevención inadecuada. En los pacientes con COVID-19 esto puede justificarse por la inestabilidad de los pacientes que requieren medidas de soporte para la vida como ventilación mecánica, sedación continua y drogas vasoactivas, el posicionamiento en decúbito prono mínimo de 12 horas (15), además de dispositivos como catéteres, drenajes, sondas e inmovilizadores, que ejercen presión local, pero también puede tener un componente vinculado a ineficacia o escasez de medidas preventivas o baja prioridad a su prevención.
En las conclusiones de una revisión sistemática con meta-análisis se determina que la incidencia media de LPP en los trabajos que estudian pacientes de UCI de adulto con ventilación mecánica en decúbito supino es del 22%, en pacientes en decúbito prono es del 30% y en pacientes con ventilación mecánica no invasiva es del 38%(40). En nuestro estudio la incidencia de LPP en los Grupos 1 y 2 es inferior a estos resultados pero superior a otros estudios más recientes realizados en España(25).
El total de LPP del estudio es de 81, si son distribuidas por año, 60 (74%) corresponden al período del año 2020, cifra que casi cuadriplica a las del año 2019, que fueron 21(26%). De las 60 lesiones por presión que se produjeron en tres meses del año 2020, 47 (58%) se produjeron en los pacientes con COVID-19, podría ser debido a las cargas de trabajo excesivas, la inestabilidad de los pacientes y a su posicionamiento en decúbito prono.
Destaca también en el estudio, en los pacientes con COVID-19 (Grupo 3) un mayor número de LPP por paciente -la mayoría más de dos LPP- y las zonas del cuerpo en las que se presenta la LPP por ser diferente y en un porcentaje mayor respecto a los pacientes NO-COVID-19. Concretamente las lesiones se localizaron en la cara, el abdomen, los miembros inferiores, los genitales y el torso lo que nos lleva a pensar que podrían estar relacionadas con la posición en decúbito prono de estos pacientes. En cambio, tanto en el Grupo 1 como en el Grupo 2 la localización de las LPP más frecuente es en el sacro y los talones, coincidiendo con otros estudios (20,25,44).
Esto nos lleva a plantear un futuro estudio sobre los factores que inciden en la aparición de LPP en los pacientes con COVID-19 que podrían justificar esta elevada incidencia. También nos planteamos si el aumento de la incidencia en el Grupo 2 (año 2020 pacientes no COVID-19) respecto al Grupo 1 (año 2019) pudiera estar relacionado con la sobrecarga de trabajo (desconocimiento, estrés, ansiedad) que supuso para las enfermeras cuidar a los pacientes con COVID-19 en la UCI en ese mismo período, coincidiendo con el inicio de la pandemia.
Respecto a la severidad de la enfermedad medida con el APACHE-II hay estudios que la consideran un factor de riesgo para el desarrollo de LPP (45,46) mientras que otros opinan lo contrario (47). En nuestro estudio pudimos observar que la puntuación APACHE-II fue similar en los tres grupos. Esto se podría justificar porque la puntuación APACHE-II se calcula utilizando medidas que ocurren dentro de las 24h posteriores al ingreso, y la puntuación no se repite; por lo tanto, el APACHE-II puede no ser un indicador sensible de la gravedad de la enfermedad durante la estancia en UCI de varios días (48).
Por último, hay que destacar las puntuaciones de la media móvil del Índice COMHON que se han obtenido para los pacientes que sí han desarrollado LPP y los que no la desarrollaron, independientemente del grupo de estudio. Para todos los grupos, en los pacientes que no desarrollaron LPP, la puntuación de la media móvil del Índice COMHON fue menor de 12 (punto de corte que nos indica si el paciente está en riesgo o si está protegido frente al desarrollo de LPP) que nos indica que el paciente se encontraba protegido frente a la aparición de LPP. Por el contrario, en los pacientes que sí desarrollaron LPP, la puntuación de la media móvil del Índice COMHON fue mayor de 12, lo que nos indica que el paciente se encontraba en riesgo de presentar LPP. Esto demuestra que la puntuación de la media móvil del Índice COMHON en nuestra UCI es un método útil para la toma de decisiones de las enfermeras en la prevención de las LPP.
CONCLUSIONES
La incidencia de LPP en la UCI en el período de los tres meses desde el inicio de la pandemia por COVID-19 (año 2020) duplicó la incidencia de LPP del mismo período del año 2019.
El aumento de la incidencia de LPP en el período del 2020 se debe fundamentalmente a la presencia de LPP en los pacientes con COVID-19.
Se desconoce los factores que están incidiendo en la aparición de LPP en pacientes con COVID-19. Deberían realizarse estudios sobre los factores que están influyendo en la incidencia encontrada.
La media móvil del Índice COMHON, continuamente actualizada, es un método útil para estimar si el paciente ingresado en la UCI está protegido frente a la aparición de LPP.