INTRODUCCIÓN
La Medicina de Combate (Medicina Operacional o Medicina Táctica) es una rama de la Medicina de Urgencias y Emergencias, aunque actualmente continúa en desarrollo (1). La asistencia a los heridos en el campo de combate crea la necesidad de integrar de una manera razonada la medicina, la enfermería y la táctica militar. Consistiendo en la administración de cuidados prehospitalarios, procedimientos quirúrgicos y estabilización de los heridos (2,3).
Sus orígenes se pueden remontar al año 1000 a.C. cuando Aquiles prestó auxilio vendando las heridas a sus compañeros durante la Guerra de Troya. En la época del Imperio Romano, se constituyeron sistemas organizados para la dispensación del cuidado, siendo el método más avanzado de la Edad Antigua. En la Edad Media los ejércitos no disponían de cuidados médicos adecuados y, la aparición de la pólvora en el S.XIV supuso un nuevo desafío para la medicina militar por la nueva morbimortalidad ocasionada. En 1476, durante la batalla de Toro emergió el concepto de Hospital Militar de Campaña, no siendo hasta la Revolución Francesa cuando el personal sanitario acudiría al lugar donde se encontraba el herido para realizar transporte en ambulancia y los primeros triajes (4).
La medicina de combate se iniciaría con la I Guerra Mundial (1914-1918) fundamentando la atención en los hospitales de campo y puestos de atención avanzada. Posteriormente, con la creación de las ambulancias, la medicina progresó adelantando la atención sanitaria a la misma línea de combate (3). En la Guerra Civil Española (1936-1939) surgió el método “Trueta” para el tratamiento de heridas y unos años más tarde, durante la II Guerra Mundial (1939-1945) tomaron presencia las transfusiones de plasma sanguíneo (4).
Paralelo a lo expuesto anteriormente, los conflictos bélicos no sólo ayudaron en el desarrollo de la medicina, sino que han sido fundamentales para el progreso de la enfermería moderna.
Inherente al desarrollo internacional, la medicina táctica en contexto español también adquirió significativos avances. En 1921, el médico militar Fidel Pagés Miravé empleó la técnica de la anestesia epidural. Por su parte, Santiago Ramón y Cajal contribuyó con sus estudios en neurociencia. Cabe destacar la expedición filantrópica de la vacuna de la viruela en el S.XIX o el empleo de los primeros sistemas isotérmicos de transporte de sangre para la realización de transfusiones y el uso de equipos de rayos X (5,6).
Por lo anteriormente mencionado, el objetivo principal de este trabajo es determinar las principales funciones de la profesión enfermera en el Ejército y la Aeronáutica Españolas entre 1855 y 1931.
MATERIAL Y MÉTODOS
El presente estudio se enmarca en la historia de la enfermería nacional. Para la realización de dicho proyecto se ha seleccionado como unidad funcional la familia y la religión y como elemento funcional el practicante, enfermero y enfermera militar, dentro del marco funcional de los Hospitales militares y de campaña.
El modelo que sostiene la metodología de trabajo de este manuscrito es el enfoque interpretativo o fenomenológico-hermenéutico, ya que pretende unificar el conocimiento acerca del objetivo a estudio a través del análisis y consenso de las fuentes históricas secundarias analizadas.
Con relación al método histórico, este trabajo se fundamenta en el método de síntesis a través del razonamiento histórico, empleando como herramienta el argumento de la mejor explicación.
Inicialmente se ha realizado una búsqueda preliminar en los principales buscadores de internet para obtener la información disponible sobre el tema a tratar, así como diversas notas de prensa y tesis doctorales utilizando los términos “practicante militar”; “enfermero militar”, “enfermera militar” y “1855-1931”.
Tras ello, se ha realizado una revisión de fuentes históricas, que incluyeron una selección de libros, artículos y tesis relacionados con la temática.
En relación con las fuentes históricas, se consultaron diversos artículos de las principales plataformas científicas (Pubmed, Scielo, Cianhl y Scholar Google).
Se revisaron documentos de normativa y resoluciones del Diario Oficial, así como documentos de Real Orden.
Los criterios de inclusión han sido: documentos que analizasen las funciones de los practicantes, enfermeros y enfermeras militares; así como su rango y escalafón.
Los criterios de exclusión han sido: cédulas, provisiones, cartas, declaraciones, capitulaciones, licencias, peticiones, autos e informes.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En España, durante el siglo XVIII, adquiría la denominación de practicante militar aquel alumno de una escuela de medicina o cirugía que se incorporaba al Ejército durante una campaña, para ayudar a los cirujanos en los batallones o tareas del hospital y que terminados sus estudios se convertirían en médicos o cirujanos. Esta denominación se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX. En abril 1855 se organizó la Escala Facultativa atendiendo al Reglamento del Cuerpo de Sanidad Militar. En dicho reglamento, la del practicante dejó de ser considerada una figura transicional a un futuro médico para designar una profesión en sí misma.
Fue en septiembre de 1857, con la Ley de Instrucción Pública, cuando se dispuso la creación del título de practicante, incluyendo, en esta Ley, los conocimientos prácticos y teóricos que debían tener y que quedaron reglamentados en los años 1860 y 1861, destacando áreas como “el arte del vendaje y los apósitos, aplicación de sustancias blandas líquidas y gaseosas, practicar sangrías, vacunar, realizar perforación de orejas, técnicas de escarificación y ventosas y la aplicación al cutis de tópicos irritantes y cauterios o el arte del dentista y la pedicura” (7-11).
Los precedentes de La Guerra de Marruecos se remontaron a la Guerra de África, que dio comienzo en octubre de 1859, el año siguiente se organizó una compañía de Sanidad como base de las brigadas trasladadas al conflicto. Entre la plantilla se encontraban 70 sanitarios para la asistencia inmediata de enfermos; cada compañía disponía de una sección de practicantes de medicina y cirugía y una de practicantes enfermeros.
En abril de 1908 se determinó que las clases e individuos de tropa llevarían el emblema en metal de la sección de medicina: dos ramas de olivo entrelazadas y entre ellas la cruz de Malta; además debían llevar en el brazo izquierdo un distintivo formado por dos ramas de olivo cruzadas y bordadas en estambre, de color amarillo o blanco, según fueran practicantes de medicina o enfermeros respectivamente (7-11). Recordemos que todo el personal incorporado era solamente masculino.
El inicio de la aviación sanitaria en España se ha establecido en el año 1911 con la inauguración del aeródromo militar de Cuatro Vientos (Madrid) y con la creación del primer curso de pilotos militares. Este hecho implicó un nuevo nicho para la atención sanitaria militar, debido a problemas propios de la aviación como el mal de altura o los accidentes derivados de los mismos (7-15).
En mayo de 1913 se publicó la plantilla del servicio de la aeronáutica militar que no contemplaba personal sanitario y a partir de ese mismo año, la aviación militar española participó activamente en la guerra de Marruecos hasta el 1927. A lo largo del conflicto comenzarán a caer los primeros heridos, realizando su atención tres figuras clave, médico, practicante de medicina y enfermero. El enfermero era definido como aquel sirviente, hombre o mujer, que realizaba funciones mecánicas o cuidados domésticos a pie de cama de los enfermos (7-11).
Con relación al Ejército Español, fue en septiembre de 1921 cuando se crearon 100 plazas de practicantes profesionales del Ejército, como auxiliares del Cuerpo de Sanidad Militar, que servirían en las unidades del Ejército en África, constituyendo la base del Cuerpo auxiliar, seleccionados a través de un concurso-oposición. Este personal no tuvo categoría militar alguna, pero se subordinó a la jurisdicción del Ministerio de la Guerra, el uniforme fue el mismo que el de los jefes y oficiales del Cuerpo de Sanidad Militar, llevando por emblema en el cuello de la guerrera y en la gorra dos ramos de olivo entrelazados y en el centro las iniciales P.M. bordadas en oro. Cien practicantes militares con derecho a plaza fueron nombrados y sesenta quedaron en expectativa de vacante. El número uno fue D. José Selles Ral, practicante con título de sargento en la Sanidad Militar de Larache (11-15).
El 16 de diciembre se los instó a solicitar el destino y el 31 de diciembre de 1921 estaban a las órdenes de los jefes de Sanidad Militar de Melilla, Ceuta-Tetuán y Larache. En julio de 1926 se aprobó el Reglamento orgánico de la aeronáutica militar pero los practicantes seguían sin estar contemplados en el mismo. En marzo del año 1927 se especificó que el personal sanitario debía convivir con el personal médico, diferenciando dos grados, uno elemental para los sanitarios conductores y enfermeros y otro superior para los sanitarios practicantes (7-11).
En el grado elemental se impartían nociones “de cirugía menor y auxilio a los heridos, transporte a brazo y recogida y aplicación del paquete de cura individual”, en este grado se incluía a los denominados enfermeros en esa época, cuya función principal era la de camilleros. En el grado superior se impartían enseñanzas teóricas y prácticas “de cirugía menor, las obligaciones de los distintos cometidos en los servicios de hospitales fijos, de campaña y ambulancias, de cabos de clínica, de practicantes de libretistas, topiqueros, en las farmacias, en los servicios de desinfección y de higiene, nomenclatura y manejo de material sanitario de dotación de las distintas unidades”. Las tropas destinadas a la Aviación debían instruirse a mayores en nociones “de aviones sanitarios, carga y descarga de camillas con heridos y evacuación”.
Con la dictadura del general Primo de Rivera finalizó la guerra de Marruecos y se produjo una nueva organización de las fuerzas militares; se dispuso que se pasase de cien a sesenta el número de los practicantes destinados en África; los primeros practicantes de la aviación militar que se han podido documentar fueron D. Honorato Lozano Martínez y D. Francisco Hernández Sánchez. En 1931, ya establecida la II República, las nuevas normas orgánicas incluyeron en la plantilla del Servicio de Aviación puestos de practicantes; en la primera convocatoria se ofertaron 14 plazas (7-15).
En mayo de 1932, se extinguieron los Cuerpos políticos-militares del Ejército y se creó el Cuerpo Auxiliar Subalterno del Ejército (C.A.S.E.) para auxiliar al Ejército en sus distintas funciones y servicios. La segunda sección de este cuerpo se compuso, entre otros, de practicantes y enfermeras militares de los grupos A y B; su sueldo se estableció en 4.000 pesetas anuales; este personal sanitario no tenía asimilación militar pero sí consideración de oficiales. A este grupo se incorporaría Elvira López Mourín (enfermera militar), formando parte del primer grupo de mujeres que accedieron a este cuerpo.
En mayo de 1937 se creó el Arma de Aviación a nivel similar a la Marina y el Ejército y al año siguiente se indicó que la Sanidad de Aviación estuviera formada por las ramas de Médicos y la de Practicantes. En 1939, se creó el Ejército del aire tras finalización de Guerra Civil. Posteriormente en octubre de 1939 nació el actual Ejército del Aire (7-15).
En el año 1988 se permitió por primera vez en España el acceso de la mujer como militar profesional (7-11,15).
En Italia, país del cual se tomaban algunas referencias, se había establecido y regulado el servicio sanitario de Aeronáutica en 1925, creando enfermerías y puestos de socorro en los campos de aviación (10,11). A nivel mundial destacaron Ellen Church, auxiliar de vuelo estadounidense, considerada la primera a nivel mundial con la compañía Boeing Air Transport al participar en un vuelo en mayo del año 1939. Y con relación a la enfermería, destacaron diversas figuras de enfermeras francesas llamadas enfermeras piloto o enfermeras del aire, entre ellas Michaela Clermont-Tonnerre, Valerie de Renaudie, Genevieve Roure, Marie-Thérèse Palu y Marguerite Guyencourt que crearon en el año 1934 el cuerpo de enfermeras del aire. Finalmente, el 1 de noviembre de 1945, el coronel comandante del Grupo de Military Air vehículos industriales autorizó la crea ción del Equipo Profesional de Enferme ras del aire.(16)
Más recientemente, en la Guerra de Vietnam (1955-1975), se inició de forma oficial la evacuación de los heridos en helicóptero (17). En Irak (2003-2011) y Afganistán (2001-2021) se han desarrollado nuevos avances en la medicina operativa como el método “Tactical Combat Casualty Care”, avances en el control de hemorragias, cirugías de control de daños, la terapia VAC para el tratamiento de las heridas o avances en el ámbito de la traumatología. (4, 7-9)
Para finalizar, es necesario incluir en el ámbito de atención extrahospitalaria operativa otros contextos civiles como la desarticulación de bandas organizadas o la propia atención durante la pandemia por SARS-CoV-2, que han creado nuevas necesidades de aplicar y recurrir a las nociones de la medicina de combate (18).
CONCLUSIÓN
Los aportes del ejército y aeronáutica españolas a la profesión de enfermería radican principalmente en tres grandes campos, por una parte, en el ámbito extrahospitalario, mediante la atención a los heridos en el propio campo de batalla y su evacuación y traslado desde el campo de batalla hasta el hospital de referencia, en segundo lugar, avances con relación al tratamiento de heridas derivadas del aparataje bélico y finalmente, avances en el área de traumatología.