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Escritos de Psicología (Internet)

versión On-line ISSN 1989-3809versión impresa ISSN 1138-2635

Escritos de Psicología vol.5 no.3 Málaga sep./dic. 2012

https://dx.doi.org/10.5231/psy.writ.2012.2009 

 

 

Impacto de la ansiedad social, las habilidades sociales y la cibervictimización en la comunicación online

Impact of Social Anxiety, Social Skills and Cyberbullying on online Communication

 

 

Raúl Navarro y Santiago Yubero

Universidad de Castilla-La Mancha, España

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

El presente estudio fue diseñado para conocer las conductas de comunicación online en una muestra de preadolescentes (10-12 años, n=812). Se analizó el efecto de la ansiedad social, las habilidades sociales y las experiencias de cibervictimización sobre la comunicación online. La comunicación online comprendía ítems relacionados con el tiempo empleado, las plataformas utilizadas, las personas con las que interactúan y los motivos para conectarse a la red. La ansiedad social fue evaluada mediante la Escala de ansiedad social para niños revisada, las habilidades sociales a través de la subescala del Cuestionario Matson y la cibervictimización mediante la Escala de Victimización a través de Internet. Los resultados mostraron que el grupo con altas habilidades sociales y baja ansiedad emplean más tiempo comunicándose en Internet y utilizan más los mensajes instantáneos para hablar con los amigos. Por el contrario, la conducta online del grupo con alta ansiedad social y bajas habilidades está más motivada por el deseo de hacer amigos. Las víctimas de ciberbullying emplean más tiempo online, utilizan más las salas de chat y se comunican más con desconocidos. Estos hallazgos sugieren que, a pesar de los riesgos, Internet también permite mantener y ampliar la red social existente.

Palabras clave: Comunicación online; Preadolescentes; Ansiedad social; Habilidades Sociales, Cibervictimización.


ABSTRACT

The present research examined online communication behaviour in a sample of preadolescents (10-12 years, n= 812). In addition, we examined the effect of social anxiety, social skills and experiences of cyberbullying on online communication behaviour. Online communication measures included items related to time online, platforms used, relationships and motives to go online. Social anxiety was assessed using the Social Anxiety Scale of Children Revised, social skills were measured using the Matson Questionnaire subscale and cyberbullying using the Victimization Scale via Internet. The results show that the group with high social skills and low levels of anxiety spend more time communicating online and use instant messages to talk to friends. In contrast, the online behaviour of the group with high levels of anxiety and low social skills are more motivated to communicate online by their desire to make new friends. Cybervictims spend more time online, use chat rooms and communicate more with strangers than those who do not suffer cyberbullying. These findings suggest that the Internet offers opportunities to maintain and extend social networks but also exposes young people to online risks.

Key words: Online Communication; Preadolescents; Social anxiety; Social skills; Cyber victimizacion.


 

El uso de Internet durante los últimos años ha experimentando un fuerte crecimiento a nivel mundial y, también, a nivel nacional. De hecho, según la "Encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de la información y comunicación en los hogares" realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2011) el 71.5% de los hogares españoles con al menos un miembro de 16 a 74 años disponía de ordenador, y el 63.9% tenía conexión a Internet. Este rápido auge de Internet ha venido acompañado de un notable cambio en el acceso a la información pero, sobre todo, de un cambio en la forma en que nos relacionamos con los demás. En la actualidad, Internet es una herramienta de entretenimiento y de búsqueda de información pero, además, un importante medio de comunicación interpersonal (Sádaba, 2011; Valkenburg y Peter, 2007a).

Las opciones que Internet ofrecía para el contacto interpersonal a través de las salas de chat, los blogs y los foros se han visto multiplicadas, hoy en día, por la irrupción de las redes sociales y las distintas plataformas de mensajes instantáneos (MI) que permiten conocer cuando otras personas están conectadas e interactuar de forma privada con ellas. Todas estas plataformas digitales facilitan el contacto con personas conocidas de contextos reales pero, también, resultan útiles para conocer nuevas personas con las que cubrir nuestra necesidad de relacionarnos o de pertenencia a un grupo (Chou, Condron y Belland, 2005; Lee, 2009). A todos estos contactos en la red nos referimos cuando hablamos de comunicación online.

La comunicación online entre los jóvenes puede variar significativamente de acuerdo a diversas variables o antecedentes que es importante considerar para conocer cuál es el perfil de uso. El tiempo de conexión parece ser mayor entre las chicas (Lenhart, Rainie y Lewis, 2001), aunque esta diferencia no siempre ha sido encontrada (Gross, 2004; Valkenburg, Schouten y Peter, 2005). Lo que parece más claro es que a mayor edad también es mayor el tiempo de conexión (Valkenburg y Peter, 2007a). Respecto a las personas con las que los jóvenes se comunican en Internet, la mayoría se comunican con conocidos, aunque también es habitual la comunicación con personas que no conocen (Peter, Valkenburg y Schouten, 2006). Entre los motivos para la comunicación interpersonal a través de la red destaca el deseo de mantener el contacto y el vínculo con un grupo de amigos, pero también contactar con personas que de otro modo no hubieran conocido (Castellana, Sánchez-Carbonell, Graner y Beranuy, 2007). Además, la comunicación online puede estar motivada por cierto efecto desinhibidor que proporciona Internet. Dado el carácter anónimo, la reducida audiencia y la falta de información visual sobre la otra persona en Internet, los jóvenes pueden expresarse más libremente y superar más fácilmente las dificultades que supondría expresarse en las interacciones cara a cara (Valkenburg, Peter y Schouten, 2006). Otros antecedentes que la investigación actual analiza están originados en situaciones sociales dentro del grupo de iguales tales como la ansiedad social, las habilidades sociales o el ciberacoso que se han relacionado positivamente con un uso elevado de Internet (Bonetti, Campbell y Gilmore, 2010; Valkenburg y Peter, 2007b; Ybarra y Mitchell, 2004).

Los primeros estudios sobre los efectos y consecuencias de la comunicación online sobre el bienestar psicológico y social de los jóvenes afirmaban que el uso de Internet para el contacto interpersonal fomentaba la relación con personas desconocidas y dificultaba las relaciones con amigos de contextos sociales no virtuales, éstas últimas más beneficiosas para el bienestar de los jóvenes (Kraut, Patterson, Lundmark, Kiesler, Mukopadhyay y Scherlis, 1998; Nie y Erbring, 2000). Sin embargo, buena parte de estos estudios se realizaron durante los años en que Internet no tenía una fuerte presencia en los hogares y, por tanto, resultaba complicado mantener el contacto con amigos y conocidos que no contaban con conexión a Internet. Por el contrario, los estudios más recientes apoyan la hipótesis de que Internet no reduce si no que estimula el mantenimiento de relaciones y la cercanía con los amigos provenientes de contextos sociales no virtuales ya que la separación entre las relaciones interpersonales fuera o dentro de la red no es tan clara como en las pasadas décadas (Valkenburg y Peter, 2007b).

De hecho, Internet puede ser un medio para mantener una red social ya existente y no necesariamente un medio para buscar nuevas relaciones. Diversos estudios han mostrado que, principalmente, son los jóvenes competentes socialmente quienes utilizan Internet para comunicarse con otras personas. Aquéllos que tienen mayores habilidades sociales pueden considerar Internet como un modo más de estar en contacto con sus iguales (Kraut, Kiesler, Boneva, Cummings, Helgeson y Crawford, 2002; Valkenburg y Peter, 2009) y utilizan más a menudo plataformas como las redes sociales o mensajes instantáneos para ello (Bryant, Sanders-Jackson y Smallwood, 2006). No obstante, estos resultados no excluyen que los jóvenes menos habilidosos socialmente o que experimentan ansiedad social utilicen estas plataformas para entablar nuevas amistades y compensar así sus dificultades para entablar relaciones sociales. De hecho, distintos estudios han demostrado que la comunicación online no sólo promueve una mayor desinhibición a la hora de compartir ideas y preocupaciones entre aquéllos que son competentes socialmente, sino que Internet también es un entorno donde los jóvenes ansiosos socialmente se sienten menos inhibidos que en contextos reales (Schouten, Valkenburg y Peter, 2007; Valkenburg, Peter y Schouten, 2006; Valkenburg y Peter, 2007a). En este sentido, distintos estudios han mostrado que los adolescentes con mayores niveles de ansiedad social se comunican más con desconocidos, lo que se ha relacionado con el relativo anonimato en Internet que les libera del nerviosismo e inhibiciones que sufren en las relaciones cara a cara (Morahan-Martin y Schumacher, 2003; Gross, Juvonen y Gable, 2002).

Entre los riesgos asociados con la comunicación online, cada vez son más las investigaciones que indagan sobre las experiencias de cibervictimización debido a las consecuencias que estas agresiones pueden tener sobre quienes las sufren. Estas experiencias forman parte de lo que se conoce como cyberbullying, entendido como "cualquier comportamiento realizado mediante medios digitales o electrónicos por un individuo o un grupo que de forma repetida envía mensajes hostiles o agresivos con la intención de provocar daño o malestar a otros" (Tokunaga, 2010, p. 278). El ciberbullying tiene las mismas características que el bullying indirecto tradicional ya que tiene lugar en más de una ocasión, se prolonga en el tiempo, es intencional y supone una forma de violencia psicológica (Dehué, Bolman y Völlink, 2008). Sin embargo, el ciberbullying tiene algunas características específicas. Por ejemplo, en muchas ocasiones los agresores son anónimos, no tiene porque existir una relación directa entre agresores y víctimas por lo que los agresores son menos conscientes de las reacciones de las víctimas y, también, de las consecuencias de sus acciones. El ciberbullying transciende las barreras del marco escolar y se instala allí donde las víctimas se conectan a Internet (Smith, 2012).

Aunque la investigación en España es todavía limitada, durante los últimos años se han realizado distintos estudios que analizan su prevalencia en nuestro país. Los estudios realizados han obtenido resultados diversos pero ponen en evidencia un rápido crecimiento de este fenómeno (Garaigordobil, 2011). Por ejemplo, el estudio realizado por Estévez, Villardón, Calvete, Padilla y Orue (2010) con una muestra de 1431 adolescentes encontró que el 30.1% de los participantes habían sido víctimas "alguna vez" de ciberbullying. Buelga, Cava y Musitu (2010) encontraron que el 29% de 2101 adolescentes lo habían sufrido. La prevalencia encontrada por estos estudios es similar a la encontrada en estudios internacionales (Li, 2006; Patchin e Hinduja, 2006).

De acuerdo con la investigación previa, los jóvenes con unas tasas elevadas de uso de Internet y de comunicación online son más vulnerables al ciberbullying. Las víctimas de estas conductas utilizan más Internet que aquéllos que no las sufren (Smith, Madhavi, Carvalho, Fisher, Russell y Tippet, 2008) y entre las actividades que realizan en la red ocupan un papel preponderante las relacionadas con la comunicación interpersonal (Walrave y Heiman, 2011; Ybarra y Mitchel, 2004). Además, los jóvenes que utilizan Internet para encontrar nuevos amigos o hablar con extraños corren una mayor riesgo de ser victimizados (Akbulut, Sahin y Eristi, 2010). No obstante, el ciberbullying también puede tener lugar entre jóvenes que se conocen de otros contextos como puede ser el escolar (Katzer, Fetchenhauer y Belschak, 2009; Juvonen y Gross, 2008). En cualquier caso, las víctimas de ciberbullying parecen comunicarse más en Internet por lo que es importante conocer cuáles son las características de uso de aquellos que sufren estas conductas en comparación con quienes no las sufren. Más aún si consideramos que la investigación en España, sobre esta cuestión, es todavía limitada.

La mayor parte de los estudios descritos se han realizado con adolescentes y muy pocos han analizado la comunicación online en el período de la preadolescencia (10-12 años). Sin embargo, los informes como el realizado por el INE (2011), señalan que la proporción de uso de Internet entre los menores (de 10 a 15 años) es, en general, muy alta alcanzando el 87.1% de los encuestados. Considerando lo expuesto hasta el momento, es importante conocer cuáles son las características de uso de la comunicación online durante este período de edad en relación a los antecedentes comentados. El presente estudio fue diseñado con el propósito de conocer las características de uso de la comunicaciónonline entre preadolescentes, en lo relativo a las plataformas utilizadas, las personas con las que se comunican y los motivos por los que interaccionan con estas personas en la red. En primer lugar se examinarán las diferencias en cada una de estas variables de acuerdo con el género y la edad de los participantes. Dado que los resultados sobre las diferencias de género son contradictorios en la literatura científica, no se realiza ninguna predicción para este estudio en relación a estas posibles diferencias. Por el contrario, se espera que el uso de la comunicación online se incremente conforme aumente la edad de los participantes.

En segundo lugar, el interés también fue el de conocer cuáles son las características de uso entre quienes informan experimentar ansiedad social, entre aquéllos que poseen un buen nivel de habilidades sociales y, por el contrario, entre quienes informan de conflictos interpersonales en el ciberespacio, concretamente, quienes sufren algún tipo de victimización en Internet. Atendiendo a estudios previos en otros países, se espera que los tres antecedentes produzcan un efecto diferencial sobre las variables de comunicación online obteniendo puntuaciones más altas los participantes que presenten estas características.

Este estudio contribuye a la investigación sobre la comunicación online de tres formas: 1) amplia el estudio del uso de Internet a un período de edad (10-12 años) menos estudiado hasta el momento, 2) analiza distintas variables vinculadas a la comunicación online (tiempo de uso, plataformas de comunicación, personas con las que interactúan y motivos para comunicarse en red), y 3) estudia distintos antecedentes relacionados con el uso de Internet (género, edad, ansiedad social, habilidades sociales y ciberbullying) sobre diversas variables de comunicación online.

 

Método

Participantes

Los datos fueron recogidos en 8 escuelas de Primaria de titularidad pública seleccionados de forma aleatoria durante el curso académico 2010/2011 en la ciudad de Cuenca. Después de que 48 cuestionarios fueran rechazados porque estaban incompletos o porque los participantes indicaron que no se conectaban a Internet, el número final de participantes fue de 812 estudiantes de Primaria (398 chicas y 414 chicos). 346 de los participantes cursaban 5o de Primaria y 466 cursaban 6o de Primaria. El rango de edad oscila entre los 10 y 12 años y la media total de la muestra era de 11.09 años (DT=.070).

Instrumentos de evaluación

Tiempo online. Siguiendo a Valkenburg y Peter (2007a) se usaron tres ítems para medir el tiempo empleado en la comunicación online: 1) Pensando en el ultimo día en que te has conectado a Internet, ¿cuánto tiempo estuviste hablando o chateando con otras personas?, 2) Pensando ahora en un día cualquiera de una semana en la que tienes colegio, ¿cuánto tiempo puedes pasar hablando o chateando con otras personas? y 3) Pensando ahora en el fin de semana, cuando no tienes colegio, ¿cuánto tiempo puedes pasar hablando o chateando con otras personas? Las categorías de respuesta a los tres ítems eran 1(no chateo), 2 (30 minutos o menos), 3 (entre 30 minutos y una hora), 4 (1-2 horas), 5 (2-3 horas), y 5 (4 horas o más). En el apartado de resultados se analizan los descriptivos para cada una de las preguntas. Sin embargo, en el análisis posterior se creó una única variable a partir de los tres ítems.

Plataformas de comunicación online. Considerando la literatura previa sobre comunicación online (Van Den Eijnden, Meerkerk, Vermulst, Spijkerman y Engels, 2008), los participantes tenían que indicar cómo de a menudo utilizaban las siguientes plataformas digitales para comunicarse online: 1) redes sociales, 2) mensajes instantáneos y 3) salas de chat. El rango de respuesta fue del 0 al 4 (nunca, 1 vez a la semana, 2-4 días, 5-7 días, todos los días).

Relaciones online. Siguiendo a Bonetti et al. (2010), se preguntó a los participantes con qué frecuencia se comunicaban con: 1) amigos que conocen de contextos no virtuales, 2) iguales a los que han conocido a través de Internet , 3) familiares y 4) adultos que han conocido en Internet. Las categorías de respuesta a los cuatro ítems fueron 1 (nunca), 2 (algunas veces), 3 (muchas veces) y 4 (siempre).

Motivos para comunicarse online. Las preguntas en relación a las razones sobre por qué los jóvenes se comunican en Internet se extrajeron de la investigación de Peter et al. (2006). Los participantes debían señalar con qué frecuencia se comunicaban online para: 1) hablar con amigos de contextos reales, 2) porque se atreven a hablar más, 3) porque sienten menos vergüenza, 4) porque quieren hacer nuevos amigos. Al igual que en las relaciones online, el rango de respuesta era de 1 (Nunca) a 4 (Casi siempre).

Ansiedad Social. Se utilizó la Escala de Ansiedad Social para niños revisada (SASC-R; La Greca y Stone, 1993) que evalúa la ansiedad en situaciones sociales con los iguales. Para este estudio, se empleó la versión española adaptada por Sandín, Chorot, Valiente, Santed y Sánchez-Arribas (1999). La escala contiene 18 ítems con una escala de respuesta de 1 (nunca) a 3 (muchas veces). Las puntuaciones de ansiedad social fueron obtenidas sumando los ítems y se interpretaron considerando que las puntuaciones más altas representan un mayor nivel de ansiedad. El coeficiente de consistencia interna medido a través del alpha de Cronbach fue de .80.

Habilidades sociales. Las habilidades sociales fueron medidas a través de la versión española (Méndez, Hidalgo e Inglés, 2002) de la subescala de habilidades sociales del Cuestionario Matson para la evaluación de las habilidades sociales en jóvenes (MESSY; Matson, Rotatori y Helsel, 1983). La subescala consiste en 25 ítems con una escala de respuesta de 1 (No me describe en absoluto) a 5 (Me describe mucho). Las puntuaciones fueron obtenidas sumando los ítems y se interpretaron considerando que las puntuaciones más altas indican un mayor grado de habilidades sociales. El valor del alpha de Cronbach para la subescala en este estudio fue de .91.

Experiencias de cibervictimización. Se utilizó la escala española "Escalas de victimización a través de Internet" (CYBVIC; Buelga, Cava y Musitu, 2010). La escala está compuesta por 10 ítems en las que los participantes indican la medida en que han sido víctimas de cada una de las conductas señaladas durante los últimos seis meses. La escala de respuesta varía del 1 (Nunca) a 5 (Varias veces al día). El coeficiente de consistencia interna medido a través del alpha de Cronbach fue de .80, similar al encontrado por su autores en la validación de la escala (Buelga, Cava y Musitu, 2012).

Procedimiento

Los datos se obtuvieron mediante cuestionarios de auto informe administrados seis meses después del comienzo del curso. Se solicitó la participación voluntaria de los estudiantes y participaron en el estudio quienes contaban con el consentimiento escrito de sus padres. Los cuestionarios se administraron de forma anónima sin que hubiese ningún tipo de información que permitiese identificar a los participantes. Dos investigadores administraron los cuestionarios clarificando el significado de ciertos ítems o respondiendo a las preguntas de los estudiantes cuando fuera necesario. La administración en cada clase duró aproximadamente 35 minutos.

Análisis de datos

En primer lugar, se describen los descriptivos generales de las variables vinculadas a la comunicación online a través de los porcentajes de uso a nivel global. En segundo lugar, se han analizado las relaciones entre todas las variables del estudio a través del estadístico de correlación de Pearson. En tercer lugar, las diferencias por sexo y nivel educativo se han examinado a través de la prueba t de Student. En cuarto lugar, tras comprobar mediante la prueba de Kolmogorov-Smirnov que las puntuaciones de las variables de habilidades sociales y ansiedad social se distribuían normalmente, se han llevado a cabo múltiples análisis de varianza (ANOVAs) para conocer las diferencias en las variables de comunicación online de acuerdo con el nivel de ansiedad social, el nivel de habilidades sociales y las experiencias de cibervictimización de los participantes. Por último, con el fin de comprobar el efecto diferencial del tiempo empleado en la comunicación online sobre el resto de variables en el estudio, se realizó un análisis múltiple de varianza (MANOVA). En todos los casos, la prueba de Levene de homogeneidad de varianzas confirmó la igualdad de las varianzas, cumpliéndose de esta manera el supuesto de homocedasticidad. Todos los análisis fueron realizados utilizando el programa estadístico SPSS 19.0.

 

Resultados

Descriptivos generales sobre las variables relacionadas con la comunicación online

Durante el último día en el que los participantes se conectaron a Internet para hablar con otras personas, emplearon una media de "30 minutos o más" (M = 2.79, DT = 1.27). El 19.2% indicó que se habían comunicado con otros en Internet entre 1 y 4 horas, y el 4.8% lo hizo durante más de 4 horas (ver Tabla 1). En un día normal de la semana, el tiempo medio de conexión también fue de "30 minutos o más" (M = 2.58, DT = 1.19) con un 15.9% de participantes que emplearon entre 1 y 4 horas para hablar con otros mediante medios electrónicos y un 2.8% lo hizo durante más de 4 horas. Durante el fin de semana la medida fue más elevada (M = 3.57, DT = 1.45) lo que indica que los participantes emplean entre 1 y 4 horas para comunicarse online y el porcentaje de quienes lo hacen más de 4 horas ascendió hasta el 14.4%.

 

 

Preguntados por las plataformas a través de las que se comunican online con otras personas, los resultados revelaron que el 84.6% de los participantes, al menos una vez a la semana, lo hacía a través de redes sociales como Facebook o Tuenti, a pesar de que no está permitido su uso para menores de 16 años. El 72.3% utiliza plataformas que permiten enviar mensajes instantáneos y el 97% utiliza las salas de chat para comunicarse con otros.

La comunicación con amigos fue la más habitual con un 57.5% de los participantes señalando que "muchas veces" o "casi siempre" hablan con sus amigos. El 53.6% se comunica en la misma frecuencia con familiares. Por el contrario, son muy pocos los estudiantes que se comunican "casi siempre" o "muchas veces" con iguales que no conocen (5.8%) aunque un 12.2% lo ha hecho "algunas veces". En relación a la comunicación con adultos desconocidos solo el 2.1% lo ha hecho con una frecuencia alta mientras que el 95.1% nunca se ha comunicado con adultos que no conocía (ver Tabla 2).

 

 

En cuanto a los motivos por los que se comunicaban online, los resultados mostraron que la mayoría de los estudiantes (70.8%) tenía como propósito hablar con los amigos mientras que tan sólo un 4.1% no se comunicaba online por este motivo. La segunda razón más frecuente para comunicarse online era que "se atreven a hablar más", con un 33.8% señalando que "muchas veces o casi siempre" se comunicaban online por este motivo. De modo similar, el 23.1% decía comunicarse online porque "sienten menos vergüenza", aunque el 57.6% no lo hacía por este motivo. Por último, el 21.7% de los participantes se comunicaban online "muchas veces" o "casi siempre" para hacer nuevos amigos. El porcentaje de estudiantes que no lo hacía por este motivo también fue elevado, alcanzando un porcentaje de 57.1%.

Análisis de correlación entre las variables del estudio

Antes de examinar las asociaciones entre las variables independientes y las variables dependientes, se realizó un análisis de correlación para conocer si las variables analizadas en el estudio se encontraban relacionadas. Los resultados de este análisis se incluyen en la Tabla 3 mostrando una asociación significativa entre la mayoría de las variables del estudio. Las habilidades sociales se relacionan de forma positiva con todas las variables de comunicación online con la excepción de las variables referidas a hablar por Internet con iguales o adultos desconocidos en las que la relación es negativa aunque no alcanza significación. Del mismo modo, las experiencias de cibervictimización muestran correlaciones positivas con todas las variables de comunicación online examinadas. Por el contrario, la ansiedad social sólo correlacionó de forma positiva con la comunicación online guiada porque "sienten menos vergüenza" y "se atreven a hablar más". La ansiedad correlacionó de forma negativa con las relaciones con los amigos en la red. No se encontró una asociación entre las habilidades sociales, la cibervictimización y la ansiedad social aunque si entre la ansiedad social y el ciberbullying.

 

 

Comunicación online: diferencias de acuerdo al sexo y nivel educativo

Con el objetivo de identificar diferencias de acuerdo al género y al nivel educativo en las variables de comunicación online se llevaron a cabo diversas pruebas t de Student. Para comprobar dichas diferencias en relación con el tiempo que los participantes ocupan comunicándose con otras personas en Internet, los tres ítems acerca del tiempo empleado fueron agrupados en una sola variable (tiempo online). Esta nueva variable se ha mantenido en los subsecuentes análisis. Las medias, desviaciones típicas, se presentan en la Tabla 4. Cuando se compararon ambos sexos se encontraron diferencias significativas en cinco de las doce variables examinadas. Los chicos, en comparación con las chicas, utilizan más las redes socialest (1,812) = -3.11, p< .001, d = -0.09), y hablan más con amigost (1,812)= -10.45, p<.001, d = -0.21), iguales desconocidost (1,812) = -2.32, p<.05, d = -0.17) y adultos desconocidost (1, 812) = -2.62, p<.001, d = -0.18). Del mismo modo, los chicos se conectan más que las chicas a Internet con la intención de hacer nuevos amigost (1,812) = -4.59, p<.001, d = -0.32).

 

 

Los análisis en función del curso en el que se encontraban los participantes (Tabla 4), mostraron que los alumnos de 6o de Primaria emplean más tiempo online t (1,812) = -4.76, p<.001, d = -0.33), hacen un mayor uso de las redes sociales t (1,812)= -6.94, p<.001, d = -0.49), los mensajes instantáneos t (1,812) = -1.96, p<.05, d = -0.13) y chatean más que los alumnos de 5o de Primaria t (1,812) = -4.12, p<.001, d = -0.29). Los alumnos de 6o de Primaria también establecen más relaciones con sus amigos a través de la red t (1,812) = -2.70, p<.05, d = -0.19), se conectan más para hablar con sus amigost (1,812) = -5.12, p<.001, d = -0.36), porque se atreven a hablar mást (1,812) = -3.14, p<.001, d = -0.21), porque sienten menos vergüenza t (1,812) = -2.45, p<.05, d = -0.17) o para hacer nuevos amigos t (1,812)= -2.15, p<.05, d = -0.15). No se encontraron diferencias significativas en la comunicación con familiares y desconocidos.

Comunicación online: diferencias de acuerdo a los niveles de ansiedad social y habilidades sociales

Los efectos del nivel de ansiedad social y habilidades sociales sobre las variables de comunicación online fueron analizados mediante múltiples análisis de varianza (ANOVA). Para distribuir a los participantes en dos grupos de acuerdo al nivel bajo o alto de ansiedad social o habilidades sociales, aquellos estudiantes cuyas puntuaciones para cualquiera de las dos variables se situaban por encima del percentil 75 de la distribución se incluyeron en el grupo con un alto nivel de ansiedad o un alto nivel de habilidades sociales. Los participantes cuyas puntuaciones se encontraban por debajo del percentil 25 de la distribución fueron incluidos en el grupo con un bajo nivel de ansiedad o un bajo nivel de habilidades sociales. Se realizaron dos análisis de varianza para conocer las diferencias en las variables de comunicación online, uno con la variable ansiedad social y otro con las habilidades sociales.

Cuando se examinaron las características de uso de la comunicación online de acuerdo al nivel de ansiedad social sólo se encontraron diferencias estadísticamente significativas en tres de las variables analizadas. Concretamente, los participantes con un bajo nivel de ansiedad se relacionan más con amigos en la red que quienes tiene un alto nivel de ansiedad. Por el contrario, los participantes con mayores niveles de ansiedad puntuaban más alto en dos de los motivos para comunicarse online, en concreto, "atreverse a hablar más" y "sentir menos vergüenza" (Tabla 5).

 

 

Cuando se compararon las características de acuerdo al nivel de habilidades sociales (Tabla 5) las diferencias significativas se produjeron en un mayor número de variables. Los participantes más competentes socialmente pasan más tiempo online y utilizan más las redes sociales, las plataformas de mensajes instantáneos y las salas de chat. En relación a las personas con las que se comunican online, los estudiantes con un alto nivel de habilidades se comunican más con amigos y familiares, mientras que los menos habilidosos socialmente lo hacen más con desconocidos de la misma edad. En cuanto a los motivos para comunicarse en red, los participantes con mayor número de habilidades sociales lo hacen en mayor medida para hablar con sus amigos, mientras que aquéllos con menos habilidades se conectan para hacer nuevos amigos.

Por último, se realizó un análisis de varianza para evaluar las diferencias en las variables de comunicación online entre los participantes con un alto nivel de habilidades sociales y un bajo nivel de ansiedad social o viceversa. Con el objetivo de distribuir a los sujetos en estos dos grupos, los participantes cuya puntuación en habilidades sociales se encontraba por encima del percentil 75 de la distribución y por debajo del percentil 25 en ansiedad social fueron incluidos dentro del grupo con altas habilidades sociales y baja ansiedad social (n = 57). Por el contrario, los participantes cuya puntuación en habilidades sociales se encontraba por debajo del percentil 25 de la distribución y por encima del percentil 75 en ansiedad social fueron incluidos en el grupo de alta ansiedad social y bajas habilidades sociales (n = 55). El resultado de esta categorización excluyó del análisis a 700 sujetos del total de la muestra. En la tabla 6 se reflejan únicamente las variables en las que se obtuvieron diferencias significativas entre ambos grupos. Concretamente, el ANOVA arrojó diferencias significativas a favor del grupo con altas habilidades sociales y baja ansiedad social en la cantidad de tiempo que empleaban comunicándose en Internet, en la utilización de plataformas de mensajes instantáneos, en el mayor contacto con los amigos y en la motivación de comunicarse con éstos. El grupo con una alta ansiedad y bajas habilidades sociales mostró puntuaciones más altas en el deseo de hacer nuevos amigos a través de la red.

 

 

Comunicación online: diferencias de acuerdo a las experiencias de cibervictimización

Con anterioridad a analizar los efectos de las experiencias de cibervictimización sobre la comunicación online, se procedió a determinar el número de estudiantes que habían sufrido algún tipo de cibervictimización. Para ello, los estudiantes que informaron de ser víctimas al menos una vez a la semana o más en una o más de las conductas de ciberbullying, fueron clasificados como víctimas. Este criterio de clasificación está en la línea de los utilizados por otros autores en la clasificación de las víctimas del bullying escolar (Scheithauer, Hayer, Petermann y Jugert, 2006). Siguiendo este procedimiento de categorización, 585 participantes (72.04%) indicaron que no habían sido víctimas de ciberbullying, mientras que 227 (27.95%) de los participantes informaron de haber sido víctimas al menos una vez a la semana durante los últimos seis meses.

En la Tabla 7 se presentan los resultados de los análisis de varianza realizados. Las víctimas de ciberbullying indicaron emplear más tiempo online que los participantes que no sufrían estas conductas agresivas. Informaron, también, de un mayor uso de las salas de chat y de comunicarse más frecuentemente con desconocidos y familiares. Con respecto a los motivos para comunicarse online, fueron también las víctimas de ciberbullying quienes indicaban significativamente mayores puntuaciones en todos los motivos examinados.

 

 

Diferencias en las variables de acuerdo a un perfil de uso elevado de la comunicación online

Por último, se realizó un análisis multivariante (MANOVA) para comparar las puntuaciones medias en cada uno de las variables entre el grupo con un uso elevado de comunicación online y el resto de los participantes. El grupo de uso elevado de comunicación online está compuesto por aquellos estudiantes que puntuaban una desviación típica por encima de la media en el tiempo que empleaban comunicándose en Internet y que, además, señalan utilizar una o más plataformas de comunicación online de 5 a 7 días a la semana o todos los días de la semana. Los resultados mostraron que el efecto principal del uso elevado de comunicación online sobre las variables examinadas es significativo (Λ= .840, F (1, 812) = 13.83, p <.001). Diferencias estadísticamente significativas fueron encontradas para 10 de las 11 variables examinadas, tal y como reflejan los datos expuestos en la tabla 8. Estos resultados muestran que los estudiantes con un perfil de uso elevado comunicación online, de acuerdo con los criterios examinados, mantienen más relaciones online con amigos, familiares o iguales desconocidos, obtienen una puntuación más alta en todos los motivos para conectarse online y poseen un mayor número de habilidades, aunque también están más expuestos al ciberbullying. Sin embargo, un uso elevado de comunicación online no está vinculado con mayores niveles de ansiedad social ni con las relaciones con adultos desconocidos.

 

 

Discusión

La investigación sobre el uso que los adolescentes hacen de Internet ha demostrado que su uso varía de acuerdo a variables como la edad, el género o la competencia social. La investigación sobre estas relaciones es todavía incipiente en nuestro país, sobre todo en el período de la preadolescencia. El presente estudio fue diseñado para estudiar la relación entre dichas variables y la comunicación online de estudiantes de primaria entre los 10 y los 12 años.

Los resultados relativos al uso de la comunicación online muestran que los participantes tienen un perfil de uso medio/bajo en relación al tiempo que emplean comunicándose con otros en Internet. Sin embargo, a pesar de esta tendencia general, el 27,3% de los participantes (n = 222) tiene perfil de uso elevado de la comunicación online. Un porcentaje significativo si consideramos que la edad de los participantes se sitúa entre los 10 y los 12 años. Mayoritariamente, los estudiantes se conectan a la red para hablar con sus amigos y utilizan para ello las distintas plataformas existentes, aunque destacan las redes sociales y las salas de chat. Estos datos sugieren la creciente importancia de la comunicación online como un medio de contacto interpersonal para mantener la red de iguales aunque, también, para entablar nuevas relaciones. Estos datos son similares a los encontrados por estudios realizados con adolescentes en España (Casas, González, Figuer y Malo, 2007; Viñas, 2009) y, también, en otros países (Gross et al., 2002; Lee y Chae, 2007).

El primero de los objetivos de nuestro estudio era conocer cómo variables sociodemográficas como el género y la edad se relacionaban con la comunicación online. En lo relativo al género de los participantes, los resultados muestran que los chicos, comparados con las chicas, utilizan más las redes sociales, se comunican en mayor medida con amigos, iguales y adultos desconocidos, y acuden más a Internet para hacer nuevos amigos. Estos datos no coinciden con la investigación previa que no encuentran diferencias por género en el uso de las redes sociales (Subrahmanyam, Reich, Waechter y Espinoza, 2008), aunque están en consonancia con los estudios que han señalado que los chicos utilizan más Internet para comunicarse con otras personas (Castellana et al., 2007). Adicionalmente, la mayor comunicación con extraños coincide con aquellos estudios que han encontrado que los chicos se comunican más que las chicas con personas que nunca han conocido en persona, lo que se ha relacionado con una mayor exposición a riesgos en su comunicación online (Bonetti et al., 2010; Peter et al., 2006) No se encontraron diferencias en el tiempo medio de conexión entre chicos y chicas, resultado que coincide con el encontrado por otros autores (Gross, 2004; Valkenburg et al., 2005). La edad de los participantes de acuerdo con el nivel educativo en el que se encuentran, marcó más diferencias en la conducta de comunicación online. Del mismo modo que en otros estudios, los participantes entre 11 y 12 años, en comparación con los de menor edad, obtuvieron puntuaciones más elevadas en el tiempo de conexión, la diversidad de plataformas utilizadas, la frecuencia de comunicación con los amigos y los motivos para interactuar en la red (Bonetti et al., 2010, Valkenburg y Peter, 2007a). Estos resultados deben examinarse con cautela dado el limitado rango de edad de los participantes en este estudio. No se encontraron diferencias entre ambos grupos en la comunicación mantenida con familiares y, tampoco, con iguales o adultos desconocidos.

El segundo objetivo de este estudio era conocer cómo influyen sobre la comunicación online de una muestra de preadolescentes españoles variables originados dentro de situaciones sociales en los grupos de iguales. En primer lugar queríamos analizar el supuesto de que los jóvenes solitarios, introvertidos o ansiosos socialmente tienden a comunicarse online con mayor frecuencia para solventar sus dificultades interpersonales en contexto reales, lo que se conoce como hipótesis de compensación social. Sin embargo, nuestros resultados no nos permiten apoyar totalmente dicho supuesto. Los datos muestran que los participantes con un nivel alto de ansiedad social se comunican menos con sus amigos que los estudiantes con un bajo nivel de ansiedad social. Adicionalmente, las personas con un alto nivel de ansiedad social se comunican en mayor medida en Internet porque "se atreven a hablar más", o porque "sienten menos vergüenza". El efecto encontrado permite afirmar que, en alguna medida, la comunicación online ejerce cierto efecto de compensación social ya que los jóvenes más ansiosos socialmente entienden que Internet facilita su comunicación. No obstante, considerando las limitaciones de nuestro estudio y en consonancia con otros estudios con adolescentes, no podemos confirmar que exista una clara relación entre la ansiedad social y una mayor comunicación online (Bonetti et al., 2010; Valkenburg y Peter, 2007a). En el futuro será necesario adoptar otras variables que puedan mediar en esta relación. Por ejemplo, Bonetti et al. (2010) en sus estudio con adolescentes encontraron que la soledad era un indicador más claro que la ansiedad social a la hora de predecir el uso de la comunicación online.

Por el contrario, un alto nivel de habilidades sociales estaba relacionado con una mayor frecuencia de comunicación online, tanto en el tiempo empleado como en el uso de las distintas plataformas de contacto. Del mismo modo, los estudiantes con más habilidades sociales se comunican más con amigos y familiares, y el principal motivo para conectarse a Internet era "hablar con los amigos". Estos resultados apoyan la hipótesis de que son los jóvenes más competentes y extravertidos socialmente quienes más se conectan a Internet para comunicarse (Lee, 2009; Valkenburg y Peter, 2007a). No obstante, los participantes con mayor nivel de habilidades sociales también informaron de hablar más con desconocidos de la misma edad y conectarse a la red para hacer nuevos amigos. Este resultado, sin embargo, es similar al informado por Peter et al. (2006) al no encontrar relación entre la introversión y la comunicación online. La relación encontrada podría reforzar la idea de que el deseo de establecer nuevas relaciones en Internet no siempre está relacionado con la necesidad de compensar la falta de relaciones en contexto reales. En este sentido, Internet también puede ser un medio con el que expandir la red social ya existente.

Del mismo modo, los datos arrojados por la comparación entre los sujetos con niveles altos de habilidades sociales y una baja ansiedad social y aquellos con niveles bajos de habilidades y una alta ansiedad social también apoyan la hipótesis de que son los participantes más competentes socialmente quienes en mayor medida se conectan a Internet para comunicarse con los amigos o para ampliar su red social.

Atendiendo a la relación existente entre la comunicación online y las experiencias de cibervictimización, los datos obtenidos confirman que el contacto interpersonal en Internet no sólo se relaciona con una mayor competencia social, sino también con conductas que tienen un impacto negativo sobre el individuo que las sufre pero, también, sobre las relaciones sociales (Livingstone y Brake, 2009). En nuestro estudio, la relación entre la cibervictimización y las variables de comunicación online resultó significativa, encontrando que las víctimas pasan más tiempo en Internet, específicamente en las salas de chat, como ya han mostrado investigaciones fuera de España (Smith et al., 2008; Walrave y Heiman, 2011). De igual modo, coinciden al señalar que estos estudiantes interactúan más con desconocidos (Akbulut et al., 2010), lo que puede situarles ante un mayor riesgo de victimización. No obstante, los datos también muestran que las víctimas de ciberbullying tienen puntuaciones más elevadas en la comunicación con familiares y amigos, aunque en este último caso la diferencia no es significativa. En cualquier caso, quienes experimentan este tipo de agresiones parecen tener un perfil más alto de uso de la comunicación online, comparados con quienes no la sufren. En esta misma línea, los datos muestran que las víctimas obtienen mayores puntuaciones en todos los motivos para conectarse online, lo que evidencia un mayor perfil de uso de Internet y un mayor contacto con iguales conocidos o desconocidos, lo que puede hacer que estén más expuestos tanto a consecuencias positivas del uso de Internet (ejemplo, apoyo social, bienestar psicológico) como a la aparición de conflictos interpersonales como parte de las interacciones sociales en la red (Valkenburg y Peter, 2009).

Finalmente, encontramos que los participantes con un perfil de uso elevado de la comunicación online obtuvieron puntuaciones más elevadas en todas las variables examinadas, con la excepción de la ansiedad social. Estos resultados muestran que, como han señalado otros autores, Internet puede configurarse como una extensión del universo social de los preadolescentes que permite mantener y ampliar la red social existente pero, al igual que en el mundo real, también se corren determinados riesgos (Peter et al., 2006).

De forma global, nuestro estudio sugiere que Internet se ha convertido en un importante medio de contacto interpersonal entre los preadolescentes y nos permite comprender el impacto de diversas variables sobre la conducta en la red. La investigación futura debe recoger estos resultados y continuar examinando no sólo los antecedentes de estas conductas sino también sus consecuencias. Dado que nuestro estudio apoya resultados previos en relación a que los jóvenes más habilidosos socialmente son quienes más se conectan a Internet para hablar con sus amigos, resulta necesario indagar más profundamente sobre los beneficios de estas conductas. Además, en el futuro se debe indagar sobre cuáles son los antecedentes de la cibervictimización considerando los resultados que demuestran que se trata de un riesgo para quienes se comunican más por Internet.

Para terminar, es importante señalar que, aunque los resultados expuestos son significativos, deben ser analizados con cautela considerando que la muestra sobre la que se han realizado los cálculos estadísticos es reducida y se circunscribe a centros de primaria de una única comunidad. De igual manera, la transformación de las variables nominales a escala variable supone una limitación a la hora de analizar la representatividad de los datos obtenidos. Además, la mayor parte de la investigación revisada y utilizada para discutir los datos obtenidos proviene de otras culturas y contextos sociales diferentes al español, por lo que las comparaciones deben se consideradas con precaución. También la utilización de escalas de autoinforme, aunque efectivas, están sujetas a la deseabilidad social y a la interpretación de los participantes. En este sentido, sería importante adoptar aproximaciones cualitativas para conocer cómo razonan los jóvenes acerca del uso que hacen de Internet.

 

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Dirección para correspondencia:
Raúl Navarro
Departamento de Psicología.
Universidad de Castilla-La Mancha
Facultad de Educación y Humanidades
Avda de los Alfares, 42. 16071-Cuenca. España
E-mail: Raul.Navarro@uclm.es
E-mail del co-autor: Santiago Yubero: Santiago.Yubero@uclm.es

Fecha de recepción: 22 de junio de 2012
Fecha de recepción de la versión modificada: 17 de septiembre de 2012
Fecha de aceptación: 20 de septiembre de 2012

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