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FEM: Revista de la Fundación Educación Médica

versão On-line ISSN 2014-9840versão impressa ISSN 2014-9832

FEM (Ed. impresa) vol.17  supl.1 Barcelona Jun. 2014

 

HOMENAJE

 

Homenaje a don Amador Schüller Pérez

Tribute to D. Amador Schüller Pérez

 

 

José Antonio Gutiérrez Fuentes

Doctor en Medicina. Internista. Consejero honorífico de la Fundación Lilly.
E-mail: j_a_gutierrez@network.lilly.com

 

 

Pensar en Amador Schüller Pérez es evocar el recuerdo de una persona querida. No sólo para quien estas palabras escribe, sino también para cuantos tuvimos la suerte de conocerle, más aún si además recibimos de él sus enseñanzas como hombre y como médico o compartimos algunos de sus proyectos y el ejercicio de la medicina, la docencia y la investigación.

Nos había dejado prematuramente don Manuel, don Manuel Díaz Rubio, un 5 de marzo de 1976, y esperábamos con expectación la llegada de quien ocuparía la Cátedra de Patología y Clínica Médicas que dejaba vacante. Teníamos noticia de don Amador como un notable profesor de Medicina y un gran clínico, consideraciones ambas merecidas a través de su trayectoria y desarrollo personal en su Cátedra de Patología y Clínica Médicas de la Facultad de Medicina de Cádiz y las jefaturas de los servicios de Medicina Interna -primero del Hospital Francisco Franco (hoy Gregorio Marañón), donde colaboró, entre otros, con su querido hermano Rafael Otero Pérez, y con posterioridad del Hospital 1.o de Octubre (hoy 12 de Octubre)-. En ambos sitios dejó buenos amigos y discípulos, un imborrable recuerdo y nostalgia por su marcha.

Llegó al Clínico San Carlos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en 1977, asumiendo la Cátedra de Patología y Clínica Médicas II y la jefatura del Servicio de Medicina Interna, así como la dirección de la Escuela Profesional de Enfermedades del Aparato Digestivo.

Pronto tuvimos oportunidad de comprobar la veracidad de la fama que le precedía, y pronto también su interés por aunar la clínica y la docencia con la investigación, lo que se traduciría en la creación de la Unidad de Lípidos y Aterosclerosis del Hospital Clínico San Carlos. En este empeño, resultó pionera su iniciativa de unir a clínicos y bioquímicos procedentes de la Facultad de Química de la UCM. Perseguía con ello introducir un mayor nivel científico en la investigación clínica haciendo trabajar conjuntamente a los que teníamos los pacientes y el conocimiento clínico con aquellos que dominaban las más modernas tecnologías del laboratorio. Fue un preclaro avanzado de lo que hoy empieza a tener respuesta a través de los institutos de investigación auspiciados por el Instituto de Salud Carlos III: el acercamiento de nuestros hospitales a los centros de investigación universitarios y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas o los modernos y superdotados centros nacionales o autonómicos.

Su interés y dedicación al estudio del metabolismo lipídico y de las enfermedades relacionadas con sus alteraciones se tradujo pronto en numerosas aportaciones científicas recogidas en una abundante bibliografía. Recuerdo entre las primeras la presentada en el congreso sobre Diet and Drugs in Atherosclerosis: European Atherosclerosis Group Meeting, celebrado en Lugano, Suiza, en 1980. Una experiencia inolvidable, no sólo por el aspecto científico -primera comunicación española sobre el metabolismo de las Lp(a)-, sino también por la oportunidad de convivir y conocer a don Amador.

Otras líneas de investigación a las que prestó especial atención fueron el alcoholismo, las porfirias y la obesidad. Su discurso de ingreso en la Real Academia Nacional de Medicina, una notable y documentadísima puesta al día sobre los 'Aspectos metabólicos y clínicos de la hepatopatía alcohólica', continúa siendo una obra de referencia, a la que dedicó meses de trabajo y preparación.

Pero, ante todo, don Amador fue un médico internista con un concepto integral del paciente, tanto como ser humano cuanto como persona afligida por una dolencia que busca consuelo y solución a sus problemas y deposita su confianza y esperanza en quien cree puede ayudarle.

Nunca nos defraudó. Su entrega a la medicina interna, sus conocimientos actualizados y sin límite, su capacidad de trabajo, su arte médico, su saber estar ante los pacientes, su maestría y cariño enormes hacia los estudiantes de medicina y cuantos integramos su equipo, su autoridad emanada de todo lo anterior y del respeto que todos le profesamos, convirtieron aquellos años en el Hospital Clínico en fuente inagotable de buena medicina, de la que beber e impregnarnos los que a su lado aprendimos y ejercimos el arte único de 'ser médicos'. Más aún, de ser médicos internistas.

En 50 años como docente (su gran vocación junto con la medicina), fue sucesivamente médico interno, profesor ayudante de clases prácticas y profesor adjunto con su querido maestro don Fernando Enríquez de Salamanca, catedrático de Patología y Clínica Médicas, director del Departamento de Medicina Interna y profesor emérito. Creó y dirigió la asignatura del doctorado Lípidos y Lipidosis. Fue vicedecano de la Facultad de Medicina y rector magnífico de la UCM.

Maestro e investigador inagotable, su capacidad de trabajo era admirable. Dedicaba al estudio muchas horas todos los días y le gustaba argumentar que había vivido más años que otros y que los que reflejaba su edad cronológica y el DNI, porque dormía sólo cuatro horas. Eso sí, sesteaba 15 minutos tras el almuerzo, estuviese donde estuviese.

Su obra resulta ejemplar. Una obra densa, completa, llena de retos, de satisfacciones y reconocimientos en el mundo científico y médico. Con su impronta y personalidad, creó una magnífica escuela, con catedráticos, jefes de servicio e innumerables médicos internistas y generales. Publicó más de una docena de libros y 320 artículos científicos. Su libro Medicina interna, en tres volúmenes, al que nos invitó a participar a sus colaboradores, reflejaba su concepción de la medicina. Su pensar enciclopédico, amparado en una gran memoria, lo transformaba gracias a su inteligencia en el conocimiento práctico que impregnaba su quehacer diario. Como internista fue un ejemplo continuo de buen hacer, sin renunciar nunca a los valores y principios profundos por los que concebía, veía y trataba al paciente en su integridad, sin dejar de entender y reconocer la explosión y el protagonismo de las especialidades médicas.

 

 

Amador nació en Madrid el 19 de junio de 1921. Ya desde muy niño, primero en el colegio de los Maristas de Chamberí y posteriormente en el Instituto Cardenal Cisneros, mostraba un afán constante por aprender. A los 7 años, diseccionaba ranas y enseñaba a sus primos los diferentes órganos. Sabía que quería ser médico. Nada le impidió, ni siquiera la guerra y la posguerra con todas sus miserias y penurias, seguir estudiando y superándose, aunque le fuera realmente difícil poder adquirir los libros de texto y costearse sus estudios de medicina. Durante su juventud entabló amistad con el doctor en Ginecología Luis Galve, quien influyó decisivamente en su trayectoria vital en el mundo de la medicina.

Licenciado en Medicina por la Universidad de Madrid en 1945, se doctoró en 1953. Fue catedrático de Patología y Clínica Médicas en las Facultades de Medicina de Cádiz (1967-1973) y UCM (1973-1987) y director y profesor de la Escuela Profesional de Enfermedades del Aparato Digestivo de la UCM hasta 1988. Fue elegido rector de la UCM (1983-1987) y posteriormente rector honorario. Presidente y miembro de honor de la Sociedad Española de Medicina Interna. Docente en el Colegio Libre de Eméritos. Doctor honoris causa por la Universidad de Valladolid (1999) y la Universidad Rey Juan Carlos (2004). Académico honorario de la Real Academia de Medicina de Valladolid. Numerario de la Real Academia de Doctores (1992). Académico correspondiente de las Academias de Medicina de Paraguay, México y Brasil y miembro de la Sociedad Internacional de Medicina Interna y de la New York Academy of Sciences.

Asimismo, fue miembro de los consejos editores de varias revistas médicas y de numerosas sociedades médicas españolas e internacionales. Condecorado con la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil (1974); Gran Cruz de la Orden del Mérito Aeronáutico (1985); Gran Cruz Caballero Oficial de la Orden de la República de Italia (1986); ABC de Oro (1987); Medalla de Oro de la Universidad Complutense de Madrid (1988); Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad (1997), etc.

Fue vicepresidente de la Real Academia Nacional de Medicina (1994-2002), ocupó la medalla n.o 15 y fue su presidente desde el año 2002. Un presidente ejemplar que, llegado el momento, supo renunciar en 2008 tras seis años de una labor fecunda, continuando como presidente de honor desde entonces y hasta su fallecimiento el 27 de agosto de 2010, a los 89 años de edad.

Mereció todo tipo de menciones y honores y aconsejó a las más altas instancias españolas, como centros de investigación, universidades, ministerios, e inclusive a S. M. el Rey, quien le demostró su amistad y reconocimiento requiriéndole en numerosas ocasiones.

Pero, lo que más tuvo a gala don Amador fue ser médico, médico internista. Sólo hace unos años escribía en el prólogo del libro Medicina interna. Su función en la educación médica: pasado, presente y futuro, editado por la Cátedra de Educación Médica Fundación Lilly-UCM, lo siguiente: 'Habrá de conseguirse de forma definitiva y segura una coordinación efectiva, lo que se entiende por una integración real y práctica de internistas, generalistas y especialistas, tanto en las clínicas generales como en las áreas de especialidad. La Medicina Interna deberá permanecer fiel a una visión amplia sin renunciar a la profundidad, yendo desde el cuidado primario de enfermedades no complicadas hasta la atención continuada de pacientes con enfermedades múltiples, complejas o crónicas'.

 

 

Con su sabio consejo y el cariño y admiración por quien supo ser tanto en nuestra Medicina sin vanagloriarse nunca de ello, concluyo lo que ha querido ser el humilde pero agradecido testimonio de quien tuvo la suerte inmensa de conocer y compartir al profesor Amador Schüller.

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