A mediados del mes de mayo, falleció en su domicilio de Varsovia (Polonia), a los 83 años, el profesor Andrzej Wojtczack. Había nacido en la ciudad polaca de Bielsko-Biala el 12 de noviembre de 1933. El profesor Wojtczack se doctoró en medicina por la Facultad de Medicina de Poznan y ha sido una persona de reconocido prestigio internacional en los ámbitos de la medicina clínica, la salud pública y la educación médica. Su trayectoria en estos dos últimos campos ha sido tan intensa que la descripción somera de su currículo excedería con creces la extensión de esta necrológica.

En relación con la medicina clínica, ocupó diversos cargos académicos en su propia facultad, como director de diferentes departamentos, como los de medicina y nefrología, y fue profesor del Departamento Clínico de Medicina del Instituto Nacional de Investigación de Enfermedades Pulmonares y Tuberculosis de Varsovia.

En el ámbito de la salud pública, ejerció como profesor y director del Departamento de Salud Internacional en la Facultad de Medicina Social y del Centro de Educación Médica Posgraduada en la capital polaca. Fue director ejecutivo del WHO Centre for Health Development en Kobe (Japón). Fue profesor de salud pública y profesor visitante en la Escuela de Salud Pública y del Centro de Educación Médica Posgraduada en Varsovia. Desempeñó diferentes cargos en el Ministerio de Salud y Bienestar Social de su país, pero también en el ámbito internacional, como director del Health Manpower Development European Regional Office de la Organización Mundial de la Salud, del Health Planning, Research & Human Resources European Regional Office o del National Health Policies & Systems European Regional Office.

Es de destacar su importante labor en el ámbito de la educación médica europea y mundial. Fue presidente de la Association for Medical Education for Europe (AMEE) entre 1992 y 1996, colaborando en sus actividades y congresos hasta su fallecimiento; miembro de la Association of Medical Deans of Europe, de la World Federation of Medicine y de la International Association of Medical Science Educators. Merece una mención especial su labor como presidente del Institut for International Medical Education (IIME) en Nueva York, institución desde la cual impulsó la elaboración de los requerimientos mínimos esenciales que ha de poseer un graduado en medicina en cualquier país del mundo y de un glosario de términos de educación médica.

Finalmente, recibió un gran numero de nombramientos honorarios internacionales, fue autor de múltiples artículos y libros en los diferentes ámbitos que cultivó, y dictó innumerables conferencias.

El profesor Wojtczack siempre mantuvo una gran relación con España. De hecho, el trabajo desarrollado en el IIME sobre los requerimientos mínimos globales sirvió de base para la elaboración de la reforma de los planes de estudio de medicina impulsados en el proceso de Bolonia. Mantuvo estrechos vínculos con educadores médicos, entre otros Antonio Gallego y, sobre todo, Albert Oriol, a quien unió siempre una gran amistad, con la Sociedad Española de Educación Médica (SEDEM) y con la Fundación Educación Médica y su revista, de cuyo comité editorial formaba parte y a la que contribuyó con magníficos artículos.

En ocasión del congreso conjunto AMEE/SEDEM celebrado en Málaga en 2009, el profesor Wojtczack recibió el Premio Antonio Gallego por su contribución a la educación médica en España. Era académico correspondiente extranjero de la Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya.

Pero a parte de sus méritos académicos, cabe resaltar su aspecto humano. Tuve la suerte de conocerlo en el congreso de la AMEE que organizó en 1993 en Cracovia, en el cual accedió a la presidencia de dicha asociación en sustitución de Albert Oriol. Desde el primer momento, se manifestó como una persona entrañable, cariñosa, siempre atenta y dispuesta a ayudar con sus consejos a quien lo requiriera, no sólo en el ámbito científico, sino también en cuestiones más lúdicas para disfrutar de una inolvidable estancia en su país. Una persona con la cual era un placer conversar.

Siempre estuvo muy unido a España y, muy especialmente, a Catalunya, donde residía su hija, lo que hacía que viajara a Barcelona con frecuencia y aprovechara la ocasión para mantener conversaciones muy interesantes sobre una gran variedad de temas con sus amigos catalanes.

En su ultima visita a Barcelona, en noviembre, participó en la sesión en memoria de su gran amigo Albert Oriol en la Reial Academia de Medicina de Catalunya. Cuando nos despedimos con un gran abrazo, poco podía imaginar que seria el último. Descanse en paz una gran persona y un gran amigo.