Introducción
Este trabajo analiza la relación entre éxito educativo y condiciones socioeconómicas, a partir del análisis de los resultados del examen de habilitación para el ejercicio profesional (EHEP) de médicos en Ecuador en el año 2017. La aplicación de este examen es obligatoria a partir de la Ley Orgánica de Educación Superior de 2010. Este instrumento fue desarrollado y aplicado por el Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (CEAACES) y busca valorar las competencias adquiridas durante el proceso de formación universitaria, acreditando que los solicitantes cuentan con una formación profesional suficiente para el desarrollo en su ámbito laboral, en aquellas carreras que pudieran afectar o poner en riesgo la vida, la salud y la seguridad de la ciudadanía, por lo que su aplicación también depende del Ministerio de Salud Pública.
El examen se construye sobre la base de los perfiles de egreso de la carrera y el perfil profesional elaborado por el Ministerio de Salud Pública de Ecuador y el Consejo Superior de Educación y su aplicación es bianual. La puntuación mínima para aprobar el examen es el equivalente al 60% de la puntuación total. Además, su desarrollo se ha hecho en base a las experiencias llevadas a cabo por la National Board of Medical Examination estadounidense.
Sobre la base de la información obtenida de los resultados y de la aplicación de una encuesta centrada en el nivel socioeconómico, se ha desarrollado un estudio cuyo objetivo es determinar la relación entre el éxito en el examen, medido a través de su aprobación o no, y la puntuación obtenida y las variables socioeconómicas, de autodefinición étnica y de universidades en las que se realizaron los estudios (diferenciadas entre universidades públicas y privadas, lo que las relaciona con los aspectos socioeconómicos). Este estudio pretende constituir una aportación al debate que relaciona positivamente el éxito educativo y las condiciones socioeconómicas.
Sujeto y métodos
Para el presente estudio se utilizaron los resultados del EHEP de la carrera de medicina del año 2016, aplicado por el CEAACES (actual CACES). Estos resultados pueden tomar dos dimensiones: una como variable categórica dummy, aprobado o no aprobado, y la otra como variable continua de la puntuación obtenida, entre 0 y 100 puntos. El número de evaluados que realizaron el examen es de 5.107. Existe información completa para el 86% (n = 4.439) para las variables correspondientes a características del estudiante y núcleo familiar. Se descartó el 14% restante correspondiente a evaluados graduados en universidades extranjeras, por cuanto se desea estudiar el proceso educativo nacional.
Como requisito para someterse al examen, los solicitantes debían cumplimentar una encuesta que recogía información sobre las características del evaluado y su núcleo familiar, tales como sexo, etnia, financiación de los estudios, escolaridad de los padres, acceso a bienes y servicios públicos, acceso a enseres de uso doméstico y la percepción estudiantil respecto al estado de su institución de educación superior, con representatividad nacional en el ámbito urbano y rural. Los datos fueron recabados entre marzo y julio de 2016.
Adicionalmente, con base en la información de acceso a bienes y servicios públicos y bienes de uso doméstico, se construyeron dos variables para capturar el nivel de cobertura de necesidades básicas y el nivel de acceso a bienes. El índice de bienes y enseres puede tomar valores entre cero y seis, siendo cero el valor con menor acceso a bienes y enseres domésticosr, y seis, el nivel de acceso más alto:
- Necesidades básicas cubiertas: índice entre 0 y 6 que mide el acceso a bienes básicos dentro del hogar, elaborado en base a la agregación de datos como material del suelo, material de las paredes y techos, electricidad, alcantarillado y agua potable.
- Enseres del hogar: índice entre 0 y 6 que mide el acceso a enseres domésticos, elaborado en base a la agregación de las variables de la encuesta como: lavadora, automóvil, televisión de pantalla plana, ordenador de sobremesa y portátil, teléfono inteligente y acceso a internet.
Para la obtención de resultados, se realizó un análisis estadístico descriptivo e inferencial. Las características estudiadas de los evaluados son: sexo, edad por año de nacimiento, identificación étnica (blanco, mestizo, agro, montubio y mulato), discapacidad, lengua natal (castellano y otro idioma), motivación, cambio de universidad, interrupción de los estudios en el transcurso de la carrera, financiación de los estudios (propio, padres o tutores, hijos, otros familiares, venta de bienes y servicios, rentas, inversiones, remesas, pensiones, apoyo económico del estado, apoyo económico de una organización no gubernamental y donaciones), manutención en el transcurso de los estudios (propio, padres o tutores, pareja, hermanos, otros miembros del hogar, otros familiares fuera del hogar, beca, crédito) y actividad económica remunerada en el transcurso de los estudios. Las características de los cabezas de familia son: nivel educativo (ninguna, inicial, básica, media, superior incompleta, superior completa y posgrado).
Se exploraron las características socioeconómicas de los estudiantes comparando su distribución por tipo de financiación de la universidad o escuela politécnica. Además, con la finalidad de establecer cómo las características socioeconómicas de los estudiantes afectan el desempeño en el EHEP, se empleó un modelo probit de respuesta binaria a través del método de máxima verosimilitud y una regresión lineal a través del método de mínimos cuadrados ordinarios. Las variables dependientes corresponden a la nota obtenida en el EHEP, como variable discreta nominal que puede tomar valores entre 0-100, y el estado de aprobado/no aprobado, que es una variable binaria (dummy) que puede tomar valores entre 0 (no aprobado) para los estudiantes con una nota menor a 60/100 y 1 (aprobado) para los estudiantes con una nota por encima de 60/100. Los resultados obtenidos no permitieron inferir la presencia de factores socioeconómicos que determinen los resultados de los estudiantes en el EHEP, a pesar de que el vector de variables independientes se definió según diferentes perspectivas teóricas que correlacionan éxito y condiciones socioeconómicas favorables. Este escenario abre la discusión respecto de la construcción del EHEP, el cual, desde su primera aplicación en el año 2014, ha sido objeto de numerosas críticas por parte de la comunidad académica, como la inconsistencia de medir las habilidades de una carrera práctica como es la medicina a través de un examen teórico como es el EHEP.
Resultados
Para un total de 4.439 evaluados, el 72% aprobó el examen. La nota media registrada fue de 63,61 (rango: 32-87). Las características de los evaluados son: 61% de sexo femenino, 94% mestizos, 2% blancos, 3% afroecuatorianos y 1% indígenas. La fecha de nacimiento media de los evaluados es el año 1988, lo que equivale, con respecto al año en el que efectuaron el examen, a una edad de 29 años (rango: 22-59 años; las edades altas son, generalmente, de solicitantes extranjeros). El 4% de los evaluados registra un nivel de discapacidad. Con relación a la continuidad de sus estudios, el 8% menciona haber cambiado de universidad, mientras que el 15% tuvo que interrumpir sus estudios. Respecto a la financiación de los estudios, el 58% menciona haber recibido apoyo de padres o tutores, un 35% financió sus estudios con recursos propios y el 7% restante recibió financiación por otros medios. La financiación de la manutención al inicio de los estudios se distribuyó de la siguiente forma: un 90% de padres o tutores, un 12% con recursos propios y un 15% recibió manutención por otros medios. Para ambas variables se observaron casos de estudiantes que, además del apoyo financiero común (padres/tutores, propio), también recibían financiación por otras vías (becas, hermanos, créditos, etc.).
Respecto a las características del hogar, el número medio de moradores es de 4,7 personas, y el número medio de miembros que realizan una actividad económica en cada familia es de 1,7. El acceso medio de las familias a enseres de uso doméstico es de 1,9 sobre 6, mientras que la cobertura de bienes y servicios públicos y necesidades básicas es de 4,72 sobre 6. En cuanto al cabeza de familia, se encontró que el 2% no cuenta con nivel de escolaridad alguno, el 15% ha recibido educación hasta el nivel básico, y el 18%, hasta el nivel secundario. Un 9% ha recibido educación superior no universitaria completa; un 5%, educación superior no universitaria incompleta; un 7%, educación superior universitaria incompleta; un 34%, educación superior universitaria completa, y un 10% educación de posgrado.
Las figuras 1 y 2 muestran los resultados en el examen de acuerdo al sexo y a la autoidentificación étnica, sobre la base del total de evaluados (sin exclusión de los extranjeros). La mayoría de examinados se consideran a sí mismos mestizos (88,05%). De entre los grupos minoritarios, quienes se autoidentifican como blancos son un 2,43% para ecuatorianos y un 4,56% si hablamos del total de examinados. Los examinados de este grupo étnico obtienen mejores calificaciones que los otros grupos (afroecuatorianos: 2,37%; indígenas: 1,55%).
En la bibliografía suele destacarse la alta correlación entre el éxito educativo, académico y profesional dado el ambiente familiar y las condiciones generales que propician y reproducen condiciones favorables [1 2-3]. Una mejor educación de los padres favorece el éxito educativo y la obtención de mejores calificaciones. Se puede observar que los estudiantes de medicina tienen condiciones favorables si se toma en cuenta la educación del cabeza de familia, por lo que la mayoría de evaluados no son estudiantes universitarios de primera generación, como se puede ver en las figuras 3 y 4, en las que se puede observar la tendencia hacia la derecha de quienes cuentan con educación superior completa y las calificaciones para los estudiantes universitarios de primera generación. La bibliografía suele afirmar la tendencia entre la trayectoria educativa del entorno familiar inicial, el acceso y el éxito escolar.
Con respecto al tipo de financiación de la universidad, se nota la misma tendencia general. Los estudiantes de medicina del país no son estudiantes universitarios de primera generación, pero sí se observan diferencias considerables de estudios superiores en las universidades privadas, en superior completa y acceso a posgrado (Fig. 5).
De la misma forma, los estudiantes de medicina de Ecuador tienen condiciones generalmente favorables de estudio, lo que permite una dedicación exclusiva, lo que se correlaciona con la exigencia de una carrera de uso de tiempo intensivo como medicina. De la misma forma, las calificaciones de los solicitantes con apoyo externo son generalmente más altas (Fig. 6).
En cuanto a las necesidades básicas satisfechas, la situación general de los estudiantes de medicina en el país es la de posibilidad de acceso a bienes de ‘realización personal’, en el sentido de Maslow. Esto sigue la tendencia general de los estudiantes universitarios de instituciones privadas en medios urbanos, lo que, en relación a la población general, marca una tendencia de incremento de brechas sociales relacionadas con la formación de capital humano.
En lo que respecta a las necesidades básicas insatisfechas, de acuerdo con la metodología propuesta, la distribución de frecuencias se concentra mayoritariamente en los rangos 5 y 6, con un 69% de los solicitantes, por lo que las condiciones de los graduados, medidas desde esta perspectiva, son generalmente favorables. La distribución en los rangos de 0 a 3 concentran el 17,37% del total (Fig. 7). Estas condiciones favorables no deberían entonces indicar impactos importantes. El propio acceso a la educación puede seguir la lógica de que la educación superior es un nivel posterior a la satisfacción de las necesidades básicas de reproducción de la vida; desde esta perspectiva, la existencia de estudiantes en los rangos de 0 a 3 es llamativa. Si esto se analiza desde la perspectiva del tipo de financiación, la distribución es similar, lo que ratifica la evidencia de que para ser estudiante universitario se debe contar con medios básicos de reproducción, sobre todo para el estudio de medicina, en el que, al parecer, por el tipo de estudios de los padres, se sigue una tradición familiar de estudios superiores.
La figura 8 relaciona bienes del hogar y tasa de matrícula, de acuerdo con el índice explicado en la metodología. A diferencia del índice de necesidades básicas satisfechas, los bienes que mide este índice van más allá de lo necesario para la reproducción de la vida y muchos se relacionan con el ocio, la movilidad, la conectividad, el acceso a la información, etc. Por ello, los resultados son considerablemente diferentes, pues incluso en las universidades privadas, apenas poco más de una cuarta parte de los estudiantes cuenta con todos los bienes contabilizados por este índice de tipo acumulativo (automóvil, televisión, ordenador de sobremesa, portátil, teléfono inteligente, conexión a internet). Por el contrario, entre las universidades públicas y cofinanciadas, la cuarta parte de los estudiantes tiene un índice de 1. Esto ratifica una cuestión decisiva con respecto a la educación superior en el país: el acceso a ella debe superar necesidades básicas a pesar de la gratuidad, lo cual se evidencia incluso en las instituciones educativas superiores públicas, pero la mayoría de estudiantes del país cuenta con índices bajos de acceso a bienes que favorecen los estudios, como conectividad (internet) e instrumentos de trabajo (ordenador de sobremesa y portátil, teléfono inteligente). El 18% de alumnos en universidades públicas no cuenta con ninguno de estos bienes y solo el 7% dispone de todos aquellos incluidos en el índice.
Respecto a los resultados obtenidos según el tipo de financiación de las universidades, puede observarse que la media de calificaciones de las universidades privadas es significativamente mayor que la de las cofinanciadas y públicas, casi 4 y 3, puntos respectivamente (Tabla). Esta significación estadística conlleva una correlación entre nivel adquisitivo y mayor éxito en este examen.
Observaciones | Media | Error estándar | Desviación estándar | Intervalo de confianza al 95% | |
---|---|---|---|---|---|
Estatal | 3.394 | 63,63671 | 0,111857 | 6,51659 | 63,4174 a 63,959 |
Cofinanciada | 799 | 62,65957 | 0,219153 | 6,19477 | 62,2294 a 63,087 |
Combinados | 4.193 | 63,45051 | 0,099574 | 6,46718 | 63,2547 a 63,646 |
Diferencia | 0,977137 | 0,246051 | 0,494418 a 1,4598 | ||
Ho dif = 0 | t = 3,9713 | ||||
Ha dif < 0 | Ha med ! = 0 | Ha med > 0 | |||
T < t = 1 | 0,0001 | T > t = 0 | |||
| |||||
Estatal | 3.394 | 63,63671 | 0,111857 | 6,51659 | 63,4174 a 63,959 |
Particular | 239 | 66,56067 | 0,458941 | 7,09505 | 65,6565 a 67,464 |
Combinados | 3.633 | 63,82907 | 0,109418 | 6,59513 | 63,6145 a 63,646 |
Diferencia | - 2,92395 | 0,472375 | - 3,85401 a - 1,9939 | ||
Ho dif = 0 | t = - 6,1899 | ||||
Ha dif < 0 | Ha med ! = 0 | Ha med > 0 | |||
T < t = 1 | 0 | T > t = 1 | |||
| |||||
Cofinanciada | 799 | 62,65957 | 0,219153 | 6,19477 | 62,2294 a 63,087 |
Particular | 239 | 66,56067 | 0,458941 | 7,09505 | 65,6565 a 67,464 |
Combinados | 1.038 | 63,55780 | 0,205381 | 6,61695 | 63,1548 a 63,961 |
Diferencia | - 3,9011 | 0,508582 | - 4,90132 a - 2,9008 | ||
Ho dif = 0 | t = - 7,6705 | ||||
Ha dif < 0 | Ha med ! = 0 | Ha med > 0 | |||
T < t = 1 | 0 | T > t = 1 |
Discusión
Dentro de la economía de la educación, los enfoques que analizan la relación entre el contexto socioeconómico y el éxito en la educación son diversos. En términos macroeconómicos, la bibliografía reconoce de forma amplia la relación existente entre desarrollo económico y altos estándares educativos, que tienden a incentivar la adquisición de conocimientos y habilidades en áreas que son más valoradas por el entorno económico [4], pero que también causan inequidades dentro de las estructuras socioeconómicas del país [2]. En los países desarrollados, las distinciones educativas se han ido modificando desde inicios de siglo, favoreciendo la adquisición de educación a niveles más altos - universitarios por encima de otros- y en áreas determinadas - que tienden hacia la tecnología de la información- . Así, la oferta y la demanda, en términos de calificaciones, han aumentado en la medida en la que se ha ido desplazando el mercado de trabajo hacia la tecnología informática.
Sin embargo, esto tiene repercusiones en la desigualdad salarial como producto de la oferta de calificaciones, lo que termina por acrecentar los problemas de desigualdad [2] y crea mecanismos de sobrecompensación dados los niveles de estructuración socioeconómica. En este caso, la teoría predice que familias con mejores ingresos tendrán hijos con mayores probabilidades de tener éxito en sus estudios. El círculo reproduce condiciones por las cuales el nivel educativo de los padres, sus habilidades laborales y los ingresos familiares, tienen repercusiones favorables en el éxito educativo de los hijos [5]. Desde el estudio de Coleman de 1966 [6], ‘una conclusión general de todos estos trabajos es la relevancia del nivel socioeconómico de la familia en la explicación de los resultados académicos de los estudiantes' [7].
En el trabajo de Coleman et al [1] se evidencian los resultados educativos atendiendo a factores de segregación étnica en Estados Unidos. Para el año de estudio, los afrodescendientes tendían a tener peores resultados académicos, realizaban sus estudios en colegios que funcionaban como una especie de ‘gueto’ (escuelas de mayoría afrodescendiente tenían un 60% de maestros del mismo ‘origen’) y reproducían condiciones socioeconómicas menos favorables de la media de los estudiantes norteamericanos. Justamente, el estudio de estos fenómenos es posible gracias a los cambios introducidos por la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos que incorpora a la población afrodescendiente a acceder a la igualdad de derechos educativos. Trabajos similares demuestran el problema de la subrepresentación de afrodescendientes en la educación en general y la educación superior en particular, tanto entre alumnos y profesores como en el índice de graduación [8].
Para los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se estudia este fenómeno a través del indicador de estatus social, que mide de forma conjunta el nivel cultural y económico. Este indicador también muestra una relación alta con el desempeño académico. Las diferencias en dicho indicador explicarían alrededor del 15% de la variación observada en los resultados en el desempeño en matemáticas en los países de la OCDE. Según Correra-Ferrara et al, ‘hasta tal punto resulta destacable la asociación entre el nivel socioeconómico del estudiante y sus resultados escolares, que es habitual utilizar la sensibilidad de aquel sobre los resultados como una medida del grado de equidad de los sistemas educativos' [6].
Aspectos similares se miden entre poblaciones migrantes, por ejemplo, en España. Grupos de estudiantes de primera o segunda generación, a pesar de una mejor actitud frente a la escuela y ‘aspiraciones más elevadas', obtienen peores resultados debido no solo a factores socioeconómicos, sino también a cuestiones de índole cultural [9], lo que puede incrementarse con el tiempo. Este acento en los factores socioculturales es importante porque con frecuencia se han soslayado en beneficio de las variables socioeconómicas.
Sin embargo, los estudios a los que hemos aludido se asocian a la educación básica universal, por lo que se deben tener en cuenta ciertas diferencias estructurales con la educación superior. En primer lugar, se reconoce que la asociación entre niveles socioeconómicos y desempeño también es fuerte, pero existen diferencias si se mide entre áreas de estudio u otros factores como expectativa de ingresos [10]. Existe una diferencia sustancial en cuanto al acceso universal de la educación básica y al acceso restringido a la educación superior, ya sea por los altos costes o por la existencia de mecanismos de selección, como exámenes de ingreso. Esta diferencia básica implica que, ya en la propio acceso, ciertos mecanismos pueden ajustar el éxito de acuerdo con variables socioeconómicas. Se debe tener en cuenta que la educación básica es un derecho de tipo subjetivo (inherente a los seres humanos), mientras que la educación superior es un derecho objetivo [11], lo que conlleva diferencias ya marcadas en su propia concepción. Este aspecto debe considerarse sobre las particularidades, pues las restricciones de acceso en la educación superior difieren del derecho universal a la educación básica.
La diferencia en las restricciones de acceso amplía la trayectoria diferencial en los aspectos socioeconómicos con respecto a la educación básica y secundaria; es decir, ya existen mecanismos de selección ‘naturales' anteriores a los filtros institucionales. Lo que se debe tener en cuenta es el éxito en los estudios previos, el éxito en las pruebas y solicitudes de ingreso, el acceso a becas o posibilidad de asumir altos costes, las posibilidades de financiación posterior y las motivaciones personales, entre otros. Este tipo de variables conlleva que la estructura de la educación superior en ciertos países no haya variado demasiado, como evidencian Brint y Clotfelter [10] en Estados Unidos, o el estancamiento de las matrículas alrededor del 4,5% de la población afroamericana [8]. Problemas similares se describen para el éxito educativo en los estudiantes latinoamericanos en las universidades de Estados Unidos. Se destacan aspectos como autoconfianza, creencias étnicas o raciales, experiencias en los estudios previos, motivación interna, apoyo, percepciones sobre el clima y características institucionales como variables a considerar [12]. La tasa de matrícula de latinos se ha incrementado, pero todavía es baja con respecto a otros grupos poblacionales y el porcentaje de abandono educativo es relativamente elevado.
En el caso de América Latina, la masificación de la educación superior, experimentada a partir de la década de los noventa, constituye un punto de inflexión con respecto a los problemas de acceso y titulación en sociedades altamente desiguales. Se reconoce que, para América Latina, el acceso a la educación superior y a la titulación facilita la movilidad social [13]. Su acceso ha estado restringido desde tiempos coloniales, debido a la fuerte estructuración de clases sociales y a la limitación de la oferta, lo que se refuerza en sociedades como la ecuatoriana, con fuerte presencia de población indígena, excluida de toda oportunidad de acceso incluso en los tiempos de la masificación. En Colombia, se evidencia que el acceso está limitado a los más pobres, pero en el caso de comparación de resultados, entre los estudiantes más pobres, los mejores resultados los obtienen quienes asisten a colegios oficiales, pero si se compara con los quintiles más ricos, los mejores resultados son de colegios privados [14]. Este aspecto estructural podría replicarse en Ecuador, en el que la variación de la calidad educativa es muy amplia entre colegios públicos, colegios públicos experimentales y colegios privados. En este mismo estudio, se evidencia que menos del 5% del quintil más bajo de ingresos accede a la universidad, con resultados inferiores a los demás quintiles. Así, la procedencia parecería condenar la trayectoria.
El promedio de ingreso en América Latina para el año 2009 era del 29,2%; por debajo de ese índice hablaríamos de un ‘modelo de educación superior de elite’ [13]. En el caso de Ecuador, las reformas entre 2008 y 2012, cuando se introduce la gratuidad de la educación superior, tuvo efectos positivos en el acceso para mejorar esa situación de ‘modelo de elite’, intentando superar la sinergia reconocida empíricamente entre acceso a la educación e inequidad. La gratuidad introdujo mejoras en términos de equidad, con una curva de Lorenz menos regresiva [15], pero este acceso se concentra más en las capas medias que en los más pobres. Estas reformas también tuvieron efectos en la matrícula de posgrado, lo que quiere decir que un mayor acceso produjo mejores condiciones en equidad con respecto al éxito posterior a la titulación. Sin embargo, como observa Rama [16], un problema estructural de América Latina con respecto al éxito posterior a la titulación es que una mejora de acceso implica también una distribución desigual en la asignación de universidades, lo que en un sistema de educación superior altamente heterogéneo implica una especie de estigma para los graduados de universidades públicas, y ello desfavorece la competencia profesional.
En conclusión, la aceptación general de la bibliografía es que grupos socioeconómicamente favorecidos tienen no solo mejores condiciones materiales para lograr mayores éxitos académicos y de titulación con respecto a otros grupos, sino que estos también conllevan impactos positivos en el ámbito laboral, profesional y de estudios posgraduación. De la misma forma, estas condiciones no son únicamente materiales, también lo son simbólicas (capital social, cultural o simbólico, como dice Bourdieu), por lo que el ámbito familiar y los estudios de los padres favorecen las condiciones de éxito educativo. Algunos de los hallazgos son interesantes: la minoría autodefinida como blanca obtiene calificaciones más altas que los demás grupos de autodefinición étnica. Si se asocia este grupo a los quintiles más altos de ingreso y a universidades privadas, se evidencia la reproducción del círculo, no solo académico, sino profesional. De la misma manera, cuando se hace un análisis de diferencia de medias, se comprueba que hay diferencias significativas entre los estudiantes graduados de universidades privadas y aquellos provenientes de universidades cofinanciadas y públicas. En el caso de las universidades cofinanciadas, existen elementos muy curiosos, pues si se analiza con detalle, los graduados de una de estas universidades (ocho en total), obtienen, de media, las segundas mejores calificaciones totales, pero la media general de las universidades cofinanciadas es inferior al de las universidades públicas. Ello da cuenta de la alta heterogeneidad de las universidades cofinanciadas y que no se evidencia de forma estadística en la desviación estándar de las calificaciones de este grupo de estudiantes.
Si se analizan en conjunto los índices de necesidades básicas y de bienes domésticos, se hace patente una cuestión evidente: el ser estudiante universitario implica haber satisfecho ya las necesidades más básicas, pero en cuanto a facilidades de estudios por bienes domésticos, hay una enorme asimetría entre los estudiantes de los diferentes tipos de universidades agrupados por tipo de financiación. Sin embargo, si se considera la tradición universitaria familiar, medida en términos de estudios de los padres, el propio apoyo familiar para los estudios y tener un cabeza de familia con título universitario llevan a pensar que, en general, independientemente del medio socioeconómico, los graduados de medicina no son universitarios de primera generación y podrían tener facilidades ligadas al ambiente familiar (como la predisposición al apoyo económico por un mayor valor simbólico de la educación, más allá de la movilidad social que podría permitir), lo cual es necesario para una carrera con alta demanda de tiempo y dedicación exclusiva. Se debe tener en cuenta que no hablamos de estudiantes propiamente, sino de graduados de medicina que buscan la habilitación profesional. La misma obtención del título denota que tenemos ya un grupo que culminó sus estudios con éxito, pero de amplia variabilidad socioeconómica, pero no de los quintiles más bajos de ingreso, por las propias necesidades básicas satisfechas. Al parecer, este aspecto sociocultural es de alta importancia entre los médicos en el país. Si se considera que la carrera de medicina ha sido históricamente una de las tres carreras más demandadas del país (junto a derecho y administración), resulta razonable pensar que el grupo exitoso de graduados que puede acceder al EHEP cuenta, mayoritariamente, con un ambiente favorable de necesidades básicas satisfechas y un ambiente social favorable, aunque haya relativas carencias en términos de bienes domésticos.
Como se menciona en la metodología, este trabajo intentó hacer un acercamiento econométrico, teniendo las calificaciones de los exámenes como variable dependiente (o como variable dummy, entre aprobados y no aprobados), y relacionarlas con distintas variables explicativas: nivel de estudios de los padres, tipo de financiación de las instituciones de educación superior, índice de necesidades básicas, índice de bienes domésticos, etc. Los resultados de los modelos construidos no fueron consistentes, lo cual provoca tres tipos de preguntas al respecto: los instrumentos para la recogida de información, lo que mide el tipo de examen y la estructura de la matriculación en Ecuador. La propia estructura de matriculación determina que, para acceder a la educación superior, ya existe un primer filtro de ingresos, mucho más si se tiene en cuenta que hablamos de estudiantes que accedieron y se graduaron de una carrera que lleva alrededor de seis años, para lo cual se necesitan recursos; es decir, ya existen filtros socioeconómicos que limitan el grupo de trabajo.
En cuanto al examen de habilitación, quizá el éxito del examen depende apenas muy parcialmente de las condiciones socioeconómicas y las habilidades que mide tengan otro tipo de impactos, como la estructura educativa de las universidades (las dos instituciones de educación superior con mayor promedio son una privada y una cofinanciada que mantienen un sistema de estudios por resolución analítica de casos). Este tipo de forma de estudio se centra en la resolución de los problemas propuestos - por ejemplo, diagnóstico y tratamiento- en grupos de discusión pequeños, que no son posibles en universidades públicas (por cuestión de número de alumnos). Esto solo tiene una relación parcial con el tipo de financiación, pues tampoco se aplica necesariamente a todas las universidades privadas. Al parecer, este examen es muy sensible a este tipo de práctica de estudio y análisis; además, esta clase de exámenes no necesariamente refleja trayectorias, sino las propias habilidades adquiridas inmediatamente antes para superarlo.
A pesar de ello, los estudiantes de las universidades privadas mantienen mejores calificaciones en relación a los otros estudiantes (con la excepción de una universidad cofinanciada, como se ha mencionado) y coinciden con los elementos de trayectoria de educación superior familiar, mayor acceso a los bienes domésticos medidos por el índice y mayor apoyo para realizar los estudios.