Introducción
Este estudio trata de recuperar y comentar la dimensión pedagógica de un médico y docente catalán, Francesc Salvà i Campillo, que vive y trabaja a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX en Barcelona, al cual osamos calificar como el gran precursor de la pedagogía médica en España. Se realiza una revisión historiográfica de siete libros específicos sobre enseñanza de la medicina o afines a ella, que no libros de texto ni monografías especializadas, escritos por Salvà. Se resume una breve biografía del autor, que ha sido compilada de diversas fuentes.
El contexto
La Europa de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX es un periodo crítico en los avances médicos y en otros campos, como el político, con la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas que auspiciaron la desaparición del Antiguo Régimen, al que España no fue ajena. Ese cambio de siglo traerá a la medicina importantes aportaciones tecnológicas e instrumentales como el microscopio, las primeras campañas de vacunación contra la viruela y la relevancia de la higiene.
En España se proclaman una serie de medidas reformistas de la medicina y se producen hitos como la caída del antaño todopoderoso Protomedicato y el conflicto por la equiparación de médicos y cirujanos, al que Salvà se opone [1]. Asimismo, aflora el conflicto entre universidades y academias y se suceden las directrices regias para la reforma de la enseñanza de los estudios de medicina [2].
El autor
Francesc Salvà i Campillo (1751-1828) nace y muere en Barcelona. Realizó su formación médica en diversas universidades. Esta movilidad, que podría parecer extemporánea, era bien usual y recomendada [3].
Salvà fue ante todo un personaje polifacético e ilustrado que hizo notables aportes a la telegrafía por electricidad, diseñó máquinas para agramar plantas textiles y se preocupó por la relación entre meteorología y enfermedad. Su producción escrita es notable. Como médico docente siempre tuvo una orientación práctica centrada en el estudio de casos, con una gran preocupación por la mejora de la enseñanza de la medicina en Cataluña y en el resto de España. Igualmente fue incesante partidario de la inoculación de la vacuna de la viruela y de la mejora de la condiciones de vida e higiénicas de un proletariado industrial emergente. Ejerció como catedrático de Medicina Medicopráctica en la Academia de Medicina barcelonesa. Fue partidario de la disección, hasta el punto de que en su testamento ruega a su familia que se facilite su autopsia y se conserve su corazón [4].
Su semblanza como pedagogo médico debería estudiarse en profundidad; este estudio es sólo una limitada pero necesaria consideración de su contribución a la pedagogía médica.
Su obra
La obra escrita de Salvà es abundante, pero sobre cuestiones de la docencia sólo hemos localizado siete escritos [1,5-10] que se pueden recuperar y consultar, ya que están disponibles en la base CISNE de la Universidad Complutense porque además se han digitalizado y son de acceso libre. La tipología de estos libros corresponde a una especie de ensayos que combinan la lección inaugural de cursos académicos con memoria de realizaciones y propuestas de actuación.
Consideraciones educativas
El libro de 1818 [10] tiene consideraciones educativas al principio, pero es una obra prácticamente clínica, con sentencias como: ‘de esta moda proviene, que se nos achaque que muy a menudo los médicos pecamos más por temeridad, que por ignorancia'.
El libro de 1801 [5] está dedicado a la medicina práctica, con consideraciones pedagógicas como: ‘juzgo, pues, que la regla que ha de seguirse en esta escuela es no hablar s los alumnos sino de los remedios absolutamente necesarios para la curación de las enfermedades regulares'.
Los ensayos de Salvà son de una lectura amena y atañen a aspectos hoy en día todavía de gran actualidad. Así, aborda la cuestión de la financiación de la enseñanza, que él propone no estatalizada, alegando que ‘el erario nacional es miserable, y así no debe contarse con él para nada, en orden a los fondos, de que se trata' [9] y ‘estando por otra parte excesivamente empeñado [el Estado]' [9]. Argumenta sus propuestas con un extenso repaso de evidencia histórica: ‘los caudales de las escuelas médicas han de salir de las contribuciones de los alumnos' [1], y más en concreto, de matrículas, habilitaciones, títulos y canon a los libros de texto. También señala el número oportuno de ‘solo tres escuelas médicas en España, en aquellas ciudades que tengan un hospital de más de 200 camas' [1].
El sentido pedagógico de Salvà [8] se pone de manifiesto en lo que él denomina ‘su modo de enseñanza', en realidad un estudio de casos prácticos consistente en que ‘en vez de hacer yo las novedades de los enfermos, acabada la visita de mañana y tarde, exigí de los alumnos encargados de ellos que me diesen relación de lo ocurrido desde la visita anterior […] y los remedios recetados'. El propio autor [8] constata: ‘es increíble la soltura que adquirieron con esto […]. En consecuencia, he seguido después este método, aunque para mí es más largo y pesado', hasta el punto que después inserta estas relaciones en este volumen como ‘observaciones' [9] y con el nombre del alumno, y distinguiendo para cada una circunstancias, antecedentes, historia de síntomas, sucesivos remedios y efectos y reflexiones finales.
Para el programa de la materia que imparte Salvà, él mismo reconoce [8] la indudable influencia de la escuela médica de Montpellier y posteriormente la de París, por las sucesivas citas que se refieren a ellas.
En los dos libros, Pensamientos [1] y Suplemento [9], Salvà expone la concepción de la medicina como arte de curar, en línea con la concepción artística de estudio de casos, que después defenderá Risueño de Amador, frente a una concepción propositivista, numerista de Pierre Louis, y que generó en su momento (1836) una enconada polémica [11].
Su influencia
Las propuestas de Salvà encontraron eco en el plan de estudios de Pedro Castelló en 1827 y en el plan posterior de Pedro Mata en 1843, que fue anulado por el subsiguiente plan Pidal de 1845 [12]. En este último plan se manifestaba que: ‘la medicina atrae, como la jurisprudencia, gran número de estudiantes, pero la enseñanza de esta facultad es la más costosa de todas y se ha limitado por lo tanto a cinco universidades'.
La influencia de Salvà, en la mejor tradición y preocupación en Cataluña por la pedagogía médica, es capital en personajes como su discípulo Feliu Janer [13], Leonard Galli i Camps, Joan Giné i Partagás y Joan Coll i Bofill.