Introducción
La prevalencia del consumo de alcohol es elevada en todos los países del mundo. La Organización de la Salud (OMS) la sitúa en 6,2 litros de alcohol puro consumido por individuo mayor de 15 años1. En España, la encuesta EDADES-2013 refleja que el 78,3% de la población lo ha consumido en el último año y el 9,8% lo hace a diario2.
Su consumo habitual, junto con el tabaquismo, el sedentarismo, la alimentación no saludable y el sobrepeso, constituye uno de los principales determinantes de la salud y riesgo de mortalidad, desde una perspectiva epidemiológica3.
La Unidad de Bebida Estándar (UBE) es la forma de calcular el consumo. Tiene como objetivo medir de forma estandarizada el consumo/día/persona4. En España, la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcoholismo y otras Toxicomanías estableció que una UBE equivale a unos 10 gr de alcohol puro5. En países como Estados Unidos las bebidas reflejan su contenido alcohólico en gramos de etanol/100 ml de bebida, en vez de 1 ml de etanol/100 ml de bebida (ml%), fórmula utilizada en casi todos los países, lo que hace que sus guarismos sean inferiores en un 20% al del resto.
Las bebidas alcohólicas se consumen en todo el mundo, con diferencias en función de factores geográficos y culturales6. La estimación del riesgo por patrón de consumo se basa en: cantidad de alcohol consumida por ocasión, beber en eventos, proporción de bebedores, beber en comidas y beber en lugares públicos, aunque destaca el comienzo precoz en el consumo como un factor clave en el desarrollo de posteriores patologías, especialmente psiquiátricas7.
Gran parte de este consumo (24,8 % o 1,54 litros/persona) es de producción casera (alcohol no registrado), con mayor riesgo de impurezas o contaminantes desconocidos y potencialmente peligrosos para la salud. Este tipo de alcohol es más consumido en países pobres y bajos niveles formativos8.
Los riesgos asociados al consumo de alcohol a nivel mundial incluyen lesiones, violencia, comportamientos sexuales de riesgo, abortos espontáneos, muerte fetal y enfermedades asociadas a riesgo cardiovascular y deterior cognitivo. Se calculan 3,3 millones las muertes/año por consumo de riesgo, aunque según algunos estudios sujetos a controversia descendería a 2,25 millones de muertes/año si se consumiera en niveles bajos o moderados por beneficio cardiovascular9,10.
La problemática en salud queda reflejada en la clasificación internacional de enfermedades (CIE 10), donde más de 30 códigos nominalizan directamente al alcohol. En más de 200 de ellos, el alcohol es causa principal11.
El alcohol consumido y el patrón de consumo seguido por cada individuo generan un daño a la salud por diversos motivos: efectos tóxicos en tejidos y órganos, intoxicación y dependencia12. El alcohol es considerado la causa directa del 5,8% de las muertes por cáncer13.
En España, preocupan los elevados niveles de consumo y su elevada aceptación social14, su repercusión metabólica y la influencia de las variables socio-laborales(15), así como su repercusión en accidentes de tráfico16 y asociación a conductas violentas, conflictividad legal y trascendencia judicial17.
Son objetivos de este trabajo: establecer la prevalencia de consumo de alcohol en una muestra de población trabajadora, establecer un perfil de consumo y la concordancia entre el consumo de alcohol cuantificado (UBE) y el percibido (AUDIT) (ver anexo), destacando la influencia en el consumo de variables sociodemográficas, culturales y laborales.
Material y Métodos
Los parámetros estudiados han sido obtenidos de la población trabajadora de empresas del sector servicios de la administración pública, en Servicios de Prevención Propios de las Islas Baleares y la Comunidad Valenciana, con recogida de datos desde enero a noviembre de 2011, durante los reconocimientos de vigilancia específica de la salud de las empresas. Realizándose a todos los trabajadores, sin selección previa, con una participación voluntaria, consentimiento informado y conocimiento de los Comités de Seguridad y Salud, atendiendo a la legislación vigente en prevención de riesgos laborales18. El porcentaje de participación fue del 98,5% de los trabajadores.
Variables de estudio: edad, sexo (hombre, mujer), nivel de estudios (elemental, medio y superior), clase social (1 = baja, 2= media y 3= alta) y tipo de trabajo (manual y no manual)(19,20, número de días a la semana de consumo, número de copas consumidas, tipo de alcohol consumido (vino, cerveza, destilados y varias/todas, tanto fermentadas como destiladas) y los riesgos laborales asociados al consumo, relativos a la existencia o no de accidentes de trabajo (incluidos los in situ, in itinere y en misión).
Se valoró la percepción de consumo mediante el test AUDIT (Alcohol Use Disorders Identification Test21. Se categorizó según la puntuación en: Zona I con consumo de bajo riesgo o abstinencia con Audit<8; Zona II con Audit 8-15; Zona III con Audit 16-19; y Zona IV con Audit > 20.
Para cuantificar el consumo se utilizaron las Unidades de Bebidas Estándar (UBE) en función de: número de veces/semana de consumo, tipo de bebida y cantidad (en referencia al último mes), calculando los gramos de alcohol y el número de UBE graduado, definiendo como: consumo de bajo riesgo (< de 14 UBE/semana en mujeres y < de 21 UBE/semana en hombres), consumo de riesgo (14-20,9 en mujeres y 21-34,9 en hombres) y consumo abusivo (> de 21 en mujeres y 35 en hombres)22. El cálculo del número de UBE variará en función de la cantidad de alcohol presente en la bebida y de la cantidad de bebida consumida23 (tabla 1).
Tratamiento estadístico de los datos: el análisis descriptivo se realizó mediante tablas de frecuencias para las variables categóricas y estadísticos descriptivos para las variables cuantitativas. Se efectuó un análisis bivariante, empleando el test de t-Student y el de Wilcoxon. Para variables categóricas se utilizó el test Chi cuadrado o Fisher.
Resultados
La población participante en el estudio fue de 1.180 trabajadores. Las características de la muestra se recogen en la tabla 2. El consumo mayoritario detectado fue durante el fin de semana, si bien destaca seguidamente el consumo diario, en cantidad de 2 o más copas/día. La cerveza y el vino fueron los tipos de alcohol más consumidos. Los datos de consumo se recogen en la tabla 3.
El consumo cuantificado fue de grado moderado-severo en ambos sexos, con un mayor consumo global en hombres, pero destacando en el consumo severo una proporción similar en ambos sexos. Fue mayoritario el consumo en los trabajadores englobados en la clase 2 (clase media) y con un trabajo de tipo manual. El consumo cuantificado en UBE en relación a las variables sociodemográficas se recoge en la tabla 4.
Existen notables diferencias entre la percepción del consumo de alcohol, medido con el AUDIT y que se sitúa en el nivel 1 (la percepción más baja) y el consumo de alcohol cuantificado (UBE), que lo califica de moderado-severo. Los resultados se muestran en la figura 1.
No se observa repercusión del consumo en la accidentalidad laboral, considerando en este punto englobados todos los tipos de accidentes (tabla 5).
Discusión
La preocupación por el consumo de alcohol, como problema de salud pública en todos los países del mundo, incluye a España24. En el ámbito laboral destaca el potencial incremento del riesgo de accidente de trabajo asociado al consumo25.
De los resultados obtenidos en este trabajo se concluye que el 81,19% de la población es consumidora de alcohol, con mayor frecuencia los hombres, en niveles de consumo moderados-severos y prioritariamente de vino o cerveza. Es mayor el consumo: cuanto menor es el nivel de estudios, en los trabajos de tipo manual y en la clase social 2. La percepción de riesgo en consumo de alcohol (AUDIT) es baja frente al consumo cuantificado (UBE).
Esta baja percepción subjetiva del consumo de riesgo en trabajadores, en contraste con el objetivado en UBE, ya había sido señalada previamente y los autores orientan hacia intervenciones formativas de ayuda en prevención26 teniendo en consideración las condiciones psico-físicas del trabajo, tanto en los estudios epidemiológicos como en estrategias de promoción de la salud27.
Los resultados de consumo coinciden con otros previos en cuanto al consumo moderado en población trabajadora, aunque en algunos sectores el riesgo es mayor, como en construcción u hostelería28. No se han encontrado comparativas de consumo de similares características al de este trabajo, si bien autores como Bravo Ortiz y Marziale han realizado estudios en el sector público de servicios de Ecuador, con el mismo cuestionario Audit (Figura 2) que el utilizado en este trabajo y resultados similares, aunque la muestra es inferior y con las connotaciones en cuanto a diferencias culturales29.
El patrón de consumidor encontrado en este estudio es de cerveza o vino y en fin de semana, coincidiendo con trabajos previos como el realizado en más de 35.000 trabajadores del sector público finlandés en el periodo 1979-2000, que destaca el vino como bebida mayoritaria, especialmente de consumo domiciliario, tanto en hombres como en mujeres y con una baja percepción de consumo de riesgo30.
La influencia de factores como la edad y los cambios demográficos en cuanto al riesgo de consumo de vino y cerveza para ser usados como factores predictivos han sido apuntados en estudios de Estados Unidos, en una cohorte con seguimiento durante 1979-200031.
Autores como Hwang WJ, Hong O, Kim MJ coinciden en sus estudios con nuestros resultados en el mayor consumo observado en trabajadores manuales (blue collar), con baja percepción del consumo de riesgo y orientan hacia actuaciones en salud laboral tendentes a incluir predictores de percepción del riesgo en este colectivo32. Biron M y colaboradores especifican que el consumo en trabajadores manuales se ve favorecido por aspectos como la permisividad y la falta de habilidades de sus supervisores33.
La literatura hace referencia al potencial incremento del riesgo de accidentes laborales asociado al consumo de alcohol34, especialmente entre trabajadores que conducen35. Nuestro estudio no ha observado este incremento, quizás motivado por un consumo de alcohol en horario extralaboral y domiciliario. En todo caso, la percepción del consumo de alcohol es importante para establecer programas preventivos y evitar los efectos adversos en salud, incremento del riesgo laboral e incluso la mortalidad asociada. La mayoría de los consumidores de alcohol desconocen los programas existentes en los servicios de salud o sociales y, mayoritariamente, las intervenciones van ligadas a mediación de servicios legales, por lo que se aboga por una mejor gestión para detectar precozmente el consumo de riesgo y evaluar problemas asociados al alcohol, en función de directrices basadas en la evidencia36.
Autores estadounidenses se inclinan por intervenciones desde los Servicios Primarios de Salud y Salud Pública para consumidores de riesgo, implementando estrategias de intervención e incorporándolas como práctica de rutina en atención primaria y medicina preventiva37,38.
Se destaca como fortaleza de este estudio el elevado número de trabajadores y las variables analizadas39 entra las que, sin embargo, no se han considerado otras de gran interés estudiadas en trabajos previos como: estrés o turnos de trabajo o trabajo nocturno, considerados potenciadores del consumo de alcohol en el mundo laboral40.
Los resultados obtenidos, sin ser extrapolables a población general, pueden resultar orientativos del consumo y de interés en futuros trabajos de promoción de la salud y prevención en las empresas, valorando su eficacia prospectiva en intervenciones tendentes a reducir el consumo de alcohol y aumentar la percepción de riesgo en consumos abusivos.