Introducción
La violencia ha sido un fenómeno presente en la cotidianidad humana desde la antigüedad, manifestándose en diversas formas y contextos, que afectan tanto a individuos como comunidades enteras. Los estudios de violencia en el trabajo suelen centrarse en la violencia de los integrantes de una organización hacia sus propios miembros. En el caso de enfermería, se ha reconocido a la enfermera como víctima de violencia recibida de los pacientes, los médicos y sus pares. Sin embargo, suele darse por hecho que la violencia de parte de los pacientes es un asunto al que se tiene que habituar, por lo que solo se denuncia en situaciones dramáticas que llaman la atención de los medios de comunicación.
Para entender la magnitud de este problema, es fundamental comenzar por definir la violencia en el contexto sanitario. El consenso más grande sobre violencia laboral en el sector salud lo presenta la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto con la Internacional de Servicios Públicos (ISP), el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en las “Directrices marco para afrontar la violencia laboral en el sector de la salud”. En este documento, la OMS define la violencia como “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o deprivación” 1.
Ahora bien, los estudios sobre la violencia en el sitio de trabajo en la industria de la salud incluyen cualquier actor que perpetre la violencia. Sin embargo, hace falta definir quiénes son los perpetradores para actuar en consecuencia. Así lo recomiendan Zhang y cols. tras realizar una revisión de estudios sobre la violencia en el sitio de trabajo a la cual se enfrentaron los trabajadores de salud durante la pandemia del Covid-192.
La violencia, perpetrada por los pacientes ha emergido como un fenómeno preocupante que afecta la cotidianidad de las enfermeras, generando consecuencias significativas no solo en su bienestar psicológico y emocional, sino también en la calidad de los servicios de salud que prestan, poniendo en riesgo su permanencia en las instituciones, afectando la capacidad de las organizaciones hospitalarias y los sistemas de salud para dar respuesta a las necesidades de sus poblaciones. A esto se suma que esta violencia podría conducir a los jóvenes a descartar la intención de estudiar la profesión.
Es un hecho que, por las características de su trabajo, las enfermeras se ven expuestas a agresiones intencionales de los pacientes. La sexualización de profesiones como enfermería y fisioterapia trae consigo violencia como tocamientos, comentarios retrógrados y abusos a las mujeres que ejercen estas profesiones. Para el caso de enfermería, el uso del uniforme resulta siendo un problema por la connotación sexual que le han dado los medios de comunicación3.
Es por ello, que esta investigación busca examinar el contenido de investigaciones sobre violencia de pacientes hacia enfermeras en instituciones hospitalarias, población objeto de los estudios, objetivos, instrumentos usados, resultados, recomendaciones y limitaciones, en estudios dirigidos únicamente hacia este tipo de violencia en el lugar de trabajo, con el propósito de identificar posibles rutas de investigación futuras en torno a este fenómeno, que permita a las instituciones hospitalarias tomar decisiones orientadas a reducir su ocurrencia y mitigar sus consecuencias para las enfermeras, los pacientes y las propias instituciones, propiciando en el lugar de trabajo condiciones para lograrlo.
Material y Métodos
Criterios de elegibilidad
Criterios de inclusión:
Estudios cuyo título incorporara el término “paciente contra” o “paciente hacia” y “enfermera(o)”.
Artículos en inglés, francés, portugués y español (dominio de los investigadores).
Estudios cuantitativos, cualitativos y mixtos. Artículos con enfermeras como muestra o población.
Criterios de exclusión:
Artículos de revisiones sistemáticas, enfocadas, sombrilla, metaanálisis, editoriales, cartas al editor, comentarios, artículos de reflexión o de revisión de tema y estudios de caso.
Investigaciones sobre violencia no dirigida específicamente de los pacientes hacia las enfermeras.
Artículos en los cuales se mezclaban datos de enfermeras con datos de personal de asistencia como camilleros, auxiliares de enfermería, técnicos de radiología, entre otros.
Esta revisión sistemática se hizo siguiendo las normas de la guía PRISMA 2020. La última búsqueda se hizo en octubre 18 de 2023.
Fuentes de información
Las fuentes de información consultadas fueron las bases de datos de MedLine Complete, Academic Search Ultimate, CINAHL, BVS, Science Direct, JStor y Scopus.
Estrategia de búsqueda.
La estrategia de búsqueda tuvo en cuenta las siguientes consideraciones:
Hacer la búsqueda únicamente en el título.
Hacer uso del símbolo de asterisco (*) para truncar la escritura inicial de las palabras enfermería y enfermera (en inglés), escribiendo las letras “nurs” seguido del asterisco (Nurs*) de modo que la búsqueda se ampliara a ambos términos.
Incluir términos similares al de “violencia”, encontrados en MeSH subheadings y a partir de búsquedas individuales.
La ecuación de búsqueda se presenta en la Tabla 1.
La búsqueda inicial, con el uso de los filtros de búsqueda para texto completo, de acceso libre y publicaciones académicas, arrojó un total de 185 resultados, los cuales fueron subidos a la herramienta Rayyan, eliminando 97 registros duplicados y 4 resultados que fueron inelegibles de acuerdo con la herramienta.
Proceso de selección
Los cinco investigadores se reunieron para hacer la lectura de los registros obtenidos tras la búsqueda, hasta llegar a un acuerdo sobre su incorporación o retiro con base en la lectura de títulos y resúmenes. Los desacuerdos en la selección se dirimieron llegando a consensos.
Para la revisión de la calidad de los artículos se conformaron dos grupos que, de manera independiente, realizaron la lectura completa de los artículos y evaluaron su calidad usando la herramienta Mixed Methods Appraisal Tool (MMAT), versión 2018 (Tabla 2) 4. Posteriormente, en reunión de los cinco investigadores, se analizaron los resultados de la evaluación efectuada por cada uno de los grupos para descartar aquellos cuya calidad fue considerada pobre, acudiendo a la búsqueda de acuerdos frente a las discrepancias en las evaluaciones realizadas por los dos grupos.
Proceso de recolección de datos
Para la extracción de los datos se elaboró una matriz de datos en el programa Excel. Los artículos seleccionados fueron distribuidos entre los investigadores para que cada uno consignara los datos extraídos en la matriz que se diseñó para ello. Luego se hizo una nueva distribución de los artículos para que un investigador diferente a aquel que diligenció la matriz de datos de un artículo se hiciera cargo de revisar los datos allí consignados con el fin de disminuir los sesgos.
Lista de datos extraídos
En la matriz construida se consignaron los siguientes datos de cada artículo:
Autores del artículo, año de publicación del artículo y país de origen
Justificación del estudio desde un aspecto social y/o científico.
Tipo de estudio.
Muestra, personas, grupos, entrevistados o encuestados y su ubicación laboral.
¿Qué se indagó y con qué instrumento(s)? ¿Sobre qué se preguntó en torno a la violencia de los pacientes?
Resultados más relevantes.
Recomendaciones y limitaciones.
Resultados
La Tabla 3 presenta la información básica de los estudios seleccionados.
Tras la lectura de títulos y resúmenes de los 84 registros elegibles, se excluyeron 51 registros que no cumplían con los términos de inclusión de la revisión y 10 documentos que no pudieron ser recuperados.
A los 23 artículos restantes se les hizo la lectura completa y se evaluó su calidad usando la herramienta Mixed Methods Appraisal Tool (MMAT), versión 2018 (Tabla 2) 4. A partir de este ejercicio se descartó un artículo por el tipo de estudio, una revisión de caso no científica, cuatro artículos no específicos para enfermería y uno por calidad insuficiente. Finalmente se tuvieron en cuenta 16 artículos para ser revisados (Figura 1).
Las investigaciones objeto de análisis que tienen origen en Estados Unidos, Japón, Irán, Canadá, Taiwán aportan cada uno dos artículos sobre este fenómeno. Australia, Turquía, Pakistán, Argentina, Corea y Sudáfrica aportan cada uno un artículo a esta revisión. El primer artículo data del 2006 y el último del año 2023. La principal justificación que da origen a las investigaciones sobre violencia de los pacientes hacia las enfermeras es el aumento de la violencia en el trabajo5,6 el reconocimiento del alto riesgo de violencia en el trabajo entre las ocupaciones de salud7, específicamente en enfermería8,9,10, así como la violencia en los servicios de urgencias11,12 y en los entornos hospitalarios13.
También se hace referencia a los efectos negativos sobre la enfermera5,11,13, sobre su bienestar profesional14, su salud física10, mental y psicológica15,16, así como a nivel laboral15. Se destacan efectos negativos sobre los pacientes, especialmente en los que guardan relación con la empatía, la ocurrencia de eventos adversos11 y el deterioro en la calidad del cuidado5,14,16. Se presentan efectos negativos en cuanto a los costos5,7,14, la retención del personal7, la carga de trabajo14, el mantenimiento de la moral de los equipos7, la motivación, la integridad y el desempeño del profesional5, el ausentismo y la intención de renuncia de las enfermeras8.
Los estudios también se justifican en la falta de profundidad en los análisis de las causas de la violencia hacia las enfermeras y la falta de investigación cualitativa sobre el tema17. Algunas investigaciones buscan explorar el fenómeno en servicios en los cuales se considera más habitual la violencia de los pacientes12,18,19. Un estudio hace referencia a la necesidad de reconocer la influencia de la satisfacción del paciente sobre la violencia hacia las enfermeras20. Se indica también que las enfermeras suelen ser las víctimas de los pacientes que esperan que ellas los escuchen y atiendan lo que se les pide16, y reconocen la violencia como parte de su cotidianidad8,15. Se destaca también la gravedad de este asunto, en razón a la falta de profesionales de salud14.
Los estudios cuantitativos que abordaron el fenómeno son de tipo transversal11, descriptivo transversal5,9 y cuasiexperimental20. Desde la mirada cualitativa se encuentran estudios de carácter descriptivo17,18, exploratorio-descriptivo15, fenomenológico12,19 e interpretativo descriptivo10. Es preciso aclarar que en varios artículos no se indica el tipo de estudio6,7,8,13,14,16.
En cuanto a los participantes de las investigaciones fueron enfermeras clínicas8,14, en algunos casos de servicios específicos como urgencias11, psiquiatría10,15,15,18,19, cirugía general20, UCI12, UCI pediátrica5, enfermeras con distintos cargos en el hospital17 y enfermeras gestoras13. En dos investigaciones se tomó muestra de pacientes15,20, mientras que otro estudio se hizo a partir de registros de video6 y uno se basó en reportes de eventos de violencia realizados por enfermeras7.
Las investigaciones sobre violencia de los pacientes hacia las enfermeras cubren una importante diversidad de temáticas como las experiencias, antecedentes, frecuencia de los incidentes y/o tipos de violencia5,6,7,10,11,13,16,17,18,20, datos sobre el perpetrador5,7 y factores asociados/contribuyentes/desencadenantes5,7,8,9,11,15,17,18. Algunas investigaciones indagan sobre el reporte y/o la denuncia del episodio5,7, los mecanismos de afrontamiento y las formas de manejo o cambios de actitud de la enfermera frente a estos eventos12,13,18,19, así como las medidas de control7,11,12,15,18. Se analizaron las diferentes consecuencias de la violencia de los pacientes para las enfermeras5,10,12,14,16. Finalmente, se despliegan datos sobre el concepto de violencia, teniendo en cuenta la percepción, posturas, reflexiones y/o significado del término5,10,15,17,19.
Respecto a los resultados más relevantes de los estudios analizados, se encontró que gran parte de las enfermeras que participaron reconocen haber estado expuestas a abuso o violencia11,16. El registro de violencia verbal predominó en los estudios que investigaron el tipo de violencia5,6,7,9,10,20 y uno de ellos registra violencia física iniciada por el paciente6.
En la mayoría de las investigaciones que indagaron sobre el sexo del perpetrador, se encontró que son en mayor medida los hombres6,7,9. En cuanto a los comportamientos de violencia, uno de los estudios reveló que un 3% de los pacientes representan un riesgo y 0.15% fueron abiertamente violentos; igualmente se activó la alarma por violencia 188% más en pacientes con comportamientos de abuso6. Se encontró que se presenta menos violencia cuando se tienen en cuenta los derechos de los pacientes9. También se reveló una relación entre la edad y/o experiencia, de modo que, a más edad de las enfermeras, ocurrían menos hechos de violencia hacia ellas y reportes de eventos violentos8,11. Se relaciona la violencia con menor calidad de vida y una mayor ocurrencia a mujeres casadas8. Los sucesos ocurrían los fines de semana, según uno de los estudios7.
Entre los riesgos y factores que pueden conducir a violencia se encontraron el trabajar en triage11, priorizar a otros pacientes, la falta de información5 y comunicación con los pacientes11, tardar en la atención5,11 la organización de la unidad, la distribución del personal5,11,15, el día y el horario de turno5,11, además del uso de medidas de sujeción11. También la carga de trabajo y el papeleo11, la falta de personal9,11 así como la habilidad para manejar al paciente agresivo11. En su mayoría las víctimas fueron enfermeras de cuidado directo en unidades psiquiátricas, teniendo en cuenta la condición del paciente7.
Hay causas del sistema de salud, equipos insuficientes, tratamientos incompletos17, fallas para proteger a las enfermeras, fallas en la seguridad7,17, inconsistencias en el trabajo, comunicación y cooperación17, y un entorno laboral precario19. Desde los pacientes y los familiares, se presentaron causas como la condición de salud, nivel educativo, discriminación de género, estatus socioeconómico, manejo de emociones, actitudes negativas hacia las enfermeras, falta de empatía, expectativas sobre el cuidado y los procedimientos que difieren de la realidad, desobedecer las reglas del hospital, pacientes pediátricos12 y pacientes con antecedentes de violencia15.
Sobre el reporte, se encontró que las enfermeras no reportan la violencia de los pacientes cuando no hay evidencia de una lesión física7,10. Otros estudios indican que no es útil para ellas, desencadenando la naturalización de la violencia9. Acerca de los efectos sobre las enfermeras, se reportó un efecto psicológico severo16, la intención de abandonar el trabajo y el estrés ocupacional14. Surge también el temor por la seguridad personal, la incapacidad para concentrarse, mantener la distancia del paciente y problemas de confianza10. Se documentan mecanismos de afrontamiento ineficaces como ausentismo, agotamiento laboral, violencia, apatía y abuso de sustancias18.
En un estudio se usó el entrenamiento para la prevención y control de la violencia en el sitio de trabajo como medida de manejo7,12. En el caso de las gestoras, buscan hacer una evaluación integral considerando el contexto de la situación a partir de valores éticos, así como de elementos culturales y sociales13. Se hace énfasis también en la importancia de la relación terapéutica para prevenir y manejar la violencia de los pacientes, así como revisar el caso con los implicados, el código blanco para la atención a la violencia y opciones farmacológicas15. Se destacan las políticas de cero tolerancia a la violencia5,15.
A su vez, las enfermeras expresan miedo, emociones negativas y dificultad en el manejo de situaciones violentas19. Se reconocieron sentimientos negativos como el miedo, ira, desensibilización, resentimiento e insatisfacción laboral18. En una investigación se encontró el uso indiferenciado entre los términos agresión y violencia, cuya definición se encuentra atada a las experiencias y la formación académica15.
Surgen varias recomendaciones de los estudios. Sugieren revisar la seguridad al interior de los hospitales7 e implementar personal de seguridad en cada piso, además de usar tarjetas de visita para los acompañantes9, trabajar en programas de prevención, reporte7 y gestión de situaciones de violencia13 y destinar un área al control y seguimiento de los sucesos de violencia9.
Para las enfermeras, se propone diseñar, implementar y evaluar las rondas regulares y mejorar el cuidado20, compartir los fundamentos éticos de las enfermeras gestoras13 e implementar enfoques de cuidado mental para las enfermeras de psiquiatría16. Sin embargo, el contratar más enfermeras, aumentar la remuneración y motivar la asistencia a talleres de gestión de agresiones son sugerencias destacadas, así como otras en relación con la formación desde los programas de pregrado9.
Para futuras investigaciones recomiendan realizar estudios de tipo longitudinal14, multicéntricos5 y de causalidad12 que permitan explorar de manera detallada el fenómeno de estudio. Del mismo modo, se sugiere hacer uso de métodos más precisos, como la entrevista16, tomar muestras más amplias5,14 y recolectar datos de manera personal14. Se destaca la necesidad de investigar acerca de la perspectiva de enfermeras que pueda guiar el desarrollo de intervenciones prácticas, el desarrollo profesional, la educación y más investigación10. Se espera indagar la relación de la violencia en el lugar de trabajo con el dominio social del cuestionario de calidad de vida (HRQoL) 8 así como el impacto de este fenómeno en la vida de las enfermeras psiquiátricas, las consecuencias a largo plazo, y las causas detrás de los ataques de los pacientes18.
Dentro de las limitaciones, se destaca la imposibilidad de generalizar los resultados11,12,16,17 debido a la antigüedad de los datos, la falta de respuesta, la auto recolección de datos y la confiabilidad de la herramienta11,16; el temor de las enfermeras a revelar información y el desinterés de contar experiencias17. También se indica que la diferencia en el significado del término violencia7 y abuso verbal generaron percepciones variadas16. Igualmente, el uso de muestras no representativas10,13,14, junto con la selección no aleatoria20 y el porcentaje de respuesta8.
En otras investigaciones la limitación fue no poder establecer causalidad debido al tipo de estudio y el método de recopilación de datos14. La objetividad e interpretación de las experiencias recopiladas13,15,19, y el no tener algún referente de comparación debido a las características únicas del estudio18, representan restricciones de las investigaciones. Finalmente, se destaca el ambiente, la interacción enfermera-paciente/agresor, los tipos de violencia8 y el perfil del perpetrador5.
Discusión
Esta revisión sistemática de literatura en torno a la violencia de los pacientes hacia las enfermeras visibiliza las preocupaciones en relación con este fenómeno. En otros estudios sobre trabajadores de salud se ha señalado que los pacientes son los principales perpetradores de violencia contra el personal de la salud21 siendo el equipo de enfermería el más expuesto22. Esta investigación confirma la predominancia de las agresiones verbales sobre otros tipos22,23. En cuanto al profesional de enfermería, se encontró la baja edad, sugiriendo que las enfermeras más jóvenes pueden ser más vulnerables a situaciones violentas, así como la antigüedad profesional podría ser un factor protector, aunque en otros estudios no existe correlación significativa. Sin embargo, esta no siempre reduce el riesgo de agresiones, excepto en médicos22.
Las denuncias de violencia por parte de enfermeras han sido bajas: Estudios sobre el fenómeno durante el SARS-CoV-2 así lo confirman24,25. Otras investigaciones avalan que los reportes son realizados de manera escrita y formal26, así mismo incluyen reportes sobre violencia física, psicológica, económica y sexual27. Otros autores han encontrado que estas se hacen a supervisores26,28,29 o a través de un sistema de información vigente en la organización24.
Aun así, como se observa en los hallazgos de esta revisión, las enfermeras denunciarían solo si ocurre una agresión física o el incidente es muy importante30. Así como se destaca en los resultados obtenidos en esta investigación, estudios afirman que para las enfermeras no es útil denunciar24,26,28 y se asume que no hay cambios significativos de la situación31, los perpetradores no sufren ninguna consecuencia32 o las enfermeras temen perder su trabajo27. Debido a la frecuencia de ocurrencia, abordan el suceso como parte de su trabajo normalizando comportamientos violentos28,30,33.
Para el afrontamiento y control de la violencia en el sitio de trabajo, algunas investigaciones destacan el entrenamiento del personal de salud a través de prácticas y capacitaciones para la prevención y el manejo34,35). La evaluación de incidentes previos permite identificar acciones adecuadas y a mejorar para evitar incidentes similares34, reconociendo de la situación aspectos emocionales y recursos de seguridad35,36.
Las políticas de cero tolerancia al maltrato, de acuerdo con otros autores, podrían reducir la percepción de los casos de violencia por parte de las enfermeras35, así como interponerse en la atención y la relación enfermera paciente36, puesto que enfermeras objeto de violencia hacen uso de medicación o medidas coercitivas para contener la violencia, causando el efecto contrario37. La atención a las víctimas35 se puede ver reflejada en la activación del código blanco, brindando ayuda jurídica, investigativa, aceptación de acusación y la sanción correspondiente, de acuerdo con algunos autores38.
Con relación a las consecuencias de la violencia en el lugar de trabajo de las enfermeras, estudios evidencian el impacto negativo en la salud mental39, emocional (ansiedad, depresión, ira, e ideación suicida) 40 y en otros ámbitos como las relaciones y el ambiente social, que afectan la calidad de vida del profesional41.
Sobre los efectos, a los resultados de esta revisión se suman la disociación y el síndrome de estrés postraumático, que se encuentra estrechamente relacionado con el síndrome de Burnout y el abuso de sustancias nocivas para la salud39. Con ello, se suma la intención de cambio de profesión e intención de renuncia, al igual que elegir tolerar y evadir este tipo de agresiones, que conlleva a una disminución del entusiasmo laboral40.
Llama la atención la disminuida producción de estudios en países latinoamericanos. Se destaca también que varios estudios indagan sobre causas y tipos de violencia de pacientes hacia enfermeras y pocos sobre los mecanismos usados para prevenirla y manejarla, incluyendo la importancia del reporte. Igualmente llama la atención que la fuente de información de varios estudios sea la enfermera, cuando conocer la perspectiva del paciente podría aportar a reducir factores de riesgo para la ocurrencia de estos episodios de violencia.
En cuanto a las limitaciones de esta investigación, en primer lugar, realizar la búsqueda únicamente en los títulos pudo descartar algunos artículos que hubieran abordado el fenómeno de interés; sin embargo, esta limitación garantizó que no se incluyeran artículos sobre violencia en el sitio de trabajo que no tuvieran relación con aquella causada por el paciente.
Se descartaron bases de datos de ciencias humanas, ciencias sociales y áreas administrativas, que eventualmente pudieron haber brindado información sobre este fenómeno social. Del mismo modo, se tuvieron en cuenta artículos únicamente en inglés, francés y español. Probablemente ampliar el número de idiomas hubiera permitido explorar el fenómeno en países o regiones que podrían haber enriquecido el análisis.
Adicionalmente, se eligieron únicamente artículos que hicieran referencia a enfermeras, dejando por fuera a las matronas. Por otro lado, en esta revisión no se pudo poner en evidencia la violencia ejercida por el tutor o representante legal. Además, la imposibilidad de pagar por el acceso a algunos artículos de texto completo obligó a descartarlos.
Para concluir, está revisión hace visible un fenómeno en aumento y al cual no se le ha dado la relevancia que merece, por las implicaciones para las víctimas, en la deserción de la profesión y en la capacidad de los sistemas de salud para responder a las necesidades de enfermería en ambientes hostiles que invitan al abandono de la práctica y/o profesión.
Se reconocieron los factores de los pacientes, familiares, servicios y organizaciones que inciden en la ocurrencia de hechos violentos. En este sentido cabe destacar la importancia del entorno de trabajo de enfermería para reducir la probabilidad de que estos eventos se presenten. Esto otorga a las instituciones hospitalarias una responsabilidad que no parece haber sido asumida con la seriedad que merece. Se han destacado los servicios en las cuales se presenta violencia con más frecuencia con relación a las características de los pacientes, lo cual confirma la necesidad de proteger de manera especial a las enfermeras que trabajan allí.
Esta revisión expone la urgente necesidad de hacer una concientización en las instituciones hospitalarias sobre la envergadura de este fenómeno y la necesidad imperiosa de establecer políticas, estrategias y mecanismos orientados a promover una cultura de cero tolerancia a la violencia de los pacientes a las enfermeras.
Con relación a la práctica de la profesión de enfermería se propone que el personal de salud se apropie de los mecanismos para denunciar las situaciones de violencia perpetradas por los pacientes, generando reportes que visibilicen esta problemática y así tomar medidas adecuadas. Asimismo, reconocer los posibles factores desencadenantes de una situación de violencia y reforzar sus habilidades comunicativas, para favorecer el manejo y prevención de estos eventos.
La mitigación de la violencia dirigida hacia al personal de enfermería debe iniciar desde la formación profesional, por lo cual es imperativo una educación basada en la evidencia que reconozca la presencia de la violencia en el trabajo. Se requiere centrar la formación en el desarrollo de habilidades comunicativas efectivas, técnicas de resolución de conflictos y estrategias de autocontrol emocional.
Los organismos de dirección del sistema de salud de Colombia tendrían que establecer normativas y lineamientos orientados a la autorregulación de las instituciones hospitalarias y en general de las prestadoras de salud en temas relacionados con violencia de los pacientes hacia las enfermeras y el personal de salud. Por su parte, los organismos de Vigilancia y Control de las instituciones prestadoras tendrían que formular mecanismos orientados a garantizar que los episodios de violencia no se consoliden como parte de la cultura organizacional de los prestadores.
Además, se sugiere a las entidades que promueven la calidad de la prestación de los servicios de salud, que, para otorgar certificaciones de excelencia o alta calidad en las instituciones hospitalarias, se tenga en cuenta no sólo las prácticas médicas, sino también la manera como la institución protege a las enfermeras y demás profesionales de los pacientes violentos.
Adicionalmente, las instituciones hospitalarias pueden acoger estrategias para proporcionar espacios seguros de trabajo para las enfermeras como la tolerancia cero, software de reporte fácil y rápido, seguridad humana y automatizada, botones de alerta y avisos dentro de la historia clínica de los pacientes.
Se recomienda indagar en futuras investigaciones sobre la violencia que ejercen los tutores legales, representantes, familiares y/o visitantes de los pacientes hacia las enfermeras, ampliando el perpetrador, más allá del paciente. Igualmente, profundizar investigaciones en unidades con enfoque diferente al cuidado mental. En el contexto latinoamericano y puntualmente en Colombia, se requiere que estas investigaciones indaguen no solo sobre las formas de violencia hacia las enfermeras sino también sobre sus consecuencias para pacientes, enfermeras y la organización.



























